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Al calor del solcito de diciembre

Por Mariel Fiori
December 2017
Llegó diciembre, los días son más fríos, las noches más largas, y cuando hay un poco de sol, no hay nada mejor que sentir ese calorcito de sus rayos en la espalda. Así parece haber sido este año también: con ataques terroristas de hombres que tienen acceso irrestricto a armas que fueron hechas para matar sin mirar a quién; con fuertes empujes del gobierno para restringir el acceso a decenas de millones de personas a la atención médica (que debería ser un derecho humano en un país súper desarrollado como el nuestro); con el cierre de DACA y TPS y con la escalada de las deportaciones. Pareciera que no hay respeto por ningún ser humano, nacional o extranjero (excepto, eso sí, para el llamado 1 % de la población que controla el 20 % de las riquezas de los Estados Unidos, sí hay mucho respeto).

Pero a pesar de esas frías e interminables malas noticias, todavía tenemos un solcito que nos calienta la espalda y nos da esperanza. Algunos la llaman la resistencia, otros el despertar de la clase media blanca. Para mi es el utilizar las herramientas de la democracia defectuosa que todavía tenemos. Será defectuosa (según el índice EIU), pero democracia al fin. La pregunta número 55 de educación cívica del examen de naturalización para la ciudadanía estadounidense nos lo deja bien claro. La pregunta es: ¿Cuáles son dos maneras mediante las cuales los ciudadanos estadounidenses pueden participar en su democracia? Las posibles respuestas son: votar, afiliarse a un partido político, ayudar en una campaña, unirse a un grupo cívico, unirse a un grupo comunitario, compartir su opinión acerca de un asunto con un oficial electo, llamar a los senadores y representantes, apoyar u oponerse públicamente a un asunto o política, postularse a un cargo político y enviar una carta o mensaje a un periódico.

Se ve y se siente más la participación cívica en todos los ámbitos y eso “mantiene a la democracia viva y fuerte” (según dicen los materiales de estudio para el examen de naturalización proporcionados por USCIS). Los resultados de las últimas elecciones generales de noviembre así lo comprueban en todo el país, e incluso también aquí en nuestro Valle del Hudson, con nuevas camadas de legisladores a nuestros condados. Se trata de personas que por primera vez ocupan un cargo público electo por amor a su país, a sus conciudadanos y al pedacito del lugar del mundo en donde viven, incluyendo a varios nuevos legisladores latinos como Giancarlo Llaverías y Kenvidarián Luján, entre otros. Les deseamos mucha suerte a todos ellos a partir del 4 de enero, cuando asuman sus nuevas responsabilidades.

La Voz también intenta ser ese rayito caliente de sol que necesitamos cuando estamos en un país, nuestra propia casa, que a veces nos resulta frío y hostil, porque estamos marginados, a menudo incomprendidos por la barrera idiomática y cultural. Como explicaba el mes pasado en este espacio: de los latinos, ni noticias en las noticias. Otro periódico local, el Poughkeepsie Journal, publicó mi editorial de noviembre traducida al inglés en su sección de opinión y ¿a que no adivinan cuál fue el primer comentario recibido en las redes sociales? A mi argumento de que los latinos estamos marginados, el primer comentario decía: es que son todos criminales ilegales que deben ser deportados… Básicamente, ese comentario negativo (e ignorante) probaba mi punto de que con los medios masivos vivimos en un círculo vicioso de desinformación que alimenta más marginalización, y viceversa. Y sí, nos queda mucho camino por andar.

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¡Felices fiestas para todos!
¡Nos reencontramos en febrero!

Mariel Fiori
Directora
 

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