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Cuento

Pescando el pez Dorado

Por Robinson David Martínez
July 2009

el niño, sentado al pie del lago, arrancó una flor amarilla al lado de él. era la única flor amarilla. el mismo instante que la tomó, una rana al otro lado del lago comenzó su canto ronco, inflando y desinflando la garganta. 

 el día estaba soleado. unas pocas nubes semejaban plumas en el cielo. los peces tenían hambre. el niño tiró la flor al agua y al caer, hizo pequeñas olas circulares. apenas la flor tocó el agua, la rana dejó de hacer su llamado repetitivo. los peces chapuzaban y peleaban por la flor. se la comieron toda. 

 el niño miró a los peces asombrado. nunca antes había visto peces comiendo flores. el niño vio el reflejo del sol en el lago y sus rayos eléctricos y fluidos en las piedras del fondo. unos peces daban círculos. algunos cuantos además nadaban rápido detrás del otro mientras ese se escapaba. el niño notó un resplandor peculiar casi imperceptible en el estómago de un grupo de peces. radiaban una luz leve con cada movimiento. 

 no todos los peces llevaban luz. el niño dedujo que sólo los que habían comido la flor amarilla eran los que brillaban. miró a su alrededor y vio flores azules. se paró y trató de encontrar más flores amarillas. las buscó por mucho tiempo. no encontró ni una. solo había flores azules. 

 la rana al otro lado del lago se infló la garganta, se desinfló y se infló de nuevo con su canto ronco. cada vez que se inflaba, el sol reflejaba contra su garganta esférica mojada iluminando la vista del niño. le pareció peculiar. miró la rana, curioso. sintió una conexión incomprensible con ella. sintió que la rana le comunicaba algo y él a ella.

 el niño tenía hambre. regresó a la casa, sacó la vara de pescar y al llegar al lago, escarbó la tierra, encontró una lombriz y le enterró el anzuelo. lanzó la vara de pescar al agua, creando las olitas circulares que tanto le gustaban. los aros se hacían más y más grandes hasta que abarcaban todo el lago. 

 algo jaló la vara de pescar con tanto poder que casi se le suelta de las manos. el niño las apretó y luchó por pescar esa comida. pero de un segundo al otro el pez lo había jalado al agua. apenas le dio tiempo para inhalar una bocanada de aire antes de clavarse a la fuerza.   el niño hubiera podido soltar la vara y nadado hacia la superficie. nadaba bien y no le tenía miedo al agua. pero por alguna razón se aferró a ese pez sin saber por qué. 

 era enorme y brillaba, y sintió la fuerza de su aleta trasera propulsándolo hacia la profundidad. los ojos le dolían por la corriente del agua fluyendo contra ellos. 

 el niño estaba seguro de poder aguantar la respiración por un buen tiempo, pero ya no podía por mucho más. 

 "me voy a morir", pensó. 

 hay demasiada distancia para nadar de aquí hasta la superficie. comprender esto lo dejó con pánico y le relampaguearon recuerdos, cuando jugaba cerca del lago, comiendo arepas y tomando chocolate caliente en la mesa rústica de madera con su hermana, mamá, y papá. pensó sobre qué habría sido si hubiese llegado a ser adulto.

 la vara de pescar se le estaba deslizando de las manos. el pez nadó más rápido--parecía darse cuenta de que el pequeño estaba a punto de estallar. algo se prendió adentro del niño. notó una luz rara en su cuerpo--la sentía líquida y tibia y sin saber cómo lo sabía, sabía que era la misma luz que emanaba del pez. brotó una nueva energía y él se agarró del palo de pescar con las últimas fuerzas que le quedaban.

 "me voy a morir como todos nos vamos a morir algún día".

 lo sintió de verdad. luego, por alguna razón, se le hizo más tolerable sostener la respiración y sintió que podía aguantar por mucho más. su pulso estaba agitado pero se volvía más y más lento. la eficiente aleta del pez parecía como si se estuviera moviendo despacio. el niño sintió la corriente del agua en su piel. el pez resplandecía. el hilo radiaba, llenando las manos del niño. le parecía todo tan hermoso. 

 el pez aceleró, hizo una "u" y se propulsó hacia arriba con toda su fuerza. el niño luchó por agarrarse bien de la vara de pescar. el pez saltó al aire y brilló. las azules piedras preciosas en las paredes rocosas de esa cueva subterránea destellaban como si cada una estuviera prendida por fuego azul. el niño también se sintió volar, suspendido en el aire. inhaló desesperadamente bocanadas de aire y soltó la vara. el pez cayó al agua primero y luego el niño. el niño nadó hacia la orilla rocosa. respiraba como si estuviera híper ventilando. el aire olía a sal y algas. le dolía respirar. descansó en una gema azul, gigante y plana. quedó inconsciente. 

 el niño se despertó con la sensación de alguien sobándole el estómago suavemente. abrió los ojos y vio una niña de su edad que tenía una luz azul entre las cejas. abrió más los ojos. se quedó mirando a la niña, perdido en sus ojos bondadosos. se dio cuenta de que de alguna manera podía comunicarse con ella sin palabras. a ella le dio risa y extendió su índice, que brillaba con luz azul. lo presionó en el punto entre las cejas de él. el niño sintió un ardor que era frío al mismo tiempo. un shock helado de electricidad atravesó el centro de su cabeza, bajó por la garganta, hacia el pecho, su estómago, hacia sus órganos reproductivos y de nuevo hacia arriba. esta fría luz azul quemadora llenó todo su cuerpo y de alguna manera, como si fuera una culebra de luz azul, salió por la corona de su cabeza y desapareció. 

 el niño miró a la niña y ella también tenía la misma luz entre sus cejas. sus ojos brillaban con algo bello, gentil y sereno. el niño se desmayó. 

 al despertar había un conejo al lado de él. un conejo extraño con piel de delfín y aletas en vez de patas. el conejo se lanzó al lago azul y el niño lo vio nadar ágilmente, desapareciendo en la profundidad. 

 el niño vio su reflejo en el agua y notó que una luz verde emanaba suavemente desde el área entre sus cejas. su reflejo en el agua le habló. 

 "regresa y comparte esta luz que ahora tienes. úsala para encender el fuego de aquellos alrededor tuyo que han estado durmiendo".

 el niño miró hacia la izquierda y vio a la niña de luz azul. 

 "tu eres mi amor", dijo ella, "pero debes despertar aquellos que vengan a ti. en tu corazón sabrás quiénes son. cada uno te enseñará algo que vas a necesitar mientras tú les ayudas a abrir su propio ojo de luz. cuando hayas terminado te encontraré".

 ella lo besó en los labios--el niño nunca había besado a nadie en la boca. sintió una euforia que jamás había sentido. él la anhelaba. con ella había esperanza. se sentía fuerte y capaz de cualquier cosa. 

 el niño vio que de nuevo tenía la vara de pescar en sus manos. de repente lo jaló al agua. de rapidez, infló su pecho de aire y su corazón de la imagen de la niña que lo miraba con expresión de compasión y tristeza. 

 el niño nadó hacia la superficie del lago. su madre estaba descalza. traía una jarra de limonada con miel y hojas de menta. 

 "tiene mucho trabajo por hacer, jovencito", dijo ella, "pero primero, tómese la limonada. luego entra y se me quita esa ropa mojada y se pone una bien sequita pa'el oficio que le espera, señorito".

 notó que el lago estaba rodeado de flores amarillas. el niño se le prendieron todas las células con un sentido de propósito. un deseo melancólico crecía en su corazón. 



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