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Recuerdos de...

Perú, acostumbrándome a los apodos

December 2008
“Cholo, ven que te tengo que decir algo”. Cuando llegué a mi colegio en Perú después de tres años en Malasia, eso era una frase común que  empecé a escuchar por todas partes y también la palabra “suet”.

Mi escuela era un Colegio Americano pero era una combinación de estudiantes peruanos y estadounidenses. La palabra “cholo” significa alguien que vive en las montañas o gente que tiene la piel un poco más oscura. “Suet” también es usada con esa definición pero es un término aun más despectivo. En el colegio mis amigos usaban esas palabras con sus amigos también. La mayoría de la gente era de Lima, la capital de Perú, y según ellos, eso significaba que no eran “cholos”, pero usaban esas mismas palabras para apodos. Otros apodos que usan mucho en Perú son “chato” para alguien muy pequeño y “negro” para alguien que tiene la piel oscura.

Si se usaban estas palabras con una intención ofensiva o no, los peruanos simplemente decían que era parte de su cultura. Un día en la clase de inglés la profesora preguntó por qué había gente que usaba palabras tan ofensivas si se sabía que había personas que lo percibían como algo y ofensivo. Un estudiante respondió que solamente era parte de su cultura y que los turistas nunca lo iban a entender. Pero ese no es el punto, porque aunque un turista no entienda la verdadera ofensa escondido detrás de la palabra, la gente peruana que era ofendida obviamente si lo iba a entender.

Incluso en el colegio era difícil que los americanos y peruanos estuviesen juntos. Al caminar por los pasillos sentía como si hubiese una línea dividiendo a los dos grupos diferentes. Casi nunca se integraban. Tal vez era porque era tan difícil entenderse. A los peruanos que habían estado juntos tanto tiempo les era muy difícil dejar que alguien nuevo y diferente entrara a su grupo, especialmente alguien que no hablaba español. Yo por lo menos hablaba el idioma, ya que mi familia es de Puerto Rico, pero igualmente tuve problemas con los apodos que usaban.

Tristemente, también circulaban pensamientos y comentarios racistas que no tenían que ver sólo contra los peruanos, sino contra gente de otros países también, ya sea por su cultura o color de piel. Recuerdo que un día mientras comía el almuerzo mis amigas empezaron a habar de que nunca podrían besar a alguien que fuese chino o a alguien que tuviese la piel muy oscura. Dijeron que sus papás las matarían y que ellas tampoco lo podrían aguantar. Decidí alejarme de la conversación pensando, “¿qué tiene de malo alguien de China?”

Sin embargo, es muy importante aclarar que no creo que todos los peruanos sean racistas. Conozco a muchos que aceptan y respetan la diversidad cultural. Lo que es una lástima es que todavía se encuentran usando estas palabras. Tal vez es algo que está completamente establecido en su cultura y comportamiento natural. Puede ser que sea demasiado difícil o imposible escapar de esta mala costumbre de hablar así.


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