Las mujeres de verdad tienen curvas

Las latinas en el cine de Hollywood

March 2007

Hace poco, la revista Time en “Los 25 Hispanos más influyentes en los Estados Unidos” presentó un resumen de los 25 latinos que han dejado su marca en los aspectos sociales, políticos y culturales para el progreso del país en los últimos treinta años. De los 25 seleccionados, solamente siete eran mujeres. El trabajo de los escritores de este artículo pretendía iluminar el crecimiento de la cultura “Hispánica” dentro de la sociedad —como si todas las naciones marcadas por el colonialismo español fuesen una cultura única. Pero al menos el artículo logra crear un espacio para una discusión sobre las representaciones de lo latino en los medios de comunicación. Y lo primero que se ve es la falta de representación latina en la televisión y en Hollywood.

De las pocas películas que emplean la cultura latina dentro de las normas sociopolíticas y culturales homogenizadas en los Estados Unidos, las producciones sobre las mujeres mexicanas que residen en Los Ángeles, California, como “Las mujeres de verdad tienen curvas” (Real Women Have Curves) y “Sopa de Tortilla” (Tortilla Soup), logran desafiar la noción de que todas las mexicanas (y méxico-americanas) viven la misma vida y piensan las mismas cosas. Claro que mientras las dos producciones cinematográficas hablan sobre las frustraciones económicas, culturales y sociopolíticas en las vidas de varias comunidades mexicanas en Los Ángeles, ambas películas también presentan aspectos problemáticos que a la vez refuerzan estereotipos de la mujer latina y de la cultura singular Latina, que muchos creen existe.

En Las mujeres de verdad..., la protagonista, Ana (interpretada por América Ferrera) es la hija menor de padres emigrantes de México, nacida y criada en los Estados Unidos. La película comienza con Ana limpiando las ventanas de la casa antes de irse a la escuela. Esta escena de Ana lavando la ventana parada afuera de la casa recuerda a la imagen de la mujer y la ventana, presente en varios géneros de literatura, y especialmente explorada en la literatura de autoras chicanas feministas.

Viendo la vida desde la ventana

El cuento “Mi Nombre” del libro de Sandra Cisneros, La Casa en la Calle Mango, discute la posición de la mujer mexicana detrás de una ventana, descansando en su codo, la situación marginal y atrapada de sí misma dentro de los sistemas de poder institucional, económico y sociopolítico, y tanto cultural como sexual. Con esta imagen, Cisneros participa en el discurso sobre la historia detrás de la mujer que mira por la ventana y contribuye a que Esperanza, la protagonista y narradora principal del libro, no quiera heredar el lugar de su abuela junto a la ventana. En la película, considerando que Ana está junto a la ventana, pero afuera, mirando hacia dentro con la misma mirada ilustrada por Cisneros, se prefigura la movilidad de Ana en comparación a las mujeres cuyas miradas vienen de adentro de la casa. Para Ana, y esos de su generación asistir y acabar con éxito la escuela gringa en Los Angeles es a veces difícil, pero no imposible.

Siendo el producto de los sacrificios de ambos padres y de su hermana mayor, Ana tiene la oportunidad de ir a la la universidad con una beca completa. Mientras que su madre, como mujer pobre e inmigrante, trabajó con sus manos cociendo durante años y continúa haciéndolo junto a su hija mayor, a Ana se le dio el derecho de ir a la escuela y ahora se le presenta también la oportunidad del trabajo intelectual por medio de la educación universitaria. Su movilidad le ayuda a escapar de las labores físicamente extenuantes que atrapan a toda la familia de Ana dentro del sistema frívolo del capitalismo patriarcal.

En su papel como méxico-americana, Ferrera, que en realidad es hondureña-americana y cuya primera lengua es el inglés, refuerza la noción de latinidad, criticada por Frances R. Aparicio en su articulo, “Jennifer as Selena: Rethinking Latinidad in Media and Popular Culture”, publicado en Latino Studies en marzo de 2003. Es decir, por ser latina Ferrera representa el cuerpo y la vida de la latina sin importar su nacionalidad. Aparicio recuerda las películas Selena y En el Tiempo de las Mariposas, y cómo los personajes de ambas películas fueron interpretados por latinas con una identidad nacional diferente a la del personaje de la película. La portorriqueña Jennifer López capturó los corazones de millones y pasó por tejana en Selena, mientras que Salma Hayek, la Mexicana de Hollywood, hizo de dominicana en En el Tiempo…. Con estos ejemplos se puede ver cómo las actrices latinas en Hollywood son intercambiables y a la vez la falta de personajes latinos, y más específicamente, de personajes variados y complejos latinoamericanos en las películas más populares de hoy en día.

Entre la realidad y el sueño americano

La película (inspirada en la obra de teatro de Josefina López, “Las mujeres de verdad tienen curvas”) cuenta la historia de una joven México-Americana de Los Ángeles que acaba de graduarse de la secundaria, que quiere estudiar en la universidad y que se ve forzada a combatir contra los deseos de su madre (Lupe Ontiveros). Mientras que completa la solicitud de ingreso para la universidad, Ana trabaja en la fábrica de costura de su hermana mayor, Estela (Ingrid Oliu) por ordenes de su madre. En esta fábrica, que Ana define como “trabajo de esclavo” y a las trabajadoras como “esclavas” para compañías como Bloomingdales, Ana llega a entender el duro y admirable trabajo que realizan sus compañeras y su mamá. También entiende con más claridad la relación y posición económica y social de ella y su admirador y compañero de clases, Jimmy. Cuando Jimmy piensa que Ana tiene planes de ir a Europa, él le promete encontrar una “perspectiva distinta” en Europa, en donde él cree las cosas no son tan fáciles como en los Estados Unidos. Lo que Jimmy no entiende es que no todos los que viven en este país, nacidos aquí o no, tienen los mismos privilegios y seguridades.

Aunque esta película no cuestiona el intercambio de los roles entre actrices latinas, sí logra afirmar nuevamente que la mujer latina no es una sola, sino que son de diferentes tamaños, colores y generaciones. La negociación de Ana entre su doble ciudadanía mexicana y estadounidense (famosa en las obras de López) expone la compleja vida de esta muchacha, en su lucha hacia la libertad de su madre tradicional y un poco loca y su entendimiento del mundo frívolo fuera de la escuela secundaria. La película, como medio de comunicación y expresión artística, demuestra las grandes diferencias entre el mundo en Boyle Heights y el oeste de la ciudad, donde sólo viven los más ricos. Las escenas del trabajo del padre de Ana, como la oficina de la patrona de Estela dan cuentan tanto de la relación con sus empleados sin necesidad de palabras en el guión. “Las mujeres de verdad tienen curvas”, como proyecto político y artístico sobre una chica de Los Ángeles que vuela de su nido para explorar la realidad en la ciudad de Nueva York, es totalmente recomendada para toda audiencia de todas las edades.




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