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Cuento

Luna Llena

February 2008

en la ruta 34 pasé un enorme pavo encima de un venado muerto al lado de la carretera. el venado tenía una herida en el estómago donde se aferraban las dos garras sangrientas del pavo. las luces del carro desenmascaraban las siluetas fugaces escondidas en los árboles a cada lado del camino. vi al pavo por un instante y seguí manejando. era un oscuro atardecer. 

seguí manejando con la imagen del pavo y el venado en la mente. me di la vuelta y regresé. ya era noche. al aproximarme a estos dos animales, puse las luces altas para poderlos ver bien. en el instante que hice esto el pavo abrió sus alas como si fuera a volar. hizo un sonido asqueante. sentí repulsión al escucharlo. me quedé viendo el pavo. no sé por qué pero pensé en mi madre y la última vez que la vi. 

 

todo comenzó en una excursión a las montañas de palmira. mi mamá manejaba. íbamos en su jeep azul. siempre que conducía, mi mamá se concentraba como si estuviera buscando algo que casi encontraba. traté de hablar, pero cortésmente me dijo que me concentrara en el paisaje. 

su postura era siempre relajada, aunque emanaba una fuerza increíble. en su presencia siempre me sentía relajado, como si a su alrededor la cubriera una neblina refrescante.  mi madre era dulce. su presencia te nutría. al enfermarme cuando niño, me ponía su mano caliente en la frente. me cantaba canciones y me decía,“hay una fuerza del universo que se encuentra en todo. deja que te entre con mi mano y te cure. deja que te sane”.

parqueamos el carro al pie de la montaña en la casa de unos conocidos de ella. yo no conozco a mucha gente todavía porque viví la mayor parte de mi vida en los estados unidos. los amigos de ella nos dieron sancocho de gallina vieja. un sancocho exquisito.  papa, plátano, yuca, tenía hasta ñame. 

después de la comida, arrancamos a pie hacia el tope de la montaña. me susurró al oído que debíamos caminar en silencio, concentrándome en los sonidos y todo lo que pudiera ver. ve todo a tu alrededor, siempre. da vistazos breves. 

 mientras se agachaba a mirar una hoja enorme y brillantemente verde me habló de las diferentes energías del mundo. “esta hoja está llena de vida porque este bosque está repleto de una energía increíblemente benéfica. en los picos de las montañas, la energía es más fuerte.  para allá vamos”. 

caminamos y escalamos por seis horas. la agilidad y fuerza física de mi madre eran asombrosas. caminaba tan rápido que tenía que esperarme a que yo descansara los pulmones. 

cuando llegamos al pico yo casi ni podía respirar. el aire era puro, frío. podíamos ver todas las colinas en la distancia. había una nube que parecía una mujer volando. 

nos alejamos un poco del pico y nos sentamos contra una piedra grande que nos cubría del viento. nos sentamos de espaldas contra la piedra. me gustaba ese sitio. me sentía relajado. permanecimos en silencio y escuché el silbido del viento. aunque el viento soplaba fuerte, su silbido era más bien dulce y agradable.  una delicada paz emanaba de mí gracias al silencio. 

mi madre me comenzó a hablar.

“hay sitios en el bosque, en las piedras, hasta en ciertas casas, donde la sangre invisible del universo fluye más que en otros sitios. alguna sangre debilita y otras nos energizan.  esta hermosa piedra, parte de esta enorme, bella montaña, vibra con energía. es un sitio de poder. creo que lo sientes.  sientes sueño, ¿no? te sientes muy relajado. todo lo ves con claridad. nos estamos empapando de esta energía para prepararme y prepararte a mostrarte algo que he querido compartir contigo desde antes que nacieras.”

vi a mi madre tan serena, tan bella al hablar. había un tenue brillo color ámbar en su entorno. este brillo semi-invisible me estaba entrando por la corona de la cabeza. entendí que ella me estaba dando su energía. me vino a la mente la idea de lo fácil que es dar y recibir nuestra energía. en ese instante entendí que al pelear con alguien succionamos la energía del otro. el que gana el argumento gana la energía del otro que queda débil a su vez. entendí que al reír con abandono junto con otra persona, los dos nos energizamos. 

mi madre se paró y comenzó a respirar rápidamente: inhaladas abruptas y exhaladas extendidas y vise versa. miró hacia la luna. era luna llena. con la cabeza todavía mirando el cielo, comenzó a trotar en el mismo sitio rítmicamente. cantaba una canción repetitiva.  se sacudía y contraía sus músculos. se movía como un pájaro. en mi mente se me apareció su voz:

“mi animal es el pavo”. 

cantaba mientras danzaba lentamente. su voz era hermosísima. luego cambió a movimientos como de tai chi y artes marciales. parecía como si recogiera algo con sus manos y sus pies y lo pusiera en diversos tendones y órganos en su cuerpo. 

al verla hacer estos movimientos me sentí fuerte y capaz de todo. Sabía que el efecto era igual para ella. de repente gritó mirando hacia el infinito del cielo oscuro.   

sentí una vibración, cargas de electricidad, como si tuviera millones de hormigas caminando por todos los rincones de mi cuerpo. también escuchaba esta vibración. la sentía en los oídos. sentía la misma presión que uno siente al hundirse más y más en la profundidad del mar. la presión se volvía más intensa. me dolían los huesos. 

vi una nube en el cielo. nunca había visto una nube así en mi vida. era como si fuera una nube de polvo de plata. esta nube se movía en círculos alrededor de mi madre. la cubrió tan completamente que no la pude ver más. la nube entonces se expandió y siguió flotando en el cielo llevándosela. la nube formó la silueta de mi madre en el cielo. la nube era enorme. me dio risa. mi madre, una nube intergaláctica. 

pude ver el sol del amanecer. el sol era el tamaño de su ojo derecho y la luna era del tamaño de su ojo izquierdo. la luna era azulada. pude ver que alrededor de la luna había huecos negros.  supe sin saber como que eran vórtices a otros mundos. mi madre, hecha de nube de plata, se acercó al sol y lo sopló sin apagarlo. el sol parecía un malvavisco en llamas. mi mamá tomó el sol entre su dedo índice y el pulgar y se lo comió. 

“encuentra la luna en tus sueños” me dijo mientras se acomodaba la luna como su ojo izquierdo.

abrí y cerré los ojos. mi madre estaba a mi izquierda. los dos estábamos sentados contra la piedra en el pico de la montaña. me sonrió y luego se rió a carcajadas hasta que se le salieron las lagrimas.

cuando se calmó me dijo, “he tratado de conservar mi paz interior por toda una vida”.

me dio un abrazo fuerte. 

“la paz es el recipiente de la energía en el cuerpo humano.  te traje aquí para que sientas la paz de sitios como esta montaña y te pido que busques sitios como este por el resto de tu vida”.

quise hablarle. quise hacerle una pregunta pero no tenía alientos ni para pensar. prefería quedarme inmóvil, en silencio. 

“no te esfuerces por entender lo que te mostré hoy. un día inesperado vas a saberlo. vas a sonreír porque al fin habrás recibido este regalo de percepción que te dí.” 

nunca más volví a ver a mi madre. sentí rabia con ella por un tiempo, por haberse ido tan de repente. de vez en cuado me visita en los sueños. hasta en los sueños me regaña, diciéndome, “deje ese maldito hábito de fumar, carajo”.




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Comments

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Posted: 4/4/2012