Tayrona, Colombia

: En una de esas vueltas locas que da la vida, cuando crees haber encontrado el amor, fui a parar a ese pedacito de cielo bañado por las aguas del mar Caribe. El parque es una amalgama perfecta de mar y selva, un destino que los amantes del ecoturismo no pueden dejar pasar por alto.

Los sitios más atractivos son: Arrecifes, uno de los lugares donde dormir, adyacente a una playa donde la furia del mar y las rocas del fondo han cobrado la vida de muchas personas irresponsables; La Piscina, que como su nombre indica es una piscina creada por una barrera natural de rocas y corales, recomiendo aventurarse a descubrir sus fondos marinos; Cabo de San Juan del Guía, donde también se puede acampar y la playa es exquisita; Pueblito, un fragmento de historia de la cultura prehispánica, hogar de algunos Koguis descendientes de los aborígenes tayronas; y Sendero los Naranjos, donde los surfistas profesionales pueden disfrutas de las mejores olas de la región.

Me es casi imposible decidir exactamente qué fue lo que me hizo enamorar del parque, habrán sido las noches estrelladas más increíbles que jamás haya visto, o quizás la brisa y el arrullo constante del mar, tal vez tanta naturaleza, tanta vida. Tayrona es en mi diccionario sinónimo de felicidad y tranquilidad… ese lugar al que siempre quiero volver.

Foto 1: Desde Barlovento, una pequeña finca ubicada en el Sendero los Naranjos, se puede apreciar esta increíble vista del parque. Tayrona se extiende desde el mar hasta los 900 metros de altura, posibilitando la existencia de diferentes ecosistemas y por ende una gran variedad en la flora y la fauna.

Foto 2: La subida a Pueblito es por rocas, y la verdad no es para nada fácil. La recompensa se encuentra al llegar a la entrada del lugar. Es un paisaje diferente enmarcado por la selva y bañado por una paz inconcebible.

Foto (3 o 4) y Foto 5: El hecho de que en algunas playas de Tayrona esté prohibido bañarse no quita que se pueda disfrutar del maravilloso paisaje y la deliciosa brisa; quizás durmiendo la siesta en una hamaca, leyendo un libro acostado sobre las rocas o simplemente tomando el sol.