Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Medio ambiente
Justicia alimentaria y diseño regenerativo
El caso del programa de la cárcel a la Granja la universidad y empleo
Por María Puente Flores
June 2023El diseño regenerativo une el poder de la naturaleza con la creatividad humana para trascender las limitaciones actuales y crear un mundo justo donde todos puedan prosperar, explica la codirectora y fundadora de Regenerate Change, Abrah Dresdale, sobre su libro Diseño regenerativo para agentes de cambio. Dresdale recientemente participó de la serie de charlas sobre agricultura COMMON GROUND, un festival internacional sobre la política de la tierra y los alimentos, la bienal LAB con el Centro para los Derechos Humanos y las Artes y el Centro Fisher de las Artes Escénicas de Bard College. ¿Cómo es que se puede llevar la teoría del diseño regenerativo a la práctica?
Pensando en Diseño Social en la Intersección de la Tierra y la Comida fue el título de la charla de Abrah Dresdale, diseñadora social, consultora y educadora, especializada en pensamiento de diseño para el cambio social. Dresdale además forma parte del cuerpo docente de la Universidad de Massachusetts Amherst y del Centro para la Vida Sostenible del Instituto Omega. Dresdale ejemplificó el proceso de diseño regenerativo con el caso de un programa de justicia alimentaria en una prisión llamado “Jail-to-Farm-to-College and Employment”, algo así como “Programa De la cárcel-a la granja-a la universidad y empleo”. Abrah diseñó y lideró ese programa en la cárcel del condado de Franklin en Greenfield, Massachusetts.
Situada en 37 hectáreas de tierra sin bosque que descienden hasta el río verde, la cárcel del condado de Franklin es una instalación de seguridad media con 250 ciudadanos encarcelados. De hecho, allí había una granja en funcionamiento hace 27 años en la que los presos cultivaban sus verduras y ordeñaban sus vacas; la mayoría de las comidas que consumían provenían de su trabajo agrícola. “Con qué rapidez el sistema alimentario industrial y los alimentos producidos en masa que se venden al precio más bajo llegan a los estómagos de los más vulnerables de nuestra sociedad”, comentó Abrah. Por eso, ella explicó que gran parte del proyecto “De la cárcel-a la granja-a la universidad” se centra en la segregación alimenticia. La mayoría de las personas encarceladas están allí por consumo de drogas y falta de vivienda. Aunque la cárcel tiene un paradigma punitivo, se vende como un “paradigma de recuperación”, dijo Abrah. Sorprendentemente, la cárcel del condado de Franklin es uno de los lugares más liberales y progresistas en comparación con otras cárceles del condado.
La misión del programa Jail-to-Farm-to-College es lograr la soberanía y la dignidad de los encarcelados. El aprendizaje agrícola, los jardines, y los cursos universitarios, son los vehículos a través de los cuales se logran la soberanía y la dignidad.
Los objetivos del proyecto surgieron tras entrevistas con ciudadanos encarcelados, foros con la comunidad en general, y miembros clave del personal administrativo. Es decir, las personas que diseñaron este proyecto estaban especialmente interesados en escuchar a las personas a quienes el proyecto pretendía beneficiar, y en expresar esas necesidades a las personas con poder y convertirlas en aliadas. La consultora Dresdale comentó que cuando los proyectos de justicia social no se hacen de manera colectiva “puede haber un patrón inconsciente del síndrome del salvador blanco que reproduce dinámicas coloniales” y esto podría terminar siendo un desperdicio de recursos. Ella contó su propia experiencia personal de tener que revisar su mentalidad al entrar a las cárceles: “estamos todos en la sopa de la cultura hegemónica del colonialismo misionero; y hay dificultades para desaprender las actitudes que hemos interiorizado durante siglos”. Por eso Abrah se detiene a reflexionar e integrar observaciones incluso a lo largo del proceso de implementación de los proyectos.
Creación colectiva
El programa Jail-to-Farm-to-College ayuda a canalizar los fondos estatales – a través del departamento de educación – hacia experiencias que son transformadoras para los encarcelados; esto puede ser considerado como una forma de reparación. Los objetivos específicos son nutrición, acceso a productos locales frescos, ampliar las oportunidades terapéuticas con la horticultura, ofrecer capacitación en habilidades vocacionales y preparación académica por parte del colegio comunitario local, acceso al ejercicio regular, crear una red de apoyo de mentores y profesionales para reducir las tasas de reincidencia, y, por último, brindar oportunidades de empleo en la economía alimentaria regional. En otras palabras, la pregunta que el proyecto responde es: ¿cómo se ve cuando creamos un cambio social dentro del ‘ombligo de la bestia’ al ampliar el acceso a ciertos recursos?
Las personas encarceladas estaban tomando clases universitarias y esto les otorgó la capacidad de expresar sus luchas y necesidades. Dresdale reflexionó: “¿Qué me da esperanza? … Agentes de cambio que están encarcelados con la menor cantidad de soberanía y recursos, abogando por la comida local, por la sostenibilidad, por su bienestar, ante la persona que tiene el poder más alto en el sistema: el alguacil local sentado en esa misma habitación. Y debido a estas presentaciones se han producido numerosos cambios estructurales dentro de esta instalación”.
Abrah habló también de un nuevo proyecto que acaba de lanzarse en 2021, “se está diseñando un plan de estudios de justicia climática de 48 horas para enseñar en cárceles y prisiones. Se está poniendo a prueba en la cárcel del condado de Franklin. Toma en consideración sistemas completos y pensamiento interseccional. Todo está pensado a través de una lente de justicia racial y descolonización e incorpora escritura de arte, ritual y futurismo”.
El proyecto Jail-to-Farm-to-College en la cárcel del condado de Franklin es un estudio de caso que nos muestra cómo el proceso de diseño social ayuda a usar nuestras herramientas y recursos para hacer proyectos que crean cambios locales que avancen hacia un mejor futuro.
Un poco más cerca, y por otra parte, en la Iniciativa de Bard en la prisión, BPI, hay más de 300 estudiantes encarcelados inscriptos a tiempo completo en programas que culminan en títulos de Bard College. bpi.bard.edu
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Situada en 37 hectáreas de tierra sin bosque que descienden hasta el río verde, la cárcel del condado de Franklin es una instalación de seguridad media con 250 ciudadanos encarcelados. De hecho, allí había una granja en funcionamiento hace 27 años en la que los presos cultivaban sus verduras y ordeñaban sus vacas; la mayoría de las comidas que consumían provenían de su trabajo agrícola. “Con qué rapidez el sistema alimentario industrial y los alimentos producidos en masa que se venden al precio más bajo llegan a los estómagos de los más vulnerables de nuestra sociedad”, comentó Abrah. Por eso, ella explicó que gran parte del proyecto “De la cárcel-a la granja-a la universidad” se centra en la segregación alimenticia. La mayoría de las personas encarceladas están allí por consumo de drogas y falta de vivienda. Aunque la cárcel tiene un paradigma punitivo, se vende como un “paradigma de recuperación”, dijo Abrah. Sorprendentemente, la cárcel del condado de Franklin es uno de los lugares más liberales y progresistas en comparación con otras cárceles del condado.
La misión del programa Jail-to-Farm-to-College es lograr la soberanía y la dignidad de los encarcelados. El aprendizaje agrícola, los jardines, y los cursos universitarios, son los vehículos a través de los cuales se logran la soberanía y la dignidad.
Los objetivos del proyecto surgieron tras entrevistas con ciudadanos encarcelados, foros con la comunidad en general, y miembros clave del personal administrativo. Es decir, las personas que diseñaron este proyecto estaban especialmente interesados en escuchar a las personas a quienes el proyecto pretendía beneficiar, y en expresar esas necesidades a las personas con poder y convertirlas en aliadas. La consultora Dresdale comentó que cuando los proyectos de justicia social no se hacen de manera colectiva “puede haber un patrón inconsciente del síndrome del salvador blanco que reproduce dinámicas coloniales” y esto podría terminar siendo un desperdicio de recursos. Ella contó su propia experiencia personal de tener que revisar su mentalidad al entrar a las cárceles: “estamos todos en la sopa de la cultura hegemónica del colonialismo misionero; y hay dificultades para desaprender las actitudes que hemos interiorizado durante siglos”. Por eso Abrah se detiene a reflexionar e integrar observaciones incluso a lo largo del proceso de implementación de los proyectos.
Creación colectiva
El programa Jail-to-Farm-to-College ayuda a canalizar los fondos estatales – a través del departamento de educación – hacia experiencias que son transformadoras para los encarcelados; esto puede ser considerado como una forma de reparación. Los objetivos específicos son nutrición, acceso a productos locales frescos, ampliar las oportunidades terapéuticas con la horticultura, ofrecer capacitación en habilidades vocacionales y preparación académica por parte del colegio comunitario local, acceso al ejercicio regular, crear una red de apoyo de mentores y profesionales para reducir las tasas de reincidencia, y, por último, brindar oportunidades de empleo en la economía alimentaria regional. En otras palabras, la pregunta que el proyecto responde es: ¿cómo se ve cuando creamos un cambio social dentro del ‘ombligo de la bestia’ al ampliar el acceso a ciertos recursos?
Las personas encarceladas estaban tomando clases universitarias y esto les otorgó la capacidad de expresar sus luchas y necesidades. Dresdale reflexionó: “¿Qué me da esperanza? … Agentes de cambio que están encarcelados con la menor cantidad de soberanía y recursos, abogando por la comida local, por la sostenibilidad, por su bienestar, ante la persona que tiene el poder más alto en el sistema: el alguacil local sentado en esa misma habitación. Y debido a estas presentaciones se han producido numerosos cambios estructurales dentro de esta instalación”.
Abrah habló también de un nuevo proyecto que acaba de lanzarse en 2021, “se está diseñando un plan de estudios de justicia climática de 48 horas para enseñar en cárceles y prisiones. Se está poniendo a prueba en la cárcel del condado de Franklin. Toma en consideración sistemas completos y pensamiento interseccional. Todo está pensado a través de una lente de justicia racial y descolonización e incorpora escritura de arte, ritual y futurismo”.
El proyecto Jail-to-Farm-to-College en la cárcel del condado de Franklin es un estudio de caso que nos muestra cómo el proceso de diseño social ayuda a usar nuestras herramientas y recursos para hacer proyectos que crean cambios locales que avancen hacia un mejor futuro.
Un poco más cerca, y por otra parte, en la Iniciativa de Bard en la prisión, BPI, hay más de 300 estudiantes encarcelados inscriptos a tiempo completo en programas que culminan en títulos de Bard College. bpi.bard.edu
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