Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Cuando se vence la nación: derechos con fecha de caducidad
Por Laura Pérez Rangel
September 2022Es difícil imaginar una crisis cuando hablamos de pasaportes y documentos de identidad, pero existe y está pasando en Venezuela.
Más de seis millones de venezolanos han dejado el país en condición de migrantes o refugiados desde el año 2014, lo que equivale a un 20% de la población, según las cifras recopiladas y publicadas por ACNUR, la Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas. La crisis de pasaportes en Venezuela ha exacerbado la inmigración sin papeles a países vecinos, ya que no sólo son difíciles de renovar, sino que tener un pasaporte nuevo es mucho más difícil. Y el proceso no es sólo complicado y tardío, sino ridículamente costoso: la catastrófica situación económica del país, los sueldos mínimos por debajo de los 5 dólares mensuales, y un pasaporte conseguido por medios oficiales cuesta $200 —por medios extraoficiales puede llegar a costar miles de dólares.
Además de limitar la movilidad, el pasaporte es una manifestación del lazo entre el ciudadano y el país al que pertenece y por el cual está supuestamente protegido. La nación, el aspecto más espiritual y metafísico del asunto, es así víctima de una fecha de expiración. Puedes volver a Venezuela con tu pasaporte vencido, pero no puedes salir. Hay quienes arriesgan y vuelven para intentar solventar sus problemas de documentación en Venezuela, pero muchos prefieren seguir esperando en el exterior, en donde es posible tener fuentes fijas de ingreso para poder subsistir y apoyar a seres queridos que siguen en Venezuela.
Para la filósofa política judía alemana refugiada y nacionalizada estadounidense, Hannah Arendt, el sistema de naciones-estados lleva consigo una falla inherente desde su creación. Se trata de la fantástica idea de que cada estado garantiza protección y derechos a sus propios ciudadanos, sin tomar en cuenta de que hay minorías y grupos que pueden ser atacados dentro de la aparente homogeneidad de la nación, como el caso de los judíos durante la segunda guerra mundial. Con Venezuela, el no funcionamiento del sistema de pasaportes afecta directamente a aquellos que necesitan salir del país, creando aún más vulnerabilidad en las fronteras y fuera del país. ¿Y qué pasa cuando el estado falla en su rol de proteger a sus ciudadanos? ¿quién cuida a esta gente? ¿Qué constitución los abraza ahora? Arendt explica que este es el origen de lo que conocemos como refugiados: aquellos que caen en esta brecha en la que su mismo país los rechaza. Gente sin estado, y, por ende, sin derechos.
Personas que ya pasaban por una situación bastante vulnerable, ahora tienen más limitaciones debido a su situación no sólo de inmigrante o refugiado sino como alguien cuyo documento de identidad no es funcional. No podemos hablar de esta situación sin antes mencionar y reconocer a países que han abierto sus fronteras a millones de venezolanos sin pasaporte o con pasaporte vencido como Colombia, Estados Unidos y Perú.
Unas de las soluciones que el gobierno venezolano ha encontrado ha sido crear un sistema de prórrogas; que consiste en extensiones en forma de stickers que se pegan al pasaporte y que cumplen la función de página principal del pasaporte, pero que sólo duran dos años desde la fecha de emisión, lo que es poquísimo si consideramos el tiempo que tardan estos documentos en llegar a las embajadas correspondientes y ser entregados a sus portadores, además de las restricciones del estado venezolano en no aceptar pasaportes con menos de seis meses de validez para poder salir del país.
En el caso de los venezolanos que viven en países que no tienen relaciones diplomáticas con Venezuela, como Estados Unidos, es aún más difícil renovar el pasaporte, muchas veces el único documento de identidad que es válido en este país si no tienes licencia de conducir. A los venezolanos que viven en Estados Unidos les toca dejar el país para poder tramitar un nuevo pasaporte, lo que es costoso y afecta a todos aquellos que no tienen una condición regular aquí. Al no tener embajadas y consulados en Estados Unidos, se les ha negado el derecho a la identidad a los venezolanos.
*El debate está servido. Y usted ¿qué opina? Escriba a [email protected] y ¡haga oír su voz!
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Además de limitar la movilidad, el pasaporte es una manifestación del lazo entre el ciudadano y el país al que pertenece y por el cual está supuestamente protegido. La nación, el aspecto más espiritual y metafísico del asunto, es así víctima de una fecha de expiración. Puedes volver a Venezuela con tu pasaporte vencido, pero no puedes salir. Hay quienes arriesgan y vuelven para intentar solventar sus problemas de documentación en Venezuela, pero muchos prefieren seguir esperando en el exterior, en donde es posible tener fuentes fijas de ingreso para poder subsistir y apoyar a seres queridos que siguen en Venezuela.
Para la filósofa política judía alemana refugiada y nacionalizada estadounidense, Hannah Arendt, el sistema de naciones-estados lleva consigo una falla inherente desde su creación. Se trata de la fantástica idea de que cada estado garantiza protección y derechos a sus propios ciudadanos, sin tomar en cuenta de que hay minorías y grupos que pueden ser atacados dentro de la aparente homogeneidad de la nación, como el caso de los judíos durante la segunda guerra mundial. Con Venezuela, el no funcionamiento del sistema de pasaportes afecta directamente a aquellos que necesitan salir del país, creando aún más vulnerabilidad en las fronteras y fuera del país. ¿Y qué pasa cuando el estado falla en su rol de proteger a sus ciudadanos? ¿quién cuida a esta gente? ¿Qué constitución los abraza ahora? Arendt explica que este es el origen de lo que conocemos como refugiados: aquellos que caen en esta brecha en la que su mismo país los rechaza. Gente sin estado, y, por ende, sin derechos.
Personas que ya pasaban por una situación bastante vulnerable, ahora tienen más limitaciones debido a su situación no sólo de inmigrante o refugiado sino como alguien cuyo documento de identidad no es funcional. No podemos hablar de esta situación sin antes mencionar y reconocer a países que han abierto sus fronteras a millones de venezolanos sin pasaporte o con pasaporte vencido como Colombia, Estados Unidos y Perú.
Unas de las soluciones que el gobierno venezolano ha encontrado ha sido crear un sistema de prórrogas; que consiste en extensiones en forma de stickers que se pegan al pasaporte y que cumplen la función de página principal del pasaporte, pero que sólo duran dos años desde la fecha de emisión, lo que es poquísimo si consideramos el tiempo que tardan estos documentos en llegar a las embajadas correspondientes y ser entregados a sus portadores, además de las restricciones del estado venezolano en no aceptar pasaportes con menos de seis meses de validez para poder salir del país.
En el caso de los venezolanos que viven en países que no tienen relaciones diplomáticas con Venezuela, como Estados Unidos, es aún más difícil renovar el pasaporte, muchas veces el único documento de identidad que es válido en este país si no tienes licencia de conducir. A los venezolanos que viven en Estados Unidos les toca dejar el país para poder tramitar un nuevo pasaporte, lo que es costoso y afecta a todos aquellos que no tienen una condición regular aquí. Al no tener embajadas y consulados en Estados Unidos, se les ha negado el derecho a la identidad a los venezolanos.
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