Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Sueño americano
Sandra Cuéllar Oxford, “el sueño americano se está construyendo en la calle”
Por Gabriela Ávila
July 2021Estados Unidos cumple 245 años como Nación independiente y democrática. Sin embargo, el sueño para alcanzar justicia, libertad, bienestar y equidad para todos aún está en construcción. La disparidad social y económica que se evidenció durante el último año y las consecuencias que se derivaron de ello, generaron preguntas acerca del rumbo que sigue el país para lograr una democracia con derechos para todos.
“Los sistemas actuales están todos rotos, por eso el sueño americano está construyéndose afuera, en las calles, y está siendo reclamado especialmente por los jóvenes que están luchando por un mundo más justo”, señala Sandra Cuellar Oxford, Licenciada en Administración de Empresas por Marist College y Directora de la Federación Laboral del Valle del Hudson.
La desigualdad quedó plasmada en la manera en la que por un lado hay quienes amasan grandes fortunas y evitan pagar impuestos, como lo evidenció la Comisión de Finanzas del Senado y por otro, en la falta de derechos laborales y condiciones básicas de supervivencia de la mayoría de los trabajadores, muchos de ellos llamados esenciales.
“Existe una gran división en el país. Es una nación de grandes extremos y esa es nuestra realidad”, explica Sandra Cuellar. “Justo después de que el Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, garantizara el derecho de los trabajadores agrícolas a formar sindicatos en el 2019, llegó la pandemia y los obreros del corredor de empacadoras de comida procesada comenzaron a enfermarse de manera alarmante, sin poder acceder a servicios básicos”.
Sandra nació en Manhattan y creció en Queens. Su madre es colombiana y su padre italoamericano. Se mudó con sus hijos al Condado de Ulster y posteriormente a Sullivan. Actualmente vive en Hurleyville, NY. Al llegar en 1988 a Modena, atestiguó las terribles condiciones que los trabajadores agrícolas padecían. Perturbada por el racismo, derivado de las leyes segregacionistas “Jim Crow”, determinó que se convertiría en una aliada de la “Campaña para la Justicia Laboral para Campesinos”.
La defensora manifiesta, “en la Federación tenemos 113 mil familias adscritas a sindicatos que han estabilizado su situación. Yo pertenecí 14 años al Sindicato de Trabajadores Unidos de la Industria de la Comida y el Comercio. He visto que la gente con recursos para resolver su situación sale adelante, pero la gente sin derechos y sin recursos, vive mucha injusticia. Les roban sus salarios y por eso me dediqué a la justicia restaurativa”.
El Condado de Sullivan, considerado el tercero más insalubre, fue uno de lugares donde los trabajadores sufrieron más. “Todas las plantas empacadoras se identificaron con brotes de infección. Hubo gente que falleció, ya que los trabajadores fueron obligados a laborar codo a codo. La gente aun está sufriendo”, asegura la activista.
Agrega, “su estatus migratorio les impidió acceder a servicios de salud, seguro de desempleo, acceso a vivienda, entre otros, para no afectar su legalización, pese a ser ‘trabajadores esenciales’. Y es que no han sido vistos como ‘esenciales’, sino como ‘desechables’. La gente no sabe el maltrato que sufren, se les invisibiliza. Ahora que la situación se exacerbó, es imposible hacer como que no vemos la realidad”.
Complementa, “Sí estamos encontrando cierta mejoría pos-pandemia. Se ha entendido la necesidad de que los trabajadores tengan garantizados sus derechos, por el bien de todos, sean o no parte de un sindicato. Aunque contamos con los mismos aliados de antes, el trabajo que se hizo es formidable. Ha creado un marco que permitió que el Fondo de Trabajadores Excluidos pasara, cuando era imposible hablar del tema. Éste brinda apoyo a trabajadores que sufrieron pérdida de salarios y fueron excluidos de programas federales”.
“Pero no hay proceso sin lucha”, enfatiza. “Las relaciones que se generaron crearon una base fundamental. Ahora toca proteger lo que se ganó y seguir peleando por lo que falta, como el ‘Pro Act’, que garantizará derechos laborales, civiles y humanos a los trabajadores. Ya ha sido apoyado por el Presidente Biden. A veces la justicia no es inmediata y tenemos que seguir luchando por conseguirla”.
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La desigualdad quedó plasmada en la manera en la que por un lado hay quienes amasan grandes fortunas y evitan pagar impuestos, como lo evidenció la Comisión de Finanzas del Senado y por otro, en la falta de derechos laborales y condiciones básicas de supervivencia de la mayoría de los trabajadores, muchos de ellos llamados esenciales.
“Existe una gran división en el país. Es una nación de grandes extremos y esa es nuestra realidad”, explica Sandra Cuellar. “Justo después de que el Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, garantizara el derecho de los trabajadores agrícolas a formar sindicatos en el 2019, llegó la pandemia y los obreros del corredor de empacadoras de comida procesada comenzaron a enfermarse de manera alarmante, sin poder acceder a servicios básicos”.
Sandra nació en Manhattan y creció en Queens. Su madre es colombiana y su padre italoamericano. Se mudó con sus hijos al Condado de Ulster y posteriormente a Sullivan. Actualmente vive en Hurleyville, NY. Al llegar en 1988 a Modena, atestiguó las terribles condiciones que los trabajadores agrícolas padecían. Perturbada por el racismo, derivado de las leyes segregacionistas “Jim Crow”, determinó que se convertiría en una aliada de la “Campaña para la Justicia Laboral para Campesinos”.
La defensora manifiesta, “en la Federación tenemos 113 mil familias adscritas a sindicatos que han estabilizado su situación. Yo pertenecí 14 años al Sindicato de Trabajadores Unidos de la Industria de la Comida y el Comercio. He visto que la gente con recursos para resolver su situación sale adelante, pero la gente sin derechos y sin recursos, vive mucha injusticia. Les roban sus salarios y por eso me dediqué a la justicia restaurativa”.
El Condado de Sullivan, considerado el tercero más insalubre, fue uno de lugares donde los trabajadores sufrieron más. “Todas las plantas empacadoras se identificaron con brotes de infección. Hubo gente que falleció, ya que los trabajadores fueron obligados a laborar codo a codo. La gente aun está sufriendo”, asegura la activista.
Agrega, “su estatus migratorio les impidió acceder a servicios de salud, seguro de desempleo, acceso a vivienda, entre otros, para no afectar su legalización, pese a ser ‘trabajadores esenciales’. Y es que no han sido vistos como ‘esenciales’, sino como ‘desechables’. La gente no sabe el maltrato que sufren, se les invisibiliza. Ahora que la situación se exacerbó, es imposible hacer como que no vemos la realidad”.
Complementa, “Sí estamos encontrando cierta mejoría pos-pandemia. Se ha entendido la necesidad de que los trabajadores tengan garantizados sus derechos, por el bien de todos, sean o no parte de un sindicato. Aunque contamos con los mismos aliados de antes, el trabajo que se hizo es formidable. Ha creado un marco que permitió que el Fondo de Trabajadores Excluidos pasara, cuando era imposible hablar del tema. Éste brinda apoyo a trabajadores que sufrieron pérdida de salarios y fueron excluidos de programas federales”.
“Pero no hay proceso sin lucha”, enfatiza. “Las relaciones que se generaron crearon una base fundamental. Ahora toca proteger lo que se ganó y seguir peleando por lo que falta, como el ‘Pro Act’, que garantizará derechos laborales, civiles y humanos a los trabajadores. Ya ha sido apoyado por el Presidente Biden. A veces la justicia no es inmediata y tenemos que seguir luchando por conseguirla”.
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