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Era mi última oportunidad, ahora tenía DACA

Entrevista a Marlon Agustín-Méndez

Por Tamara Gruszko
September 2020
Lo único que Marlon recuerda del cruce de la frontera cuando tenía sólo cinco años es el miedo que sentía al verse separado de sus padres por unos días para facilitar el cruce. Cuando se recibió de la preparatoria de Poughkeepsie en 2006 no tenía buenas calificaciones, no iba siempre a clase y no podía imaginar un futuro diferente que trabajar en lo que ya conocía, la cocina de algún restaurante como donde trabajaban sus padres. “Ahora veo que no me esmeraba en parte porque yo sabía que, siendo indocumentado, al terminar la escuela me iba a poner a trabajar. No tenía otras aspiraciones por la situación en la que yo me encontraba” reflexiona Marlon, un joven originario de Oaxaca donde su familia cultivaba la tierra.
A Marlon Agustín-Méndez le tomó dos intentos inscribirse en Dutchess Community College. La primera vez se asustó y pegó media vuelta cuando vio que le pedían Seguro Social y se fue a trabajar de cocinero. Pero el trabajo era muy duro y dos años más tarde decidió probar de nuevo. Esta vez no sólo fue aceptado, sino que completó el diploma de dos años en publicidad y arte. Pero aún así, sin Seguro Social y sin dinero no encontró otra alternativa que volver a los restaurantes. Estaba desencantado, el trabajo era agotador y no veía futuro.

En 2012 el presidente Obama decretó la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, DACA, pero Marlon tenía 25 años y sentía que era tarde para volver a estudiar. En cambio, obtuvo un permiso de trabajo pensando en ahorrar y regresar a México. Pero sus padres tenían otros planes para él y un día lo sorprendieron con un cheque para el costo de la inscripción a la universidad y una admonición de su mamá, “hoy mismo te inscribes”. Conmovido por el gesto de sus padres que tanto habían luchado para darle una oportunidad, se presentó nuevamente en Dutchess Community College y esta vez lo ayudaron a encontrar su pasión, el trabajo social. “Yo quería utilizar mis estudios para impactar, para hacer algo bueno” dice Marlon que como parte de sus prácticas eligió trabajar en Project MORE, un programa en la ciudad de Poughkeepsie para combatir la reincidencia penal. Así recibió su segundo diploma de dos años, esta vez como Asistente Social e inmediatamente una oferta de trabajo para continuar en MORE. “Estaba muy motivado. Era mi última oportunidad. Ahora tenía DACA, algo que me iba a respaldar para poder desenvolverme, para hacer algo en este mundo”.

Había logrado lo que buscaba, pero una de sus profesoras le aconsejó que completara su título de cuatro años en el Bronx, en Lehman College. No creía que fuera posible y le preocupaba el costo de vida, pero lo aceptaron y empezó a viajar diariamente en tren a Nueva York. Regresaba a Poughkeepsie a medianoche y aprovechaba el viaje para estudiar. Le gustaba ir a la biblioteca y leía sin parar, pero sobre todo disfrutaba de ser parte de una comunidad que le resultaba estimulante y con la cual se identificaba. “Parecía algo surreal, no podía creer que esto me estaba pasando a mí. Eso era el sueño americano desenvolviéndose. Algo increíble”. En la universidad participaba también de organizaciones para ayudar a otros alumnos indocumentados como el Mexican Studies Institute, donde aun hoy es mentor de otros jóvenes soñadores. Marlon finalizó sus estudios y se recibió Suma Cum Laude, el más alto honor, con una Licenciatura en Trabajo Social. “Nosotros, como personas que hemos estudiado, tenemos un privilegio que implica también una responsabilidad. Con nuestros conocimientos podemos ayudar no solo a gente indocumentada, sino a otros inmigrantes para que tengan acceso a la educación. Como comunidad lo que más nos atrasa es la falta de acceso a la información”.

En 2018, cuando por orden del presidente Trump, la protección de DACA parecía desaparecer, Marlon vio una oportunidad. Decidió aplicar para una Maestría en Trabajo Social y fue aceptado entre otras, en la prestigiosa Universidad de Columbia. Un título que calculó lo ayudaría en cualquier parte del mundo en caso de ser deportado. Marlon se recibió en tan sólo un año para ahorrar dinero y comenzó a trabajar para Legal Aid Society de Nueva York donde forma parte de un equipo multidisciplinario que brinda servicios legales y apoyo a inmigrantes de habla hispana en centros de detención.

Marlon sueña con volver a trabajar en su comunidad de Poughkeepsie, pero no ha olvidado de dónde proviene. “La educación es una avenida para obtener un mejor estilo de vida y mejores recursos. Quiero traer más oportunidades a nuestros países. Nos vamos, emigramos para salir adelante, pero pienso que tengo que regresar algún día porque es mi lugar de nacimiento, mi comunidad, y debo también hacer algo por ellos” concluye este admirable joven.

RECUADRO: 
¿Cuál es la situación actual de DACA?

La Acción Diferida para los Llegados en la Infancia de 2012 nació como una solución limitada para jóvenes indocumentados que cumplieran ciertas condiciones. Renovable cada dos años y sin acceso a ciudadanía, la orden ejecutiva del presidente Obama ha permitido que estos jóvenes conocidos como “soñadores” puedan permanecer en el país sin temor de ser deportados además de la posibilidad de continuar con su educación y mejorar su situación mediante un número de seguro social, permisos de trabajo y otros beneficios. Pero DACA nunca fue una solución permanente para ellos ni para sus padres o los millones de residentes indocumentados de nuestro país.

En 2017 la administración del presidente Trump montó un desafío a este popular programa con la finalidad de rescindirlo y el gobierno no ha aceptado nuevas solicitudes desde entonces. Una batalla legal que llegó a la Corte Suprema y que en junio decretó que el intento del gobierno de terminar DACA es ilegal y le ordenó renovar el status de los jóvenes ya en el programa. La situación es aún confusa, especialmente para los nuevos candidatos a DACA y deja sin respuesta a muchos jóvenes soñadores. 
 
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Comments

Comentario: ¡Excelente! Te felicito Marlon. Eres un ejemplo y modelo para todos nuestros jóvenes que no se esmeran en la escuela y que no ven las posibilidades que pueden tener. Mucho menos entienden que con derechos y privilegios vienen obligaciones. Esas obligaciones incluyen apoyar, alentar, y motivar a la próxima generación. Siempre “pa’lante”; para atrás ni para tomar impulso.
Posted: 9/5/2020