Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Hace pocas semanas Edna Rueda Abrahams, psiquiatra y escritora colombiana, escribió la Empatía viral, un texto positivo, realista y necesario que les comparto aquí, con el permiso de la autora.
“Y así un día se llenó el mundo con la nefasta promesa de un apocalipsis viral y de pronto las fronteras que se defendieron con guerras se quebraron con gotitas de saliva, hubo equidad en el contagio que se repartía igual para ricos y pobres, las potencias que se sentían infalibles vieron cómo se puede caer ante un beso, ante un abrazo.
Y nos dimos cuenta de lo que era y no importante, y entonces una enfermera se volvió más indispensable que un futbolista, y un hospital se hizo más urgente que un misil. Se apagaron luces en estadios, se detuvieron los conciertos, los rodajes de las películas, las misas y los encuentros masivos y entonces en el mundo hubo tiempo para la reflexión a solas, y para esperar en casa que lleguen todos y para reunirse frente a fogatas, mesas, mecedoras, hamacas y contar cuentos que estuvieron a punto de ser olvidados.
Tres gotitas de mocos en el aire, nos ha puesto a cuidar ancianos, a valorar la ciencia por encima de la economía, nos ha dicho que no solo los indigentes traen pestes, que nuestra pirámide de valores estaba invertida, que la vida siempre fue primero y que las otras cosas eran accesorios.
No hay un lugar seguro, en la mente de todos nos caben todos y empezamos a desearle el bien al vecino, necesitamos que se mantenga seguro, necesitamos que no se enferme, que viva mucho, que sea feliz y junto a una paranoia hervida en desinfectante nos damos cuenta que, si yo tengo agua y el de más allá no, mi vida está en riesgo.
Volvimos a ser aldea, la solidaridad se tiñe de miedo y a riesgo de perdernos en el aislamiento, existe una sola alternativa: ser mejores juntos.
Si todo sale bien, todo cambiará para siempre. Las miradas serán nuestro saludo y reservaremos el beso solo para quien ya tenga nuestro corazón, cuando todos los mapas se tiñan de rojo con la presencia del que corona, las fronteras no serán necesarias y el tránsito de quienes vienen a dar esperanzas será bien recibido bajo cualquier idioma y debajo de cualquier color de piel, dejará de importar si no entendía tu forma de vida, si tu fe no era la mía, bastará que te anime a extender tu mano cuando nadie más lo quiera hacer.
Puede ser, solo lo es una posibilidad, que este virus nos haga más humanos y de un diluvio atroz surja un pacto nuevo, con una rama de olivo desde donde empezará de cero.”
Todo lo malo tiene algo de bueno, dicen, y lo que está saliendo a relucir por acá en el Valle del Hudson con la pandemia que nos aqueja, es la humanidad bondadosa de miles y miles de personas. Como es el caso, por ejemplo, de la Red de ayuda mutua del Valle del Hudson (Mutual Aid Network) con cientos de miembros en cada pueblo y ciudad de nuestra región que buscan ayudar a sus vecinos con las compras, las comidas, o las famosas mascarillas que ahora debemos usar cada vez que salimos de casa, o cuidando niños y otras tareas. Sigue este enlace tinyurl.com/ubjcjq9 si necesitas ayuda o puedes dar algún tipo de ayuda. Como dice Rueda Abrahams “volvimos a ser la aldea”, menos globalizada y más localizada. Yo creo que tenemos a la tecnología de nuestro lado para no sentirnos solos, para aprender, y para ayudarnos mutuamente, para mostrar el poder del amor.
Y tenemos nuestras manos para coser, como hacen María Cabrera y Rocío Silva, entrevistadas este mes en La Voz por Laura Pérez Rangel. Y tenemos nuestras manos para cocinar, para cultivar nuestros alimentos y para crear el mundo que queremos.
Cuando esto acabo no seremos los mismos, la “normalidad” que teníamos era precisamente el problema. Depende de todes el imaginar y construir un mundo más feliz.
Mariel Fiori
Directora
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COPYRIGHT 2020
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“Y así un día se llenó el mundo con la nefasta promesa de un apocalipsis viral y de pronto las fronteras que se defendieron con guerras se quebraron con gotitas de saliva, hubo equidad en el contagio que se repartía igual para ricos y pobres, las potencias que se sentían infalibles vieron cómo se puede caer ante un beso, ante un abrazo.
Y nos dimos cuenta de lo que era y no importante, y entonces una enfermera se volvió más indispensable que un futbolista, y un hospital se hizo más urgente que un misil. Se apagaron luces en estadios, se detuvieron los conciertos, los rodajes de las películas, las misas y los encuentros masivos y entonces en el mundo hubo tiempo para la reflexión a solas, y para esperar en casa que lleguen todos y para reunirse frente a fogatas, mesas, mecedoras, hamacas y contar cuentos que estuvieron a punto de ser olvidados.
Tres gotitas de mocos en el aire, nos ha puesto a cuidar ancianos, a valorar la ciencia por encima de la economía, nos ha dicho que no solo los indigentes traen pestes, que nuestra pirámide de valores estaba invertida, que la vida siempre fue primero y que las otras cosas eran accesorios.
No hay un lugar seguro, en la mente de todos nos caben todos y empezamos a desearle el bien al vecino, necesitamos que se mantenga seguro, necesitamos que no se enferme, que viva mucho, que sea feliz y junto a una paranoia hervida en desinfectante nos damos cuenta que, si yo tengo agua y el de más allá no, mi vida está en riesgo.
Volvimos a ser aldea, la solidaridad se tiñe de miedo y a riesgo de perdernos en el aislamiento, existe una sola alternativa: ser mejores juntos.
Si todo sale bien, todo cambiará para siempre. Las miradas serán nuestro saludo y reservaremos el beso solo para quien ya tenga nuestro corazón, cuando todos los mapas se tiñan de rojo con la presencia del que corona, las fronteras no serán necesarias y el tránsito de quienes vienen a dar esperanzas será bien recibido bajo cualquier idioma y debajo de cualquier color de piel, dejará de importar si no entendía tu forma de vida, si tu fe no era la mía, bastará que te anime a extender tu mano cuando nadie más lo quiera hacer.
Puede ser, solo lo es una posibilidad, que este virus nos haga más humanos y de un diluvio atroz surja un pacto nuevo, con una rama de olivo desde donde empezará de cero.”
Todo lo malo tiene algo de bueno, dicen, y lo que está saliendo a relucir por acá en el Valle del Hudson con la pandemia que nos aqueja, es la humanidad bondadosa de miles y miles de personas. Como es el caso, por ejemplo, de la Red de ayuda mutua del Valle del Hudson (Mutual Aid Network) con cientos de miembros en cada pueblo y ciudad de nuestra región que buscan ayudar a sus vecinos con las compras, las comidas, o las famosas mascarillas que ahora debemos usar cada vez que salimos de casa, o cuidando niños y otras tareas. Sigue este enlace tinyurl.com/ubjcjq9 si necesitas ayuda o puedes dar algún tipo de ayuda. Como dice Rueda Abrahams “volvimos a ser la aldea”, menos globalizada y más localizada. Yo creo que tenemos a la tecnología de nuestro lado para no sentirnos solos, para aprender, y para ayudarnos mutuamente, para mostrar el poder del amor.
Y tenemos nuestras manos para coser, como hacen María Cabrera y Rocío Silva, entrevistadas este mes en La Voz por Laura Pérez Rangel. Y tenemos nuestras manos para cocinar, para cultivar nuestros alimentos y para crear el mundo que queremos.
Cuando esto acabo no seremos los mismos, la “normalidad” que teníamos era precisamente el problema. Depende de todes el imaginar y construir un mundo más feliz.
Mariel Fiori
Directora
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Comentario: excelente, gracias, Posted: 4/4/2020 |