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Correo

La Paz Aparte

Por Gabriela Carrión
July 2004
Once de marzo, 2004. Mi suegra me llama desde Madrid a las siete y media, hora de los Estados Unidos. Me llama para decirnos que hubo una explosión terrible en la estación de trenes de Atocha; incluso ha llegado a escucharla ya que la estación queda tan sólo a tres manzanas de su piso. Aún no tiene cifras exactas, pero se sabe que muchos han perdido la vida. Al final serán 190 os muertos y 1.400 heridos. Inmediatamente le pregunto,

–¿Y la familia? ¿Todos están bien?–
–Sí, gracias a Dios, todos bien–
Le vuelvo a preguntar si sabe quién ha sido responsable por la masacre. Mi suegra, con su franqueza habitual contesta:
–Unos grandísimos hijos de p–

Su respuesta fue más honesta que la del gobierno en ese momento; éste no tardó en señalar al grupo terrorista, ETA, como responsable por la masacre. Sin embargo, pronto se perfiló con mayor claridad los responsables por la enorme confusión, pánico y sobre todo tristeza que reinaba en Madrid en ese momento. Todas las pistas indicaban a un grupo asociado con al Qaeda como responsable al tener como objetivo castigar a España por su participación en la guerra de Irak. Mientras tal manera de comunicar el desacuerdo político resulte repugnante a un sistema democrático, en el caso de España resultaba doblemente trágica, ya que la inmensa mayoría del pueblo español se había manifestado en contra de la guerra desde un primer momento. Peor aún, al insistir en la responsabilidad de ETA, el gobierno se aferraba a una posición que muchos empezaron a sospechar tenía más que ver con el deseo de ganar votos que de manifestar la verdad la verdad de los hechos. La opinión pública española había rechazado desde mucho tiempo el terrorismo ejercido por ETA. Por otra parte, al verse implicado Al Qaeda, el fracaso del gobierno español quedaba en evidencia dado la enorme falta de apoyo popular por su participación en Irak.

El público español no tardó en manifestar su rechazo al gobierno en las elecciones que siguieron apenas tres días después de los atentados. Como es sabido, en lugar de votar de nuevo al gobierno conservador del Partido Popular, votaron al Partido Socialista (PSOE). Una de las promesas de José Luis Zapatero, el nuevo presidente de España, ha sido sacar a las tropas de Irak conforme a la voluntad del electorado. Hoy ha cumplido con esta promesa. Pronto después del atentado, el New York Time publicó un artículo que criticaba al electorado español por dejarse amenazar por los terroristas y de buscar “una paz aparte” al manifestar su deseo de salir de Irak (“Al Qaeda´s Wish List”, 16-3-04).* Me parece equivocada esta crítica. A estas Alturas, muchos estamos convencidos del enorme fracaso que representa la guerra de Irak. Más civiles iraquíes y más iraquíes y más soldados americanos siguen perdiendo la vida. Ya se ha dicho antes, pero merece repetirse aquí: nunca hubo las armas de destrucción masiva que supuestamente justificaban la guerra en un primer momento. ¿Cuántas personas han perdido la vida sin razón y por culpa de este engaño? ¿Cuántas más tendrán que pagar el precio de un gobierno aferrado a una política destinada al fracaso?

Pero tal vez mi rechazo más inmediato a la crítica que se hizo en el New York Times menos de una semana después de un ataque devastador, tiene que ver con la incapacidad de muchos americanos de ver más allá de sus intereses inmediatos, como si el resto del mundo tuviera que compartir sus intereses inmediatos, como si el resto del mundo tuviera que compartir sus intereses sea cual sea el precio. En lugar de criticar a España creo que podemos seguir su ejemplo y buscar la paz y rechazar la violencia en dos de sus manifestaciones más nefastas –la guerra y el terrorismo. Espero que la paz que busca España se convierta pronto en nuestra paz, una paz que también buscamos y tanto anhelamos.

**Gabriela Carrión es una profesora de la literatura y lenguaje en Bard College.

*La cita completa dice: “Hay millones de americanos dentro y fuera del gobierno que creen que los votantes españoles que han cambiado de voto, vergonzosamente buscan una paz aparte de la guerra contra el terror.” [“There are millions of Americans in and out of government who believe the swing Spanish voters are shamefully trying to seek a separate peace on the war on terror.”]
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