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Ingrid Sánchez Eger
Ingrid Sánchez Eger

Ingrid Sánchez Eger, una Fantasma angelical 

Por Antonio Flores-Lobos
June 2017
Le llaman La Fantasma pero aparece por todas partes del área de Poughkeepsie apagando fuegos, haciendo y entregando comida, interpretando y traduciendo en las escuelas, haciendo jardinería, llevando a sus hijos a sus actividades, restaurando esculturas, pateando la pelota de vez en cuando y saliendo en la radio cada semana. Download this Article
Así de variada e interesante es la vida de la costarricense Ingrid Sánchez Eger,  quien no sólo es la Presidenta de la Asociación de Policias de Bomberos del Condado de Dutchess, sino que ella es la única mujer, la única latina y única bombera en el departamento de bomberos de Arlington, en el pueblo de Poughkeepsie.
 
Lo que pasa es que ella ha escogido reír, gozar y vivir su vida de esa manera, mientras pone su granito de arena para hacer de su comunidad un mejor lugar para vivir para todos. Y entonces, para qué sufrir, si duelen las penas, reconoce Ingrid, quien proviene del país centroamericano de donde vienen Los Ticos y donde se habla de “pura vida”.
 
Ingrid llegó a los Estados Unidos a los 19 años para aprender inglés, en avión, con visa y toda la cosa. Había estudiado turismo en su país, pero necesitaba aprender la lengua que le facilitaría trabajar con el inmenso número de turistas que desciende sobre su paradisiaca nación.
 
Por cosas del destino, los planes cambiaron y cuando menos pensó se encontró con su otra naranja y tuvo dos hijos, que hoy son adolescentes. El matrimonio, como a veces ocurre, terminó en divorcio. 
 
Pero eso no la detuvo en su afán por mejorar su situación y la de sus seres queridos. Ingrid se fue a estudiar Arte Comercial y Diseño (y a jugar futbol) al Dutchess Community College. Después pasó a estudiar Psicología al Marist College.
 
En la actualidad su tiempo está dedicado a sus hijos Eduardo y Carolina, y para eso le toca trabajar “en lo que salga”, ya sea como intérprete para el Distrito Escolar de Poughkeepsie, cocinando y entregando comida de Alex’s Restaurant, haciendo jardinería, o restaurando obras religiosas, entre otras actividades. 
 
Pero, como siempre le ha gustado ayudar a los demás, trabaja como directora, productora y locutora de su propio programa de radio, que se transmite en vivo por Revolución Radio cada martes de 4 a 6 de la tarde, y que lleva el nombre de “Cada loco con su tema” (tunein.com/radio/R-volucion-radio-s220963). Desde ahí, como lo hizo por años desde “La hora hispana” en la estación UHVW 950 AM, informa, entretiene y conecta a su comunidad.
 
Pero una de las cosas que más le apasiona es su trabajo como voluntaria que realiza desde la Estación de Bomberos Crofts Corner de Arlington. Cuando habla de ser una bombera, Ingrid describe, con lujo de detalle, deteniéndose para respirar, sobre lo que toma, y representa ser una bombera.
 
Y habla de los entrenamientos con saltos de edificios al estilo del Hombre Araña, de rigurosos exámenes, y los pormenores fisicomatemáticos que se emplean para calcular presiones de agua, distancias entre camión e incendio, colores de humo, peso del líquido, entre otras cosas. “Y sí,” comenta Ingrid, “la gente piensa que todo es sólo de abrir la manguera y ya, pero no, apagar un fuego es mucho más que eso”.
 
De hecho, los bomberos deben de tomar muchos cursos, sobre seguridad, gases tóxicos, tácticas sobre cómo mejor atacar las llamas, como dirigirse a las personas que están salvando, criminalidad, primeros auxilios, entre otros.
 
En el país hay unos 300,000 bomberos, quienes salvan miles de vidas y millones de dólares en propiedad, aunque anualmente algunos 70 de ellos pierden la vida en la línea del deber. De todos esos, las mujeres apenas representan el siete por ciento, y muchas veces ellas son voluntarias, y no asalariadas.
 
Hace una década en la Ciudad de Nueva York, en donde el 90 porciento de los bomberos eran hombres blancos, y la población negra y latina sobrepasaba el 50 por ciento, hubo que demandar a la ciudad por discriminación para diversificar la fuerza apagafuegos. Prácticamente, los niños latinos que decían, “quiero ser bombero cuando sea grande” tenían que ser corregidos por los padres porque ese era un deseo imposible.
 
La falta de diversidad entre los bomberos del Valle del Hudson se asemeja a lo que ocurría en las estaciones de bomberos en la Ciudad de Nueva York 10 años atrás. Según Ingrid, cada estación de bomberos en nuestra área cuenta con unos cuatro empleados pagados y unos cien voluntarios activos. Pero de todos ellos, al menos en Poughkeepsie, solo una es hispanohablante, y no de los que son asalariados.
 
Pero, para ser justos, en muchos de los casos no es que se discrimine, sino que es la falta de interés de algunos latinos por ser bomberos, y sobre todo voluntarios. Y como en las estaciones se desarrolla un tipo de camaradería y fraternidad entre los bomberos, pues algunos negros, latinos, blancos o asiáticos puede que no se sientan cómodos en compartir sus vidas con otros de diferentes razas y culturas, tal y como ocurrió tras años de segregaciones y racismo en Estados Unidos.
 
La realidad es que, en una comunidad que recibe gran cantidad de hispanos, se necesitan bomberos, policías y personas de primeros auxilios que puedan hablar español. En momentos cruciales, en que un hispano que no habla inglés está atrapado entre las llamas de un incendio, o entre los fierros retorcidos en un accidente de carros, las instrucciones en español podrían salvarle la vida.
 
Ingrid quién por un tiempo interpretó para la policía, ha estado ahí en esos momentos cruciales, en donde le ha tocado calmar a hispanos preocupados, no sólo por su salud, pero no tener seguro médico, no traer licencia de conducir o por temer una deportación y eventual separación de su familia. He ahí cuando las palabras de alivio de Ingrid le suenan al sufriente inmigrante como si estas vinieran de un ángel.
 
Sin duda, Ingrid no es la típica ama de casa abnegada, sino una mujer luchadora que le ha tocado ir abriendo puertas para los que vienen detrás, como lo fue como pionera de la radio en español con La hora hispana, siendo una de las fundadoras de la organización comunitaria A.H.O.R.A, o como la primera mujer latina en ocupar el puesto de Presidenta de los bomberos voluntarios de Arlington (Poughkeepsie).
 
Pero no todo ha sido color de rosa para Ingrid, ya que hace un par de años le pasó lo peor que le puede pasar a un bombero: se le quemó su casa, y peor cosa, ella no estaba presente en el momento para pelear con las llamas que consumían el hogar que compartía con sus hijos, sus recuerdos y su inversión.
 
Ahora el inmueble está abandonado y en un limbo ya que la compañía de seguros pagó los beneficios al banco, en vez de a Ingrid, y además ella tiene que seguir pagando al banco las mensualidades. Mientras tanto, la ciudad amenaza con demoler la casa, y el banco con hacerle un juicio hipotecario, es decir, rematar parte del Sueño Americano de Ingrid.
 
¿Puede ser así de cruel la vida para una persona que ha dado tanto a su ciudad y comunidad? Ingrid, la mujer inspira profundo, exhala y deja salir una sonrisita, como diciendo, me he visto en peores circunstancias, y de esta voy a salir también, y bien librada.
 
Así es de optimista la tica, que un día no muy lejano piensa abrir su propio restaurante, la misma que un día dejó su añorada Costa Rica, a sus padres que son artistas, y que vino al Valle del Hudson para sentar el precedente de que se puede ser mujer, latina y bombera, y sobre todo bilingüe, entre otras cosas.
 
Requisitos para ser bombero: http://www.afd.org/PublicServices/positionrequirements.htm
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