Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
SueƱo americano
Tatiana Rojas; Acercando dos mundos, un estudiante a la vez
Por Antonio Flores-Lobos
March 2017El título oficial de la posición que Tatiana Rojas ejerce en las 4 escuelas del Distrito Escolar de Kingston, es de “trabajadora familiar bilingüe”. Pero, si se pudiera enumerar la cantidad de actividades que ella realiza con la población estudiantil, docente, administrativa y de padres, tomaría algunos párrafos para describirla.
Desde su base en la Kingston High School, Tatiana, se ha convertido en la voz de aquellos padres, tutores o estudiantes que no pueden comunicarse en inglés con los maestros, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras, o la administración en general.
Tatiana aparenta ser como una embajadora o diplomática, porque es crucial para el entendimiento de dos pueblos y dos culturas. Sin duda, el acercamiento entre padres, estudiantes y escuela viene a beneficiar directamente a la sociedad en general.
Y aunque en su natal Honduras, Tatiana era ya toda una química farmacéutica que daba cátedra en la universidad, ella aceptó la posición en las escuelas de Kingston, a pesar de que esta sólo requería haber terminado el bachillerato, ser bilingüe y poder escribir en inglés y en español.
En realidad, lo que le interesaba a Tatiana era estar en una posición desde donde pudiera asistir a los más necesitados. De hecho, anteriormente fue voluntaria y miembro de la junta directiva de la organización no-gubernamental y sin fines de lucro, People’s Place. Ya desde ahí, trataba de informar a la gente sobre los beneficios disponibles para la comunidad. “Me da pesar que la gente no sepa de las asistencias que hay para ellos,” agregó Rojas.
En los últimos años han estado llegado muchísimos jóvenes muy necesitados provenientes primordialmente de Guatemala y El Salvador. A varias escuelas del valle les ha tocado acoger esta nueva ola de menores no acompañados, cosa difícil de lograr sin el apoyo de empleados bilingües como Tatiana. Estos jóvenes, agrega la hondureña, son apenas unos niños que han sobrevivido a un arduo camino, desde que fueron obligados a dejar sus países por cuestiones económicas o de violencia.
Cuando finalmente llegan a la oficina de Tatiana, algunos de ellos muestran signos de traumas o depresiones, tras enfrentarse a una realidad sin sus seres queridos, en donde les toca ir a la escuela y trabajar para pagar la renta, lo que les costó el viaje, al abogado que está regularizando el estatus migratorio, o simplemente para mandar dinero a sus familiares.
De modo que cuando uno de estos estudiantes no avanza como debiese, o que de pronto se ausenta de la escuela, los maestros, psicólogos o trabajadores sociales le piden a Tatiana que contacte a los padres o tutores de estos jóvenes para saber lo que está pasando.
Es ahí en donde la trabajadora bilingüe se da cuenta de los problemas que enfrenta el estudiante, en su casa, o con su nueva vida.
“Yo no soy ni psicóloga, ni trabajadora social”, dice Tatiana, “pero sí soy una madre, y desde ahí les puedo aconsejar, mientras les consigo la ayuda profesional que necesitan”.
Y los consejos no van sólo para los estudiantes, sino que también a veces para los padres o tutores de los jóvenes que tienen dificultades para entender a los recién llegados.
Suele suceder entre los hispanos que, cuando un joven anda mal en la escuela, los padres rápido le piden que mejor se ponga a trabajar para ayudar a la familia, en vez de alentarlo para que pueda graduarse. “Eso a mí me rompe el corazón,” dice la hondureña, porque en este país, a pesar de que hay más oportunidades, la ley dice que la escuela es gratuita y obligatoria hasta los 18 años, y si los padres no prestan atención a eso, podrían meterse en problemas con las autoridades.
Algunos días son frustrantes y Tatiana se lleva las tristezas a casa porque se siente impotente de no poder resolver un problema para un ser humano. Pero en otros días, llega a casa radiante de felicidad, sabiendo que su trabajo facilitó la comunicación, y la vida de estudiantes, padres y las escuelas para las que trabaja; un estudiante a la vez.
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Tatiana aparenta ser como una embajadora o diplomática, porque es crucial para el entendimiento de dos pueblos y dos culturas. Sin duda, el acercamiento entre padres, estudiantes y escuela viene a beneficiar directamente a la sociedad en general.
Y aunque en su natal Honduras, Tatiana era ya toda una química farmacéutica que daba cátedra en la universidad, ella aceptó la posición en las escuelas de Kingston, a pesar de que esta sólo requería haber terminado el bachillerato, ser bilingüe y poder escribir en inglés y en español.
En realidad, lo que le interesaba a Tatiana era estar en una posición desde donde pudiera asistir a los más necesitados. De hecho, anteriormente fue voluntaria y miembro de la junta directiva de la organización no-gubernamental y sin fines de lucro, People’s Place. Ya desde ahí, trataba de informar a la gente sobre los beneficios disponibles para la comunidad. “Me da pesar que la gente no sepa de las asistencias que hay para ellos,” agregó Rojas.
En los últimos años han estado llegado muchísimos jóvenes muy necesitados provenientes primordialmente de Guatemala y El Salvador. A varias escuelas del valle les ha tocado acoger esta nueva ola de menores no acompañados, cosa difícil de lograr sin el apoyo de empleados bilingües como Tatiana. Estos jóvenes, agrega la hondureña, son apenas unos niños que han sobrevivido a un arduo camino, desde que fueron obligados a dejar sus países por cuestiones económicas o de violencia.
Cuando finalmente llegan a la oficina de Tatiana, algunos de ellos muestran signos de traumas o depresiones, tras enfrentarse a una realidad sin sus seres queridos, en donde les toca ir a la escuela y trabajar para pagar la renta, lo que les costó el viaje, al abogado que está regularizando el estatus migratorio, o simplemente para mandar dinero a sus familiares.
De modo que cuando uno de estos estudiantes no avanza como debiese, o que de pronto se ausenta de la escuela, los maestros, psicólogos o trabajadores sociales le piden a Tatiana que contacte a los padres o tutores de estos jóvenes para saber lo que está pasando.
Es ahí en donde la trabajadora bilingüe se da cuenta de los problemas que enfrenta el estudiante, en su casa, o con su nueva vida.
“Yo no soy ni psicóloga, ni trabajadora social”, dice Tatiana, “pero sí soy una madre, y desde ahí les puedo aconsejar, mientras les consigo la ayuda profesional que necesitan”.
Y los consejos no van sólo para los estudiantes, sino que también a veces para los padres o tutores de los jóvenes que tienen dificultades para entender a los recién llegados.
Suele suceder entre los hispanos que, cuando un joven anda mal en la escuela, los padres rápido le piden que mejor se ponga a trabajar para ayudar a la familia, en vez de alentarlo para que pueda graduarse. “Eso a mí me rompe el corazón,” dice la hondureña, porque en este país, a pesar de que hay más oportunidades, la ley dice que la escuela es gratuita y obligatoria hasta los 18 años, y si los padres no prestan atención a eso, podrían meterse en problemas con las autoridades.
Algunos días son frustrantes y Tatiana se lleva las tristezas a casa porque se siente impotente de no poder resolver un problema para un ser humano. Pero en otros días, llega a casa radiante de felicidad, sabiendo que su trabajo facilitó la comunicación, y la vida de estudiantes, padres y las escuelas para las que trabaja; un estudiante a la vez.
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