Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Acá tienen algo para pensar. Se habla mucho de la influencia de la televisión y de las horas que muchas personas gastan frente a las pantallas de esa caja boba. ¿Pero alguien midió alguna vez los efectos negativos o positivos de la televisión en nuestras actitudes y cultura? Sí, así nos lo explica en un ensayo (parte de una tesis de graduación en psicología) Emily Steiker-Epstein, este mes en La Voz. A través de un experimento se comprobó que con tan solo dos minutos de ver un video emotivo, las personas fueron capaces de cambiar su actitud y hasta de donar dinero.
Sí, tal vez no sea novedad esto de que la televisión nos forma y transforma, pero vale la pena recordar que existen todo tipo de manipulaciones a la hora de sentarse frente al aparato.
Por ejemplo, algo obvio, de tan obvio que ya no lo vemos: la mayoría de los actores, directores, escritores, y personajes de la televisión son blancos, específicamente hombres. ¿Por qué no se muestra la diversidad humana en todos sus colores, sabores y orientaciones sexuales? Haya sido esto una equivocación sin malas intenciones o algo hecho a propósito para perpetuar vaya a saber qué, ¿qué efecto tiene esta gran omisión en la opinión pública? ¿Qué efecto tiene en nuestras vidas diarias como inmigrantes en este país?
Tal vez una respuesta a la primera pregunta sea el increíble ascenso a la candidatura a presidente del país por el partido republicano de Donald Trump, magnate experto en propaganda y mercadotecnia. Por años, sino décadas, la televisión viene censurando (a propósito o sin querer, no viene al caso ahora) las voces reales de mujeres, hispanos, asiáticos, negros, colectivo LGBTQ, musulmanes, todo lo que no encuadre baje la definición de lo que se imaginan que la gente (nosotros, la diversidad en cuestión) queremos ver. Así, con tantas omisiones históricas y actuales, pareciera que a esta altura no queda más remedio que darle el micrófono (y tal vez el poder) al señor ricachón que gusta de insultarnos.
Y la segunda pregunta. Uno de los efectos que veo a diario es que en ciertos círculos hablar de inmigrantes, en especial hispanos, y su derecho al acceso y a legalizar su situación, es entrar en terreno político, no en el de derechos humanos básicos. Ya de por sí, muchos todavía en 2016 usan el término denigrante y deshumanizante: ilegal ―y en inglés peor, con el agregado de la otra nefasta palabra “alien”, que suena a alienígena, un ser por el cual no tenemos ninguna compasión (porque nos invade). Una vez más: una acción puede ser ilegal, como cruzar la frontera sin permiso, o cruzar la calle por donde no se debe (ninguno de las dos es un delito penal); pero ningún ser humano es ilegal.
Dicen los expertos que somos lo que comemos: comemos sano, nuestro cuerpo funciona; comemos mal, nuestro cuerpo se enferma. En este caso, creo que somos también los medios de comunicación que consumimos ¿xenófobos, homofóbicos, racistas, eurocéntricos, machistas y más adjetivos poco deseables? Como dice el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres.
Así que a partir de este verano les propongo una desintoxicación. Una desintoxicación radical, como la que deben afrontar los que quieren salir de la drogadicción (a propósito, otro de los temas que tocamos en La Voz de este mes). Aprovechemos el buen tiempo para explorar nuestro hermoso Valle de Hudson, solos, o en familia. Y ya que están, apaguen la televisión, por favor.
Porque a pesar de todo, tengo esperanza (y muchas experiencias que aquí no caben para contarlas todas) de que los seres humanos somos buenos y sí, queremos el bien de los demás sin importar a quién. Una anécdota cortita al respecto: hace dos días al salir del estacionamiento de un centro comercial, tres desconocidos diferentes, dos hombres y una mujer, me hicieron señas, tocaron bocina, y hasta llegaron corriendo a mi coche para avisarme de algo muy importante. Mi vaso de agua con hielo había quedado en el techo del auto. Un gesto bondadoso de la gran raza humana que somos, cuando nos acordamos de mirar a nuestro alrededor, sin filtros televisivos.
Mariel Fiori
Directora
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COPYRIGHT 2016
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Sí, tal vez no sea novedad esto de que la televisión nos forma y transforma, pero vale la pena recordar que existen todo tipo de manipulaciones a la hora de sentarse frente al aparato.
Por ejemplo, algo obvio, de tan obvio que ya no lo vemos: la mayoría de los actores, directores, escritores, y personajes de la televisión son blancos, específicamente hombres. ¿Por qué no se muestra la diversidad humana en todos sus colores, sabores y orientaciones sexuales? Haya sido esto una equivocación sin malas intenciones o algo hecho a propósito para perpetuar vaya a saber qué, ¿qué efecto tiene esta gran omisión en la opinión pública? ¿Qué efecto tiene en nuestras vidas diarias como inmigrantes en este país?
Tal vez una respuesta a la primera pregunta sea el increíble ascenso a la candidatura a presidente del país por el partido republicano de Donald Trump, magnate experto en propaganda y mercadotecnia. Por años, sino décadas, la televisión viene censurando (a propósito o sin querer, no viene al caso ahora) las voces reales de mujeres, hispanos, asiáticos, negros, colectivo LGBTQ, musulmanes, todo lo que no encuadre baje la definición de lo que se imaginan que la gente (nosotros, la diversidad en cuestión) queremos ver. Así, con tantas omisiones históricas y actuales, pareciera que a esta altura no queda más remedio que darle el micrófono (y tal vez el poder) al señor ricachón que gusta de insultarnos.
Y la segunda pregunta. Uno de los efectos que veo a diario es que en ciertos círculos hablar de inmigrantes, en especial hispanos, y su derecho al acceso y a legalizar su situación, es entrar en terreno político, no en el de derechos humanos básicos. Ya de por sí, muchos todavía en 2016 usan el término denigrante y deshumanizante: ilegal ―y en inglés peor, con el agregado de la otra nefasta palabra “alien”, que suena a alienígena, un ser por el cual no tenemos ninguna compasión (porque nos invade). Una vez más: una acción puede ser ilegal, como cruzar la frontera sin permiso, o cruzar la calle por donde no se debe (ninguno de las dos es un delito penal); pero ningún ser humano es ilegal.
Dicen los expertos que somos lo que comemos: comemos sano, nuestro cuerpo funciona; comemos mal, nuestro cuerpo se enferma. En este caso, creo que somos también los medios de comunicación que consumimos ¿xenófobos, homofóbicos, racistas, eurocéntricos, machistas y más adjetivos poco deseables? Como dice el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres.
Así que a partir de este verano les propongo una desintoxicación. Una desintoxicación radical, como la que deben afrontar los que quieren salir de la drogadicción (a propósito, otro de los temas que tocamos en La Voz de este mes). Aprovechemos el buen tiempo para explorar nuestro hermoso Valle de Hudson, solos, o en familia. Y ya que están, apaguen la televisión, por favor.
Porque a pesar de todo, tengo esperanza (y muchas experiencias que aquí no caben para contarlas todas) de que los seres humanos somos buenos y sí, queremos el bien de los demás sin importar a quién. Una anécdota cortita al respecto: hace dos días al salir del estacionamiento de un centro comercial, tres desconocidos diferentes, dos hombres y una mujer, me hicieron señas, tocaron bocina, y hasta llegaron corriendo a mi coche para avisarme de algo muy importante. Mi vaso de agua con hielo había quedado en el techo del auto. Un gesto bondadoso de la gran raza humana que somos, cuando nos acordamos de mirar a nuestro alrededor, sin filtros televisivos.
Mariel Fiori
Directora
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Comentario: Mariel, fabuloso tu articlulo. Estoy de acuerdo
contigo "la gran raza humana que somos". Posted: 6/9/2016 |