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Sueño americano

Mi historia, parte II

Por Wilmary Rodríguez
February 2016
Vine de la República Dominicana en el 2011 con la esperanza de seguir estudios superiores. Como provengo de una familia pobre, ir a la universidad no era más que un sueño para mí. Sin embargo, era difícil comprender los retos que me esperaban en este nuevo país para lograr mis objetivos.
 
A mi llegada a los Estados Unidos, empecé a vivir con mi tía lejana quien al poco tiempo me echó de su apartamento. Acababa de cumplir 15. Al día siguiente, me fui a vivir con mi padre biológico, a quien apenas conocía. Cuanto más me familiarizaba con él, más me daba cuenta de que su casa no era segura. Una noche sufrió de una crisis psicótica. Mientras yo le rogaba que no me hiciera daño, yo sabía que tenía que llamar a la policía. Cuando llegó la policía llegó, se lo llevaron a mi padre al hospital psiquiátrico, donde le diagnosticaron esquizofrenia. Como no podía estar con ninguno de mis parientes, tenía dos opciones: regresar a la República Dominicana o entrar al cuidado temporal (foster care). Sabía que iba a ser difícil con cualquiera de las opciones, pero al menos aquí en Estados Unidos tenía una oportunidad. Decidí quedarme.
 
Yo creía que el sistema de cuidado temporal se trataba de familias que te acogen como uno de sus hijos. No tenía idea de lo que en realidad era hasta que se convirtió en mi vida cotidiana. La idea de un sistema que me pone en una casa, donde viví sin comida durante semanas, ahogándome con el humo de cigarrillo, donde debía rogar para poder usar el baño, y hasta ser acusada de robar, agobió mi espíritu. Me preguntaba ¿por qué el sistema de cuidado temporal me cambiaba constantemente de casa? ¿Por qué llevaban una niña traumatizada por haber llamado a la policía contra su padre, pidiendo a otros padres que me tomaran por una noche? ¿Por qué no me sentí amada en ninguno de los cinco hogares donde me acogieron? ¿Por qué las condiciones en los refugios eran más seguras y menos contaminadas que en las casas donde me pusieron? Después de haber sobrevivido el sistema de foster care, me he quedado con estas preguntas, preguntas que no quiero que otros niños se tengan que hacer.
 
El sistema de cuidado temporal se basa en la falacia de que familias que ya son desfavorecidas deben cuidar de más niños. Esto genera un ciclo de vulnerabilidad, agravado porque estas familias que ya están luchando no abrirían sus puertas a no ser por la compensación financiera que reciben. Peor aún es que no hay ningún proceso para que los niños adoptivos y los padres se conozcan. Se nos roba nuestra agencia, desesperadamente agarrada por gente que ya está desesperada.
 
Se gastan millones de dólares en los sitios web para citas para ayudar a las personas a encontrar su pareja ideal, mientras que los niños en cuidado temporal son dejados en las puertas de desconocidos.
 
Después de haber sobrevivido este sistema, como mujer inmigrante de color, me apasiona aprender más sobre las políticas públicas para poder transformar la conversación que afecta la vida de los jóvenes marginados. Quiero trabajar en la reconstrucción de programas sociales que ayuden a romper este ciclo de vulnerabilidad. Juntos, podemos construir un futuro más saludable en lugar de luchar por la supervivencia.
 
Tengo que creer que al compartir mi historia podemos crear una coalición de jóvenes que tienen el potencial para llevar a cabo una reforma. Por otra parte, si necesitamos una reforma o incluso una revolución, mientras más de nosotros alcemos nuestras voces, más inspirado cada uno de nosotros estará para dedicar su tiempo a esta causa vital. Es tiempo de abordar las causas profundas de esta crisis, a diferencia de los innumerables síntomas que presenta, y mientras más marchamos como uno, más nos acercamos a la realización de este sueño.
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