Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
El tema de la familia llegó a La Voz de diciembre. En la sopa que llamamos familia les presentamos el testimonio de dos jóvenes que nos conmueven, una por la alegría, la otra por la tristeza y también la esperanza y el tesón, las historias de Evelyn Reyes por un lado, y la de Wilmary Rodríguez por el otro. También, justo en un momento donde parece resurgir con más fuerza la xenofobia (la fobia a los extranjeros, el temor exagerado a los extraños, a los que no son como uno), otro joven, un estudiante musulmán, escribe sobre los hispanos musulmanes que conoce en Nueva York, para que nosotros también los conozcamos mejor. Como si fuera poco, Avie Pérez, lectora de La Voz, se animó y nos escribió a [email protected] sobre su experiencia con el parto de su bebé aquí en el Valle de Hudson. Además, la portada de este mes alude a una familia tradicional de los Andes del Perú. Y es que es así: lo primero es la familia, y por eso les va este editorial que invito a leer y compartir.
Llegamos al final del año con toda una lista de logros, y también de cuestiones todavía pendientes, que tal vez queden para cumplir en el cuaderno en blanco que es hoy el 2016. Entre trabajo, el estrés diario, las noticias de nuestro mundo en guerra, de la violencia a diestra y siniestra, vale la pena parar a reflexionar y plantearnos qué podemos hacer nosotros desde nuestro lugar en el mundo.
Sí, el mundo entero está en guerra, entre bombardeos en países de medio oriente, ataques terroristas en Europa, la guerra contra el narcotráfico en Centroamérica, la violencia verbal que a veces se torna física entre parejas, entre bandos políticos opuestos, entre la policía y los hombres y mujeres de piel negra. Y la lista sigue. Sin olvidarnos de la consecuencia de estas guerras: cientos de miles de seres humanos que eligen el destierro y salen con lo puesto, desplazándose como sea, en barco, en tren, caminando, buscando refugio en algún país que les tienda la mano. ¿Cómo nos gustaría que nos trataran a nosotros si estuviéramos en su lugar?
Entonces ¿Cómo le explico a mi hija qué es la guerra? ¿Qué le digo cuando ve imágenes de bombas explotando en una ciudad? Estas preguntas retóricas dejan de serlo cuando mi nena de tres años me pregunta ¿Por qué pasa eso mamá? Para no tener que quedarnos en el sarcasmo por pura impotencia, propongo que nos enfoquemos en pacificar lo que tenemos más cerca, empezando por nosotros mismos y nuestro alrededor.
¿Qué es lo que tenemos más cerca? Los afortunados con una familia con niños estamos en la gran posición de poder y responsabilidad para educar en la paz y el amor a nuestros hijos, para que aprendan el valor de la solidaridad, la hermandad y la gran fuerza de la palabra (que puede destruir o unir según cómo se la use). Por supuesto que los que no tienen su familia cerca también pueden contribuir con su granito a diferentes campañas de voluntariado y ayuda con lo que puedan dar o sepan hacer. A propósito, se ha comprobado que el voluntariado trae más recompensas a la salud y nos pone más felices.
El famoso escritor uruguayo Eduardo Galeano ya nos lo dijo alguna vez: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. ¿Cómo lo van a hacer ustedes en 2016?
Mariel Fiori
Directora
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COPYRIGHT 2015
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Llegamos al final del año con toda una lista de logros, y también de cuestiones todavía pendientes, que tal vez queden para cumplir en el cuaderno en blanco que es hoy el 2016. Entre trabajo, el estrés diario, las noticias de nuestro mundo en guerra, de la violencia a diestra y siniestra, vale la pena parar a reflexionar y plantearnos qué podemos hacer nosotros desde nuestro lugar en el mundo.
Sí, el mundo entero está en guerra, entre bombardeos en países de medio oriente, ataques terroristas en Europa, la guerra contra el narcotráfico en Centroamérica, la violencia verbal que a veces se torna física entre parejas, entre bandos políticos opuestos, entre la policía y los hombres y mujeres de piel negra. Y la lista sigue. Sin olvidarnos de la consecuencia de estas guerras: cientos de miles de seres humanos que eligen el destierro y salen con lo puesto, desplazándose como sea, en barco, en tren, caminando, buscando refugio en algún país que les tienda la mano. ¿Cómo nos gustaría que nos trataran a nosotros si estuviéramos en su lugar?
Entonces ¿Cómo le explico a mi hija qué es la guerra? ¿Qué le digo cuando ve imágenes de bombas explotando en una ciudad? Estas preguntas retóricas dejan de serlo cuando mi nena de tres años me pregunta ¿Por qué pasa eso mamá? Para no tener que quedarnos en el sarcasmo por pura impotencia, propongo que nos enfoquemos en pacificar lo que tenemos más cerca, empezando por nosotros mismos y nuestro alrededor.
¿Qué es lo que tenemos más cerca? Los afortunados con una familia con niños estamos en la gran posición de poder y responsabilidad para educar en la paz y el amor a nuestros hijos, para que aprendan el valor de la solidaridad, la hermandad y la gran fuerza de la palabra (que puede destruir o unir según cómo se la use). Por supuesto que los que no tienen su familia cerca también pueden contribuir con su granito a diferentes campañas de voluntariado y ayuda con lo que puedan dar o sepan hacer. A propósito, se ha comprobado que el voluntariado trae más recompensas a la salud y nos pone más felices.
El famoso escritor uruguayo Eduardo Galeano ya nos lo dijo alguna vez: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. ¿Cómo lo van a hacer ustedes en 2016?
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