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 Antonio junto a la activista mexicana Elvira Arellano, durante una presentación en Bard College.
 Antonio junto a la activista mexicana Elvira Arellano, durante una presentación en Bard College.

Sueño americano

“Somos personas de primera necesidad para este país” 

El testimonio de Antonio, trabajador agrícola del Valle de Hudson

Por Mariel Fiori
February 2015

En el verano de 2014, dos pasantes universitarios con Rural & Migrant Ministry, Lisa Ponce y Steven Ory, viajaron desde Long Island a la región de los Finger Lakes para recolectar historias de los trabajadores agrícolas del estado de Nueva York. Los cortometrajes finales se pueden encontrar en el blog http://rmmwitness.tumblr.com/ y contienen historias personales y llamados sinceros a la igualdad laboral de la gente que recoge nuestra comida. De esas entrevistas también surgieron testimonios escritos para La Voz. Aquí la primera entrega.

Desde Oaxaca, México, Antonio llegó a los Estados Unidos en 1999 y desde hace cuatro años que trabaja en una finca del condado de Dutchess, donde se dedica “a a la pisca de la fruta, como durazno, manzana, pera, ciruela, chabacano, mora. Cuando tenemos tiempo también les ayudamos a la gente que se dedica a la verdura”, detalla. 

Un día en su vida

“Estamos ahorita entrando a las seis de la mañana y saliendo a las ocho de la noche. Pero más adelante posiblemente hasta las diez de la noche.  Dependiendo de lo que se tenga que cosechar, y luego el patrón manda la carga a los puestos que tiene en diferentes partes del estado. Entonces uno llega a los almacenes después de trabajar en el campo, ya entrando más o menos la oscuridad. Uno viene aquí a los almacenes a empacar, a poner todo la carga, y mandarla a los mercados, estamos cargando los camiones. Entonces salimos como a las nueve o diez de la noche. Descansamos para el lonche. Entra uno a las seis de la mañana, sale a lonche a las doce del día, de doce a una. Y ya de ahí hasta que se termine todo el día. 

Lo que se refiere a la verdura lo siento un poco más pesado, como sembrar cebolla. Va el tractor, lleva una estrella que va haciendo los agujeros, y detrás van varias personas que nada más van tirando la cebolla. Uno por agujero. Y otros la van enterrando, plantando. Esto es un cansancio tremendo porque vas así agachado todo el día. Y a veces son dos o tres días que hacemos eso porque este patrón siembra demasiado.  Entonces el cansancio es tanto que al otro día no te dan ganas de levantarte”.

Por qué vino aquí

“Pues no es que eligiera. Simplemente que aquí encontré el trabajo. Porque si de elegir se tratara pues buscaría algo mejor. Ahora lo que no me gusta de este rancho es que veo gente que ya tiene más de diez años y siempre está ganando el mínimo. No hay aumento, el patrón no aumenta. Están todos ganando ocho dólares la hora. Eso porque es por ley. Yo trabajé aquí en un rancho del Hudson, y ese patrón en el poco tiempo que estuve con él cada año me aumentaba cincuenta centavos. Y aquí no. No se puede hacer nada”.

El día de descanso

“Ahorita que no hay mucho trabajo hacemos las compras y cocinamos los domingos. Y cuando ya hay mucho trabajo, los domingos, pero nada más un rato en la tarde ―trabajamos desde las seis de la mañana a la una de la tarde. A la una de la tarde llegas a la casa y así todos a bañarse rápido. Y ya como a las dos o tres de la tarde a la tienda. Ya regresas como a las cinco o seis de la tarde. Llegas a la casa y a prepararte de cenar y preparar para el otro día, el lunes. Andamos muy acarrereados cuando estamos en pleno verano, que hay mucho trabajo. El descanso francamente no se siente porque andas presionado a hacer esto y hacer lo otro. Ya sabes que llega el lunes a las cinco de la mañana, párate y a trabajar. No hay descanso”.

El cuidado de la salud

“Nosotros aunque nos lastimemos el servicio no lo ocupamos porque el servicio está muy mal. Porque resiento mucho este brazo, me siento bien lastimado. A veces lo siento como dormido. Una vez llamé a una persona para que me llevara a una clínica para que se me atendiera, y se me practicara algo para saber qué es lo que tengo. Esa persona vino, me concertó una cita, llegué al hospital, me preguntaron toda mi información personal y todo”.

Antonio cuenta que en la primera cita, por la que tuvo que pagar veinte dólares, el médico simplemente le recomendó que hiciera unos ejercicios. En la segunda cita, al explicarle Antonio que realizó los ejercicios pero que no había ninguna mejoría, el doctor le dijo que no sabía lo que tenía, ¿Qué hago? le preguntó Antonio.

“Entonces me dice, ¿Qué te gustaría entonces que hiciéramos por ti? Digo yo, si fui al médico, a la clínica, es porque me van a analizar para saber qué es lo yo tengo. Pero sin embargo son ellos los que me están preguntando a mí. Si yo supiera lo que tengo, para qué voy entonces. Es de lo peor el servicio. Entonces le dije al médico: quiero es que se me hagan unos estudios, no sé, una radiografía, quiero saber lo que tengo. Está bien, me dijo. Recuerdo que en octubre fue cuando el doctor me dijo eso. ¿Sabe usted hasta cuándo se programó mi cita? Hasta el mes de marzo. Antes de que me llegaran las placas, regresé del hospital y a los quince o veinte días ya llegaron los biles. Digo yo, qué voy a pagar si no me han hecho nada”.

Los derechos laborales que no tienen

“Opino que no es justo porque francamente nosotros somos personas de primera necesidad para este país, porque gracias a nuestros puestos este país se alimenta. Cuando tú te sientas a tu mesa a probar alimentos, ¿de quién te tienes que acordar en ese momento? ¿Quiénes son los que producen lo que tú llevas a tu mesa? Son los agrícolas pero en cambio nosotros los agrícolas somos los más olvidados, los más desprotegidos. No tenemos ninguna garantía, la ley no nos protege. Aquí por ejemplo el patrón puede hacer y deshacer de nosotros. Por ejemplo, si yo quiero pelear por un aumento, el patrón dirá, ¿Quieres aumento? Yo no lo puedo dar. La ley no me obliga a darlo. Si quieres aceptar lo que te pago, bien, y si no, busca otro trabajo. Y nos despide.  Y la gente por temor no lo hace, porque mucha gente necesita el trabajo. Estamos de manera ilegal acá. A dónde vas a ir si te despiden, no estás en tu país. ¿Quién te va tender la mano? Nadie. Entonces la gente por ese temor no lo hace. Por eso yo me meto en estas organizaciones que participo, para ver si algún día se consigue, se logra que haya justicia para nosotros los trabajadores agrícolas”.

La poesía

“Yo me encierro en mi cuarto, me recuesto, pongo música muy suave, muy romántica. Mi mente viaja, se concentra, se inspira y me pongo a escribir así toda la noche. Me gusta mucho escribir. Tengo uno que les compuse a mi padre y a mi madre ahora que fallecieron, dice así:

Noche de luna y estrellas

Infinito cielo de luna y estrellas de marzo,

lienzo de una noche de frescura cálida y sugerente en el mundo,

espejo de mi alma triste que llora siempre en silencio,

luces tenues del firmamento majestuoso e infinito,

que habla de otras galaxias, del universo, y del tiempo.

Captívame y dame fuerzas con tu belleza infinita,  

y muéstrame sin miramientos el porqué de mi sensibilidad

y el porqué de mi alma siempre triste.

Me duele mirar otra vez lágrimas de dolor de mis ojos

que surcan por mis mejillas bajo un majestuoso cielo nocturno

y mi triste y continuo peregrinar.

He caminado sin descansar

buscando a mis padres

que perdí sin poderlos encontrar.

Al igual que un inocente condenado

llora en su suplicio y su tormento,

así llora mi corazón y mi alma,

como en una lluvia de estrellas

bajo una majestuosa noche de lunada”.

Su familia

“Llegue a este país en 1999, y pasando tiempo mandé a traer a mis hijos. En ese tiempo yo todavía vivía con mi esposa. Pero después hubo una separación y yo me quedé con mis hijos, que estudiaron acá; uno entró a la elementary, y el otro entró directamente a la middle school. Pero llegó el momento en que el grande terminó la high school y me dijo: Papá, quiero estudiar una carrera en la universidad. Si uno no está legalmente en este país, conseguir un crédito es difícil porque no tienes seguro social. Yo busqué la manera. Mucha gente me decía, los maestros de mis hijos me decían: Ellos tienen potencial para salir adelante; por favor no los pongas a trabajar queremos que estudien. Pero nadie me decía: Sabes que en tal parte puedes conseguir ayuda, una orientación, alguien que los apoye para que puedan seguir estudiando. Entonces mi hijo el más grande tuvo que viajar a México, porque aquí no consiguió ningún tipo de ayuda. El día que él se fue pues yo sentí destrozado el alma”.

“Ahorita gracias a Dios le falta un año para graduarse. Yo me siento bien orgulloso porque el cuándo se fue de acá me dijo: Papa, yo sé cómo es el trabajo aquí (porque él trabajó un año conmigo aquí), sé que es duro, es difícil. Papá si tú me apoyas yo te lo prometo, te lo juro que le voy a echar las más ganas para que el dinero que tú inviertas en mí no sea tirado a la basura. Va ser un dinero bien invertido papá, te lo prometo. Y gracias a dios he hablado con él. Me ha escaneado las notas de el por internet, tiene nueve y diez de calificaciones. Los maestros me hablan maravillas de él. Por favor, dicen, No dejes solo a tu hijo, háblale seguido. Hazle sentir que te interesa lo que está haciendo, anímalo. Y es lo que yo hago. Le hablo por teléfono, nos comunicamos por el video chat. Nos mandamos textos y todo eso. Le digo, me interesa mijo, sigue adelante yo sé que tú puedes.

Y el otro de ellos ahorita que hubo ese programa del Dream Act, entonces están en trámites sus papeles. Él quiere ponerse a estudiar en este país. Cuando se fue mi otro hijo no había esta oportunidad. Ahorita el menor me dice dice: Papá sé que estás apoyando a mi hermano que está en México entonces voy a trabajar aquí un tiempo. Voy a ahorrar dinero para que así también yo te ayude. Y la carga no sea tan pesada para ti. Yo me voy a poner a estudiar aquí y voy a buscar la manera de cómo conseguir ayuda también. Y como él también tiene buenas notas, incluso se graduó con honores, tengo la esperanza de que él sí salga adelante también. Ha costado trabajo, sacrificios pero pienso que sí vale la pena porque ellos están respondiendo. No son personas que tengan un mal vicio ni malas compañías. Son personas que se dedican a lo que tienen que dedicarse”.

[CONTINUARÁ…]



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