Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Justamente una semana antes de la cena de Acción de Gracias el presidente de Estados Unidos anunció la acción ejecutiva que aliviará momentáneamente la situación de casi cinco millones de personas indocumentadas en este país, es decir, que les permitirá permanecer en Estados Unidos sin correr el riesgo de ser deportados y de tener acceso a trabajos de manera legal, aunque no de manera permanente.
Después de la celebración de alegría por aquellos que resultarán beneficiados ante la iniciativa del ejecutivo, creo que es importante que reflexionemos un poco sobre algunas cuestiones relacionadas con este asunto. En primer lugar: la razón por la cual Barack Obama decidió echar mano de este recurso constitucionala seis años de su mandato cuando se le pidió, a través de organizaciones defensoras de los inmigrantes y las voces de diferentes representantes de la comunidad de indocumentados, que lo hiciera casi al inicio de su primer periodo presidencial.
Una segunda cuestión: por qué en repetidas ocasiones el presidente declaró, según los medios de comunicación, que no quería pasar sobre el Congreso y valerse de la acción ejecutiva para corregir, aunque mínimamente, la falta de una legislación migratoria acorde a las necesidades de este país. Y, finalmente, por qué se lo considera a Barack Obama el “Presidente de las deportaciones,” permitiendo con su falta de acción la situación inhumana que viven muchos al ser separados de sus familias, como niños que se han quedado aquí mientras sus padres han tenido que enfrentar la deportación.
A pesar de que se me pueda tachar de perspicaz y aguafiestas, pienso que si Obama tomó la decisión, tantas veces solicitada, de hacerse cargo del problema migratorio que vive este país, fue más por razones políticas que por razones humanitarias. Hay que hacer un poco de memoria y recordar cómo se ha conducido el presidente con respecto al problema migratorio. Justo antes de las elecciones presidenciales del 2012, Obama decidió lanzar la Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA) que benefició a ciertos jóvenes, permitiéndoles estudiar y trabajar legalmente en Estados Unidos, también de forma temporal. A dos años de que fue lanzada la Acción diferida, Obama nos sorprende con la Acción ejecutiva en materia de inmigración, precisamente algunos meses después de las elecciones por medio de las cuales se renovaron algunos escaños en el Congreso. Conocemos el resultado de las votaciones: el Congreso pasó a ser mayoritariamente republicano.
Pareciera que ahora es al Congreso al que le corresponde actuar y ponerse a trabajar en una legislación migratoria. Si en los dos años que faltan para que termine el periodo presidencial de Obama,el Congreso no hace nada en relación a este problema, entonces, la culpa no será ya de un presidente lento en tomar decisiones sino de un Congreso “anti-migrante”. Todo esto me suena a una jugada política de parte de Obama. Se lavó las manos y lanzó la pelotita al Congreso. ¿Qué nos puede sugerir todo esto?
Desde mi perspectiva, me parece que la vida de millones, casi once, de personas indocumentadas está en riesgo ante políticos preocupados menos por las necesidades reales de la gente y más por alcanzar puestos de poder mediante la manipulación del sufrimiento de la población mas desprotegida de este país. Se promete durante las campañas electorales y luego no se cumple, y si se cumple es “a medias” y con vistas a una ganancia política sin importar el destino de la gente. Frente a la acción ejecutiva, qué les puede decir Obama a los que están ya fuera del país por las deportaciones que han fracturado millones de vidas, qué les puede decir ante el sufrimiento y la angustia de todos aquellos que han logrado quedarse aquí viviendo en “las sombras”.
Después de reflexionar de esta manera, y reconozco que no es muy alentadora, pienso que si se quiere avanzar en el camino de una legislación migratoria que tome en cuenta a la gente y que haga justicia a los que han sido deportados durante las dos presidencias de Obama, es necesario que la gente se organice y siga luchando por una situación justa que permita a todos llevar una vida digna y liberada del miedo.
*El debate está servido ¿y usted qué opina? Escriba a [email protected] y ¡haga oír su voz!
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Después de la celebración de alegría por aquellos que resultarán beneficiados ante la iniciativa del ejecutivo, creo que es importante que reflexionemos un poco sobre algunas cuestiones relacionadas con este asunto. En primer lugar: la razón por la cual Barack Obama decidió echar mano de este recurso constitucionala seis años de su mandato cuando se le pidió, a través de organizaciones defensoras de los inmigrantes y las voces de diferentes representantes de la comunidad de indocumentados, que lo hiciera casi al inicio de su primer periodo presidencial.
Una segunda cuestión: por qué en repetidas ocasiones el presidente declaró, según los medios de comunicación, que no quería pasar sobre el Congreso y valerse de la acción ejecutiva para corregir, aunque mínimamente, la falta de una legislación migratoria acorde a las necesidades de este país. Y, finalmente, por qué se lo considera a Barack Obama el “Presidente de las deportaciones,” permitiendo con su falta de acción la situación inhumana que viven muchos al ser separados de sus familias, como niños que se han quedado aquí mientras sus padres han tenido que enfrentar la deportación.
A pesar de que se me pueda tachar de perspicaz y aguafiestas, pienso que si Obama tomó la decisión, tantas veces solicitada, de hacerse cargo del problema migratorio que vive este país, fue más por razones políticas que por razones humanitarias. Hay que hacer un poco de memoria y recordar cómo se ha conducido el presidente con respecto al problema migratorio. Justo antes de las elecciones presidenciales del 2012, Obama decidió lanzar la Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA) que benefició a ciertos jóvenes, permitiéndoles estudiar y trabajar legalmente en Estados Unidos, también de forma temporal. A dos años de que fue lanzada la Acción diferida, Obama nos sorprende con la Acción ejecutiva en materia de inmigración, precisamente algunos meses después de las elecciones por medio de las cuales se renovaron algunos escaños en el Congreso. Conocemos el resultado de las votaciones: el Congreso pasó a ser mayoritariamente republicano.
Pareciera que ahora es al Congreso al que le corresponde actuar y ponerse a trabajar en una legislación migratoria. Si en los dos años que faltan para que termine el periodo presidencial de Obama,el Congreso no hace nada en relación a este problema, entonces, la culpa no será ya de un presidente lento en tomar decisiones sino de un Congreso “anti-migrante”. Todo esto me suena a una jugada política de parte de Obama. Se lavó las manos y lanzó la pelotita al Congreso. ¿Qué nos puede sugerir todo esto?
Desde mi perspectiva, me parece que la vida de millones, casi once, de personas indocumentadas está en riesgo ante políticos preocupados menos por las necesidades reales de la gente y más por alcanzar puestos de poder mediante la manipulación del sufrimiento de la población mas desprotegida de este país. Se promete durante las campañas electorales y luego no se cumple, y si se cumple es “a medias” y con vistas a una ganancia política sin importar el destino de la gente. Frente a la acción ejecutiva, qué les puede decir Obama a los que están ya fuera del país por las deportaciones que han fracturado millones de vidas, qué les puede decir ante el sufrimiento y la angustia de todos aquellos que han logrado quedarse aquí viviendo en “las sombras”.
Después de reflexionar de esta manera, y reconozco que no es muy alentadora, pienso que si se quiere avanzar en el camino de una legislación migratoria que tome en cuenta a la gente y que haga justicia a los que han sido deportados durante las dos presidencias de Obama, es necesario que la gente se organice y siga luchando por una situación justa que permita a todos llevar una vida digna y liberada del miedo.
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