La felicidad en Latinoamérica, II parte
Ojos que no ven, corazón que no siente
Por Panka Bencsik
November 2014Estudios recientes sobre la economía de la felicidad demuestran que ciertos aspectos de la vida diaria conectados con el bienestar son consistentes por todo el mundo. En Norte y Sudamérica, lo que la gente considera una vida ‘feliz’ es bastante similar. La edad parece tener una relación con la felicidad, ya que las personas son generalmente más felices en su juventud; luego a los 40 años se llega al punto más bajo, y partir de entonces hay un aumento constante hasta los últimos años de vida. La salud parece ser igualmente consistente en toda América: cuanto más sano, más feliz. La educación superior y la religiosidad también significan estar más satisfecho con la vida. El dinero es un caso complicado, como mencioné en el primer artículo, el dinero trae más felicidad, pero hasta cierto punto; tener muchísimo dinero no es mejor que tener una cantidad suficiente. Estos aspectos de la vida afectan la felicidad de la misma manera y el ambiente poco influye en ellos. Mientras que algunos factores son inalterables, como la edad, otros sí reciben la influencia del ambiente de la persona y son alterables.
Este otro grupo de aspectos que influyen en la felicidad (como la obesidad mencionada) dependen mucho de cómo se vea la comunidad en la que vive la persona en cuestión. Por ejemplo, este año en México, el 33% de la población adulta es obesa, la tasa de obesidad más alta del mundo. En comparación, en los Estados Unidos la tasa de la obesidad es del 27%, aunque varía bastante entre grupos étnicos, con 32% de hispanos que sufren de la enfermedad. Esto podría significar que los hispanos en Estados Unidos, dos tercios de los cuales tienen raíces mexicanas, tienen una tasa de obesidad como la de sus vecinos del sur. Cuando grupos minoritarios viven en un ambiente donde la población suele ser más delgada, su nivel de felicidad disminuye.
Igualmente, el estigma asociado al desempleo agrega aún más estrés a los problemas causados por la falta de ingresos. Cuando las personas que forman el círculo social de un desempleado se quedan todo el día en casa también, esta se convierte en la norma para el grupo, y entonces como no existe ningún estigma relacionado al desempleo, no disminuye el bienestar.
Finalmente, la diferencia de dinero entre los más ricos y los más pobres de una sociedad se percibe de una manera diferente según el país. En lugares como los Estados Unidos, un país en donde la gente cree que la movilidad social es algo alcanzable, las diferencias de riqueza entre los asalariados ricos y pobres no influyen en la felicidad. Las diferencias de riqueza simplemente son vistos como signos de hasta cuánto uno puede llegar. Al contrario, en Latinoamérica, en donde la posibilidad de la movilidad social y el acumular riquezas aparecen como posibilidad remota, la diferencia de ingresos entre ricos y pobres hace a la gente sentirse menos feliz.
. Mientras algunos efectos sobre la felicidad son bastante constantes, vale la pena mirar a nuestro alrededor y preguntarnos cómo la gente en nuestras vidas afecta nuestro bienestar, a través de normas en las que encajamos o no.
[CONTINUARÁ…]
*La autora es estudiante de doctorado en sociología en la Universidad de Sussex, Reino Unido.
*Traducción al español de Jared Hester
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