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Recuerdos de…

la República Dominicana

Por Emely Paulino
November 2013
Desde niña siempre ha viajado a la República Dominicana con mis padres. Era la parte más esperada de todas mis vacaciones escolares: viajar a la República Dominicana era como viajar a otro mundo, uno donde respiraba aire puro y jugaba en el patio de mi abuelo todo el día.
 Mis primos se burlaban de mí porque siempre me quedaba asombrada cuando veía una vaca o un caballo. En la ciudad de Nueva York, donde nací, estos animales nunca se ven. Cada mañana me despertaba el cantar de los gallos, y abría mi ventana para mirar hacia el patio donde andaban las gallinas con sus pollitos. Así pasaba yo mis días cuando era niña; jugando y disfrutando del sol caribe y recogiendo guayabas con mis primos.

Después que empecé a crecer un poco, me di cuenta que estos viajes eran mucho más que sólo algo para disfrutar: eran una manera de aprender sobre mi cultura dominicana y cómo era la vida de mis padres. Un día mi papá me despertó bien temprano y me dijo que íbamos a salir. Cuando estábamos cerca de nuestro destino vi que había mucha tierra afuera, cosechada con matas de plátano y casaba. Había una casa modesta, pintada de blanco con detalles rojos. Atrás de la casa había una mata de mango alta, que sobresalía al lado de todo el verdor alrededor. Mi papá salió del carro y me dijo: “Esta era la tierra de mi papá. Aquí fue donde yo nací. Todavía la mata de mango esta allí…”

En este momento imaginé a mi papá como un niño chiquito, jugando y recogiendo frutas como yo hacía tmbién. A pesar de que cambiaron muchas cosas, he ganado una nueva apreciación de la isla que sigue creciendo cada vez más en mí.

 


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