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Romney: ¡El Mercado trabaja para usted!        Obama: ¡Somos el 99 porciento!
Romney: ¡El Mercado trabaja para usted! Obama: ¡Somos el 99 porciento!

Tres certezas: muerte, impuestos y elecciones

El votante informado

Por Taun N. Toay
September 2012
 Con la carrera presidencial de los Estados Unidos reducida a dos candidatos (siendo realistas), algunas marcadas diferencias ya son evidentes en las políticas fiscales del presidente Barack Obama y del ex gobernador Mitt Romney. La ideología económica que subyace en estos enfoques puede ser más o menos dividida en dos campos: Laissez-faire y Keynesiana.
 Romney respalda la idea de que los impuestos distorsionan y desalientan lo que de otra manera sería el comportamiento productivo individual y la inversión. El corazón de la teoría laissez-faire (del francés, dejar hacer), que destaca en muchos políticos conservadores, es conseguir que el gobierno no se meta con los inversores ricos, permitiendo que el capital fluya a usos más productivos, ya sea ampliaciones de fábricas, nuevos equipos, o compras de grandes yates. En cuanto a política fiscal, Romney apoya la eliminación del impuesto a las ganancias de capital en los hogares que ganan menos de 250.000 dólares anuales y la eliminación de impuestos a los bienes inmobiliarios ("impuesto de transferencia"). La lógica de eliminar el primero es que alienta a invertir en el mercado de valores. En su mundo, la riqueza se "derramará" desde arriba. Reagan hubiera sido un buen compañero de campaña para esta idea de que la producción mueve las economías.

 
A diferencia de los partidarios de laissez faire (que mira la economía del lado de la oferta), las políticas keynesianas se centran en la idea de que el consumo es el motor de la economía, y que los mercados están sujetos a un comportamiento irracional (tal vez incluso predispuestos a la volatilidad). Esto lleva a los partidarios de las políticas impulsadas por la demanda a apoyar la intervención del gobierno en los mercados, especialmente a través de estímulos al gasto durante crisis económicas (por ejemplo, el decreto American Recovery and Reinvestment Act de Obama o, más acertadamente, los programas del New Deal tras la Gran Depresión).


A menudo, la demanda se impulsa con mayor gasto de grandes segmentos de la población. El centro de la política de impuestos de Obama es simplificar el código de impuestos, y eliminar muchas de las lagunas (así como las deducciones). Un elemento populista está en su apoyo a la llamada "regla de Buffett", en referencia al multimillonario Warren Buffett, quien aboga por un impuesto mínimo sobre los estadounidenses más ricos. En esencia, la naturaleza keynesiana de la administración de Obama es: imponer impuestos; redistribuir; invertir; repetir.


Hay un tercer político en esta historia que quizás es el más importante del debate: George W. Bush. Durante su presidencia, Bush suspendió billones de dólares en impuestos, concesiones que vencerán en enero de 2013. Obama permitiría que se venzan y utilizaría este dinero, junto con mayores ingresos por impuestos a la ganancia al eliminar las lagunas, para disminuir las contribuciones en general de corporaciones e individuos. Romney, por su parte, renovaría todos los recortes de impuestos de Bush.


Hay razones para ver ambos planes con escepticismo. Para Obama, una base impositiva más baja para la mayoría de los estadounidenses sería bien recibida por muchos. Si esto es a costa de eliminar las deducciones por tasas de interés de hipotecas y otras "lagunas" de las que muchos disfrutan, hay motivos para esperar oposición (ahora eclipsada por el lema de que los ricos paguen su "parte justa"). La política impositiva orientada más hacia la clase media, ya está dañando a Obama con la recaudación de fondos en Wall Street, un grupo enorme de donaciones en su última elección. Romney también tiene grandes deficiencias en su plan, en particular el supuesto de que los impuestos son el mayor disuasivo de la inversión individual. La volatilidad de las inversiones globales debería servir de advertencia a los que esperan un rápido aumento de riqueza a través de la bolsa de valores. Además, renovar los recortes de impuestos de Bush requerirá muchos recortes en gastos en otras áreas del gobierno para cumplir con los mandatos del Congreso de reducir el déficit.

Al final, cualquiera de los candidatos tendrá que hacer aprobar su política en el Congreso, que tendrá una elección importante en el otoño. Si la economía continúa una recuperación anémica, o peor, cae otra vez en recesión, la reforma pasará rápidamente a un segundo plano. La conversación podría rápidamente pasar de crecimiento a cómo equilibrar el presupuesto y recortes de gastos. El estado actual de Europa debería advertirnos de tomar el camino de la austeridad. Esperemos que haya algunos keynesianos entre la clase entrante de 2012.

*Taun Toay es analista de investigación en el Instituto de Economía Levy de  Bard College y co-editor de La carga de nuestro tiempo: los orígenes intelectuales de la crisis financiera.

*Traducción de Julieth Núñez



Revista La Voz
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