Inmigración y el futuro de los sindicatos en Estados Unidos
Por Victoria Antin
May 2011Inmigrante del pueblito El Maguey en el estado mexicano de Guanajuato, en octubre de 1991 Jesús Gómez reclamó por su injusta compensación por su trabajo para un contratista de paneles de yeso (dry-wall). En los últimos quince años Jesús vio la paga por su trabajo disminuir hasta un valor de entre $ 40 y $ 75 por un día de trabajo de diez horas, casi la mitad de lo que cobraba en 1975. Esta disminución se debía a un bajón en la construcción. Jesús comenzó a organizar apoyo por su creciente frustración, visitó varios lugares de trabajo y habló con la gente. Así reunió a cientos de hombres, la mayoría conectados por un vínculo profundo: con raíces en El Maguey, o sus alrededores. Esto fue clave en el desarrollo de la huelga.
La huelga que Jesús organizó fue un éxito desde el principio. Los instaladores de placas de yeso se acercaron al Sindicato de Carpinteros, una organización más poderosa y establecida, para obtener ayuda. Casi toda la industria estuvo cerrada desde el norte del condado de Los Ángeles hasta la frontera con México. La AFL-CIO también participó en la huelga, recaudando donaciones y recolectando fondos para la asistencia jurídica de los huelguistas, y para cubrir el costo de vida de los huelguistas y sus familias. La cobertura favorable de los medios de comunicación también fue una ayuda increíble. La huelga terminó cuando los empleadores resolvieron la demanda que los paneleros de yeso presentaron al Departamento de Trabajo de los EE.UU. sobre violaciones a la Ley de Estándares de Trabajo Justo (FLSA), así como decenas de demandas colectivas exigiendo pagos atrasados por horas extras. Los contratistas, que querían que este creciente problema de la huelga se acabara, decidieron alcanzar un acuerdo con los huelguistas. En noviembre, acordaron el reconocimiento y la cooperación con el sindicato, aumento salarial, y la salud parcialmente financiada por el empleador, así como la condición de que los salarios disminuirían a la par del mercado si las acciones caían por más del 20 por ciento. Los miembros de la Asociación Pacific Rim Drywall, que creció hasta incluir el 75 por ciento de la industria de paneles de yeso en los cinco condados de Los Ángeles área metropolitana, se hicieron miembros del Sindicato de Carpinteros.
Los trabajadores de la construcción del condado de Los Ángeles no son los únicos que han visto sus salarios y beneficios desplomarse en las últimas décadas; según Ruth Milkman – profesora, escritora, y socióloga del trabajo– la afiliación y acción sindical en los Estados Unidos disminuyen desde la década de 1970. Esto se debe a una combinación de actitudes duras hacia los sindicatos, con ataques de empleadores, y la disminución del número de huelgas. Las huelgas, según el profesor de Economía Gerald Friedman, de la Universidad de Massachusetts en Amherst, crean poder, apoyo y más miembros en los sindicatos.
Eventos recientes solidifican la disminución del poder de los sindicatos. A lo largo de la región norte-centro, los trabajadores, especialmente los del sector público, están luchando por sus derechos a sindicalizarse. El gobernador republicano de Wisconsin, Scott Walker, así como sus homólogos en Indiana y Ohio, impulsa una legislación que prohíbe la negociación colectiva para los trabajadores del sector público, esencialmente destruyendo la posibilidad de sindicalización. Por esto, decenas de miles de manifestantes –desde maestros, comerciantes, hasta trabajadores de la construcción- han invadido el edificio del capitolio de Madison durante casi tres semanas, defendiendo su derecho. Estos ataques al trabajo organizado en el norte-centro podrían debilitar el último reducto de los sindicatos estadounidenses, el sector público.
Sin embargo, según algunos expertos, como Milkman, quien recientemente dio una charla en Bard College sobre este tema, todavía hay esperanza para el futuro de los sindicatos en los Estados Unidos. Esta esperanza se encuentra en gran medida en manos de los inmigrantes recientes. Aunque muchos trabajadores inmigrantes enfrentan numerosos obstáculos para la sindicalización, como las barreras lingüísticas, falta de educación superior y las limitaciones por no tener papeles, su fuerte impulso por escalar en la sociedad y alcanzar el sueño americano alimenta su gran motivación de asociación. Sin embargo, los inmigrantes recientes tienen otro factor a su favor, como lo demuestra el ejemplo de Jesús Gómez y la huelga de los panelistas de yeso, los inmigrantes recientes suelen fomentar fuertes vínculos comunitarios y familiares, por lo que hace sus esfuerzos combinados más solidarios y más fuertes e impenetrables. Como Milkman sugiere: "Si los sindicatos tienen un futuro en este país, comenzará con los inmigrantes".
* Traducción de Elizabeth Honorato
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Comentario: en Colombia se sigue violando
el derecho de asociacion no
permitan compañeros la firma
del TLC arruinaria la clase
proletariada Posted: 5/5/2011 |