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El alto costo de abandonar la escuela

Por Enia León
March 2011
La alta tasa de deserción escolar en los Estados Unidos es uno de los desafíos más grandes del país debido a sus efectos económicos en las comunidades. Aunque las cifras varían según la fuente, el Centro Nacional de Estadísticas de la Educación (NCES, según sus siglas en inglés) calcula que en promedio 5 de cada 100 estudiantes abandonan la escuela secundaria. Según el NCES, los estudiantes hispanos y negros abandonan la escuela más que sus compañeros blancos. Sin embargo, el factor más importante que afecta la tasa de graduación es el ingreso familiar. Una consejera escolar de la escuela secundaria de Avenal, California, examina el problema que tienen las escuelas en todo el país y cómo tratan de resolverlo. Una estudiante universitaria habla sobre su decisión de continuar sus estudios y su futuro.

Durante las últimas décadas ha habido muchos estudios sobre el impacto económico que crean en sus comunidades los que abandonan sus estudios. Los investigadores notaron una relación entre los graduados de escuela secundaria y un aumento de la riqueza. Las comunidades con tasas de graduación más altas tienen más posibilidades de atraer más emprendedores, aumentar la participación cívica, disminuir la necesidad de asistencia pública y la delincuencia. Elena Gauskova y Frank Staffor del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan concluyeron en su estudio que en promedio los hogares donde la cabeza del hogar es un graduado de secundario se acumula 10 veces más riqueza que en aquellos donde viven personas sin estudios completos.

Según este estudio, por cada $500 que consigue una persona que abandonó sus estudios secundarios, sus colegas con diploma ganan en promedio $5000. Según cifras del censo, en 2005 las personas sin estudios completos ganaron en promedio $17299 en comparación con $26933 que ganaron los que terminaron la escuela preparatoria. Aunque la diferencia no parezca tan grande, el costo económico en las comunidades va más allá de los ingresos perdidos en impuestos. Los desertores escolares tienen más probabilidades de estar desempleados, depender de la asistencia del gobierno, y de frecuentar el sistema carcelario.

Algunos motivos desde la costa Oeste

Jicela Jiménez, una consejera escolar de la Escuela Secundaria de Avenal en el centro de California cree que los estudiantes abandonan la escuela por diferentes razones como problemas familiares por ejemplo una pobreza de modelos, relaciones personales inestables, razones económicas como tener que trabajar para asistir a la familia y en algunos casos simplemente falta de interés por mejorar. Como consejera para estudiantes de 12avo grado trabaja de cerca con los estudiantes para asegurar que cumplen todos los requisitos para poder graduarse de la secundaria y también los ayuda con el proceso de solicitud de ingreso a la universidad. La Escuela Secundaria de Avenal organiza eventos de carreras, y trabaja con universidades comunitarias locales para promover la educación superior. Según Jicela, es muy difícil precisar el momento exacto en que el estudiante renuncia a graduarse de la escuela secundaria porque hay algunos estudiantes que van a clase regularmente pero no consiguen notas suficientes para pasar de año.

Consiente que los recientes recortes presupuestarios en educación han tenido un impacto en los estudiantes ya que a menudo los consejeros tienen que realizar más tareas administrativas como supervisar los exámenes mandados por el estado que les quita la atención de los estudiantes. Cuando se trata de motivar a los estudiantes, Jicela dice que no existe una fórmula mágica que funcionará para cada estudiante. Trata de motivarlos a continuar la educación superior enfatizando que los graduados de universidades suelen ganar más dinero y tienen más posibilidades de trabajar en lo que les gusta. Como consejera, a veces se centra en encontrar una conexión con los estudiantes en áreas específicas de interés más allá de lo académico. Jicela explica “en general les suele ir mejor a los estudiantes que tienen un interés que los motiva y les da la sensación de pertenecer a la escuela y la comunidad, para algunos es el arte, o el deporte, los clubes o incluso una buena relación con los consejeros, el personal de la escuela o sus compañeros”.

La primera de la familia en ir a la universidad

Karla Ramírez tiene 19 años, se graduó de la secundaria y ahora asiste a la universidad comunitaria West Hills en Coalinga. Explica que tomó la decisión de ir a la universidad cuando estaba en 9no grado. Dice que graduarse de la secundaria fue un poco difícil pero está muy contenta de haberse rodeado de amigos que tenían el mismo interés en continuar sus estudios como ella. Karla es la segunda hija de una familia de seis. Su padre trabaja en una granja irradiando pesticidas, y su hermano mayor solía trabajar en el campo pero ahora está desempleado. Karla es parte de la primera generación en su familia en asistir a la universidad. Trabajó en el campo y en restaurantes de comida rápida y se dio cuenta que esos trabajos son muy demandantes físicamente y se pagan muy mal.

La universidad es más difícil que la secundaria porque ya no tiene a sus maestras recordándole que tiene que hacer la tarea o sobre sus notas, pero está dispuesta a seguir para mejorar su vida. Ahora vive con sus padres en Avenal y piensa quedarse en casa hasta que se transfiera a una universidad por razones económicas y familiares. Le gustaría seguir una carrera en trabajo social y específicamente en servicios de protección al menor. Karla participa en un programa de estudio y trabajo que le permite trabajar en guarderías infantiles y otros programas dentro de su área de interés. Karla cree que los estudiantes que abandonan la escuela secundaria a veces se convierten en una carga para la comunidad porque tienden a meterse en problemas con la ley o estar dentro del sistema de asistencia social. Karla afirma que “decidí ir a la universidad para conseguir un trabajo que pague mejor y porque creo que tendré una mejor oportunidad de hacer algo que me encanta. La meta de mi carrera es ser trabajadora social para devolverle a la comunidad y servir de modelo para mis hermanos menores”.

El impacto económico que los que abandonan sus estudios crean en la comunidad es demasiado alto para ser ignorado. Aunque desde la década de 1980 el gobierno ha invertido cada vez menos en educación, en los últimos años se ha involucrado más activamente en la cuestión. Programas como la Ley “Que ningún niño se quede atrás” del anterior presidente Bush, y “Carrera hacia la cima” en fase preliminar del presidente Obama, buscan mejorar las tasas de graduación de la secundaria y producir una fuerza laboral más competitiva.

En todo el país hay consejeros como Jicela Jiménez que trabajan con los estudiantes para promover mejores tasas de graduación y la asistencia a la universidad, y estudiantes de universidades como Karla Ramírez que entienden la correlación entre la educación superior y el desarrollo económico de las comunidades. Tanto Jicela como Karla admiten que la universidad no es fácil pero continuarán luchando por la meta final de mejorar nuestras comunidades. 

*Traducción de Mariel Fiori



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