Raúl Zurita nació en Santiago, Chile, en 1951. Hijo de madre italiana, el italiano fue prácticamente su primera lengua y "La Divina Comedia" fue la primera obra literaria a través de la cual miró el mundo y que nutrió su propia obra. Empezó estudiando matemáticas antes de volcarse a la poesía. Sus primeras obras son una respuesta feroz al golpe militar de 1973 de Augusto Pinochet. Como muchos otros chilenos, Zurita fue arrestado y torturado. Cuando fue liberado, ayudó a formar el grupo artístico radical CADA, y se hizo conocido por sus actuaciones públicas provocativas e intensamente físicas, como quemarse el rostro e intentar cegarse, con lo cual quería expresar la impotencia frente a la realidad y la necesidad de decir sin palabras. A comienzos de la década de 1980, Zurita escribió estupendamente en el cielo de Manhattan versos de su poema La nueva vida, usando como herramienta una avioneta que arrojaba humo. Más tarde, aún durante el gobierno de Pinochet, con una topadora escribió la frase “Ni pena ni miedo” en el desierto de Atacama, que puede ser leída desde el cielo. Durante quince años Zurita trabajó en una trilogía que es considerada uno de los mayores logros poéticos de Latinoamérica: Purgatorio apareció en 1979, Anteparaíso en 1982, y La vida nueva en 1993. Raúl Zurita es uno de los más renombrados poetas latinoamericanos contemporáneos y ha recibido numerosos premios incluyendo una Beca Guggenheim y el Premio Nacional de Poesía de Chile. Su obra ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos al inglés, francés, alemán, ruso, sueco, griego y el árabe. Hace poco, Raúl Zurita estuvo visitando Bard College y nos regaló estos tres poemas para los lectores de La Voz. ¡Muchas gracias don Zurita! Y que disfruten.
FELICES LOS QUE LLORAN
Inscripción 16
Si solamente supieras como lloro y no
puedo despertar, que graciosa me verías si
estuvieras como yo frente a los ríos de mi
país llorando por ti. Me contaron y no es
cierto, solamente yo te he visto, vi tu cara
color del azabache y del cielo pero no.
Los muchachos sacaron banderas blancas
en el campamento, pero igual nos golpearon.
¿Estás tú entre los golpeados, los llorosos,
los muertos? ¿Estás tú también allí mi Dios
durmiendo cabeza abajo?
No hay perdón para esta nueva tierra, me
dicen y nada de lo que hagamos cambiará
la suerte que tendremos, pero yo lloro y no
despierto y mi Dios se aleja como un barco.
FELICES LOS QUE LLORAN
Inscripción 17
Presidentes y países me siguieron. Hartos los países y los animales y yo pregunté con boca
por ti. Embanderaron y rayaron con consignas
el campamento y los muchachos se acercaron burlándose. Ronca, me dijeron. Yo no tengo cobardía le respondí a los presidentes, a los
países chilenos, es él: mi cabra y mi voz que no viene.
Oh mi manco, mi destruido, que nada se sabe
y es lento. Los países se acercaron para
preguntarme. Mucho me miré con ellos y les
dije que no era yo, que por orden no era yo.
Que tú eras yo. Que tú hablarías por mí. Que
por computers y satélites hablarías cuando
aparezcas si apareces y arreglemos cuentas.
FELICES LOS QUE LLORAN
Inscripción 18
Cientos de voces se vinieron llamándome,
pero no era tu voz ni de los países ni de
los presidentes. Lloro chilena, me decían
las voces sin tu voz y yo sacando pañuelo blanco comencé a ondearlo aguas arriba
como si bailara y me fui por países y campamentos rindiéndome porque tú no sales ni vienes. Y ni por pastos ni países tú vienes. No sabes y no vienes y ni sabes ni vienes.
Sí mi lloro, mi ahogado, detrás de todos
los nombres está tu nombre, les canté yo
así a los países y ellos me miraron como soñándome y con pañuelo y voz les dije
a los países que me rendía, oh sí mi lloro
escucha, que rendida de amor yo me rendíaback to top
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