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Indígenas mayas cultivan su riqueza

Por Emily Schmall
June 2010
En una región del altiplano guatemalteco, una población indígena maya se sostiene a través de una cooperativa del café.

Veinte minutos en tuk-tuk—un taxi estilo motocicleta—desde el embarcadero de San Juan La Laguna, un pueblo al lado del Lago Atitlán, oculto entre los altos arbustos de café, se puede oler la cooperativa antes de verla. Los agricultores son miembros de Tz'utujil, una antigua tribu maya del altiplano que se distingue por su lengua y su forma de vestirse con colores brillantes.

Hice una parada en San Juan La Laguna durante un paseo reciente al Lago Atitlán, una caldera volcánica que se formó hace 84.000 años, y el lago más profundo de Centroamérica. A sólo tres horas en camioneta desde la Ciudad de Guatemala, los pueblos del Lago Atitlán (donde viven los Tz'utujil y la tribu maya los Kaqchiquel) han sido destinos favoritos de los hippies estadounidenses y los europeos desde la década de los años sesenta.

Cuando la guerra civil llegó al altiplano en la década de los años setenta, sólo los turistas más atrevidos siguieron viniendo. La guerra comenzó en 1954 con un golpe de estado apoyado por los EE.UU. para expulsar al presidente izquierdista Jacobo Arbenz Guzmán. Por racismo, la serie de dictaduras militares que siguió al golpe persiguió especialmente a los indígenas mayas.

Hoy en día el turismo al lago es floreciente. Pero el pueblo de San Juan no se mantiene con el turismo, sino con la cosecha y venta de su fuerte café. Se cultiva principalmente en las laderas de los tres volcanes que encierran la parte sur de la línea divisoria de las aguas del lago en alturas que van de 700 a 1.600 metros. Debido a la altura, el café puede sembrarse orgánicamente y sin usar pesticidas. El departamento de Sololá, en donde se encuentra el pueblo de San Juan, representa el cuatro por ciento de la producción nacional del café, según las cifras más recientes de la Asociación Nacional del Café de Guatemala, un grupo de la industria cafetalera.

 

La cooperativa es la fuente de trabajo para casi todas las familias de San José durante el tiempo de la cosecha, alrededor de 5.000 personas, y también maneja una pequeña cafetería y museo sobre el cultivo del haba del café. Tomando un café americano, hablé con el representante de la cooperativa Lucas Bizarro Yojcom. Me dijo que el establecimiento de la cooperativa en 1977 había mejorado las vidas de la gente. “Estamos felices porque los ingresos del café han mandado a nuestros hijos a la escuela”.

 

La cooperativa completa el procesamiento mojado y vende el café de pergamino a una fábrica más grande en la capital, a 160 kilómetros de distancia, para el procesamiento final. Mantiene una relación de larga data con un tostador norteamericano en San Diego, California, que compra la mayoría de su café.

           

El sueldo medio de los 216 trabajadores permanentes de la cooperativa es el doble de lo que gana el trabajador medio en Guatemala, dijo Yojcom. La cooperativa aumenta sus ingresos ofreciendo un tour de las fincas del café llamado La voz que clama en el desierto.

 

La cooperativa está prosperando ahora después de los cuarenta años de guerra y precios fluctuantes del café en los mercados globales. Durante la década de los años noventa, los campesinos de la cooperativa fueron asesinados, acusados por el ejército guatemalteco de abrigar a rebeldes. En el pueblo vecino de Santiago Atitlán, hubo dos masacres—una en 1980 de diez cultivadores del café y otra en 1990 de 13 ciudadanos. “La gente no quiso reunirse, por temor a que el ejército lo interpretara como una conspiración,” explicó Yojcom.

 

Después de que se firmaran los acuerdos de paz en 1996, la cooperativa comenzó a reconstruirse. Aunque hace mucho tiempo que la guerra terminó, la cooperativa sigue siendo vulnerable a que los inversionistas en mercados globales pagan por futuros del café. Las cosechas fueron destruidas por terremotos e inundaciones, y los volcanes activos del Atitlán podrían un día entrar en erupción. Pero hasta el punto que se pueda, los trabajadores de la cooperativa de San Juan han tomado las riendas de su destino.





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Comments

Comentario: Hay cosas que desafian el espiritu humano, tanto para el bien como para el mal. Cualquiera pensaria que el trabajador honesto debe recibir proteccion y ayuda pues su sudor edifica al resto que no tiene que fajarse bajo las inclemencias naturales. Nuestro indio ha sufrido las salvajadas propinadas por los llamados mas civilizados. No hay duda que en vez de abandonar la tierra, nuestro trabajador debe procuruar la educacion de sus hijos como una urgente necesidad. Emily, tu recuento sacude el alma. La Biblia nos ensena: "Mi gente sufre por falta de conocimiento" Y podriamos incluir la maldad de los mezquinos y explotadores. Gracias! Genaro
Posted: 6/26/2010