Joseph Sorrentino, fotógrafo social autodidacta de Rochester, refleja el sufrimiento de los jornaleros de México y Nueva York. Después de recibir su doctorado en biología, trabajar como voluntario en un comedor de beneficencia y vivir sin techo él mismo durante poco tiempo, Joseph Sorrentino desarrolló su interés en documentar la vida de los pobres de los Estados Unidos y México.
La fotografía social y su carrera de periodismo, que transformará de una manera muy distinta más tarde, empezó en un comedor de beneficencia en Philadelphia en 1983. Por casualidad, Sorrentino comenzó a entrevistar y sacar fotos de los sin techo sobre sus formas de vivir de medios devastados. Su preocupación por los sectores marginados lo llevó a investigar sus vidas diarias y trabajos. Ahora Sorrentino trabaja localmente, en el oeste de Nueva York, para apoyar a los jornaleros cuyos derechos están restringidos debido a las leyes de exclusión del gobierno. Sigue escribiendo artículos en contra de las injusticias que sufren los jornaleros, como la denegación de un día de descanso y del pago de horas extras.
En 1990 Sorrentino fue a una hacienda de trabajadores migratorios en Delaware que consistía, predominantemente, de inmigrantes haitianos (aunque ahora, probablemente, la mayoría serían mexicanos). Estos jornaleros dormían en la granja dentro de una sala pequeñita hecha de bloque de hormigón ligero, que tenía temperaturas inhumanas. En ese momento los empaquetadores, la mayoría mujeres, ganaban 15 centavos por cada caja de maíz (cada caja contiene cuarenta y ocho espigas). Los levantadores, los que llevaban estas cajas al camión, ganaban un centavo por cada caja, levantando entre 6.000 y 10.000 cajas por día.
Después de estar expuesto al sufrimiento de los jornaleros en los Estados Unidos, Sorrentino viajó a las comunidades pequeñas justamente en las afueras de los estados de Oaxaca y Puebla, México. La mayoría de los jornaleros del oeste de Nueva York (a muchos de los cuales Sorrentino conoce) son del sur de México. Fue allí para conocer cuáles eran las condiciones y los trabajos de los que vinieron estos inmigrantes.
Viajó durante tres semanas por cada rincón de esos pueblecitos escondidos entre las montañas. El trabajo predominante allí es la producción de café, una tarea durísima con la que no se gana una suma de dinero suficiente para alimentar a una familia. Estos pueblitos están a unas doce horas de la ciudad más cercana. Normalmente los trabajadores del café tienen que viajar a pie siete horas para vender este producto. Pero la mayoría de los habitantes de esos lugares nunca va a la ciudad, ni siquiera para obtener tratamiento médico: nacen y mueren allí.
Sorrentino no sólo difunde el conocimiento de estas poblaciones a través de su fotografía, sino que dona el diez por ciento de las ventas de sus fotografías a los pueblos que visitó (http://www.sorrentinophotography.com/). Dice que lo poco que todos podemos hacer para apoyar a los trabajadores es comprar café de las cooperativas “Fair Trade”, que les consiguen un precio mejor y más humano.
-La foto de tapa es “Mujer caminando en Oaxaca”.
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