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Actualidad

Honduras y las consecuencias económicas del golpe

Por Emily Schmall
August 2009

En medio de la noche del 28 de junio, el presidente de Honduras Manuel Zelaya era despertado  por soldados, y conducido a punta de rifle a un aeroplano que lo llevaría—todavía en piyamas—a Costa Rica.

Zelaya había cometido tres pecados graves a los ojos de la oposición: aceptó $105 millones de petróleo subsidiado por el presidente venezolano Hugo Chávez; incorporó a Honduras en Alternativa Bolivariana por las Américas; y quería impulsar a través de un referéndum constitucional la extensión al límite del mandato presidencial.

 El golpe militar y la instalación subsiguiente de un gobierno provisional dirigido por Roberto Micheletti, el presidente del congreso nacional, se ha convertido en la mayor crisis política en Honduras desde que el país fuera la cede de la puesta en escena para la guerra de los Contra en Nicaragua. Los beneficios económicos obtenidos durante más de dos décadas podrían ser borrados por la agobiante recesión mundial y la suspensión de la ayuda tras el golpe de estado.

 Una de las naciones de América Latina más pobres, con ingresos por cápita de $1.717 dólares por año, Honduras vio su economía retractarse un 2,2 por ciento en los cuatro primeros meses de 2009. El país financia directamente casi el 20 por ciento de su presupuesto con donaciones y crédito extranjeros.

 El país de aproximadamente ocho millones de personas vive de las exportaciones de plátanos, camarón, café, ropa y las remesas enviadas por uno de cada ocho hondureños que viven en el extranjero.

 Las exportaciones bajaron 15 por ciento en el primer trimestre ya que la demanda de los Estados Unidos—el mayor socio comercial— se debilitó.

 El golpe de estado incruento atrajo el desprecio inmediato de las instituciones globales, incluyendo el Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos. Los EEUU apoyan el regreso del presidente, cuyo término presidencial estaba cerca, con alguna vacilación, haciendo de Venezuela a un aliado inverosímil.

  Predicciones pesimistas         

Pero el martes después del golpe, el presidente del Banco Mundial y el Banco de Inter Desarrollo habían suspendido $470 millones en pagos a Honduras. El presidente Obama suspendió la ayuda militar estadounidense a las fuerzas armadas hondureñas. El comercio fue suspendido por dos días y la agencia de calificación  S&P señaló que podría rebajar la calificación soberana de Honduras. La calificación soberana es la forma en que la deuda del país es calificada de acuerdo a la posibilidad de repago de la deuda. La calificación de la deuda a otro nivel implica que la capacidad y el costo que el país incurrirá para pedir prestado dinero para infraestructura u otros proyectos federales serán mayores.

 

En abril el banco central de Honduras predijo que la economía crecería entre un 2 por ciento y 3 por ciento este año—más que el promedio global—y entre el 2.5 por ciento y 3.5 por ciento en 2010. La economía creció 4 por ciento en 2008. Ahora, el Fondo Internacional Monetario dice que el producto bruto interno, PBI, disminuirá en 2 por ciento.

 Cynthia Arnson, directora de programas del Centro Internacional para académicos Woodrow Wilson, dijo en una audiencia ante el Congreso a fines de junio que la inestabilidad política en Honduras fue el resultado del “fracaso del crecimiento económico hondureño y una inserción mayor en la economía internacional para superar la pobreza e inequidad endémica del país”.

 El acuerdo de 2006 de libre comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos, que se espera impulsará el comercio y destinará millones de dólares en la inversión extranjera en Honduras y otros cinco países de la región, aún tiene que dar sus frutos. Mientras los capitales financieros del mundo son retenidos, el gobierno provisional se niega a echarse atrás.

 La economía hondureña oscilará hasta que se logre alcanzar una solución política y hasta que la recesión mundial haya disminuido lo suficiente como para permitir que los hondureños que viven fuera del país envíen más de sus ingresos a sus hogares en Honduras.

   Los beneficios económicos obtenidos durante más de dos décadas podrían ser borrados por la agobiante recesión mundial y la suspensión de la ayuda tras el golpe de estado.

 


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