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Opinión

La historia muestra las consecuencias de consentir la intolerancia

Por qué hispanos y anglos deben unirse

Por John Beloch
June 2009
Cuatro adolescentes de 17 años, estudiantes del colegio de secundaria de Suffern, un pueblo de 11 mil habitantes del estado de Nueva York, fueron acusados de delito de segundo-grado por crimen de odio por la golpiza otorgada a un estudiante hispano de 17 años de edad. Durante el ataque, los acusados gritaban “poder blanco”.

Soy el secretario ejecutivo del Club Latino Demócrata de Rockland County, NY, que es parte del Partido Democrático. Escribo por la golpiza de un joven latino por un grupo de adolescentes blancos en Sloatsburg a fines de marzo. Los Demócratas Latinos condenaron esta barbárica y despiadada golpiza con los términos más fuertes posibles.

Yo no soy latino, mis antepasados fueron los holandeses que se establecieron en New Amsterdan. Mi familia vino al Ramapo Valley en los años anteriores a la Revolución Americana. Escribo ahora a los que no son latinos. La Policía de Ramapo arrestó a 4 jóvenes por este ataque, pero el actor principal que participó en esta conspiración criminal quedó fuera del alcance de la policía. Su nombre es “Poder Blanco”. Conocemos a “Poder Blanco” muy bien, y su habilidad de mezclarse dentro de cualquier nación o sociedad es legendaria.

Fue llamado “limpieza étnica” y “solución final”, siempre empezó pequeño y creció. La “Solución Final” empezó con derechistas extremistas gritando en las esquinas de las calles de la República de Weimar. Tan sólo 20 años después, por lo menos 50 millones ya habían muerto, incluyendo a 6 millones de judíos asesinados. ¿Podría la historia haber sido menos violenta si los alemanes en 1920 le hubieran dicho que “No” al socialismo nacional? Probablemente.

Hago un llamado a ustedes, vecinos y amigos, a rechazar el “Poder Blanco”. No seamos intransigentes de los eventos que nos rodean, por el contrario, seamos proactivos como sociedad y eduquémonos en la gracia de la tolerancia, la justicia y la igualdad para toda la gente del país. Hablen con sus vecinos sobre estos problemas, aprendan sobre los problemas que conciernen al hispano, enséñenles a los niños tolerancia, apoyen las tiendas de latinos, o incluso lleguen a los latinos a un nivel mucho más personal.

Para los más aventureros entre ustedes, únanse a un grupo Latino; en Suffern hay grupos multiétnicos y multirraciales. O vayan a una iglesia latina y ofrézcanse para ayudar. La idea es hacer algo que mejore nuestras comunidades. A través de estos planes combinados podremos derrotar al “Sr. Poder Blanco”.

Henry David Thoreau escribió un ensayo sobre “Desobediencia Civil” desde la cárcel, encarcelado por no pagar un impuesto impopular, que muchos de sus vecinos tampoco querían. Les cuestionó, “La pregunta no es qué estoy haciendo aquí, sino, ¿qué están haciendo ustedes allá afuera?” Y ahora yo les pregunto a mis vecinos que no son latinos que examinen en sus corazones la respuesta a esta misma pregunta.

El asunto no es el por qué yo apoyo a la comunidad latina, sino ¿por qué usted no lo hace? Al aceptar a la comunidad latina ustedes también estarán aceptando su propia humanidad. En ese ambiente, el “Sr. Poder Blanco” va a quedar sin poder.

En los foros del periódico LoHud y en varios blogs se nota que hay un sector de la sociedad que no sólo no condena lo que estos adolescentes hicieron, sino que además aprueba tales actos. Es por esto que el “Sr. Poder Blanco” tan peligroso. ¿Un holocausto Americano? A los estadounidenses les gusta decir “Eso nunca podría pasar aquí”. Digo, ¿por qué no? Históricamente, tenemos una de las sociedades más violentas y divididas del planeta, y eso es terreno fértil para el “Poder Blanco”. Los adolescentes acusados son el síntoma de un problema mucho más profundo. Podemos curar los síntomas del problema en las cortes, pero, a menos que curemos la enfermedad del “Poder Blanco”, el cuerpo de nuestras comunidades puede morir.

En 1925, los alemanes se iban a dormir riéndose de esos “Nazis” furiosos en las esquinas de las calles, pero, ¿dónde quedó la risa cuando despertaban por el pitazo de un tren cargado de seres humanos rumbo a campos de muerte en el Este? La historia ya nos tiene advertidos.

*Traducción de Eduardo Quevedo

 

 

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