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Encontrar la dignidad en el trabajo

Por Allan C. Edmands
May 2009
A diferencia de otros estudiantes de la clase de español, tengo una historia larguísima de puestos, tanto de jornada completa como de media jornada. Estoy trabajando desde los años de Eisenhower. He tenido varios trabajos satisfactorios, en los que aprendí mucho. Lamentablemente he tenido unos trabajos que aniquilan el alma, pero esa experiencia fue valiosa también—sobre todo porque el período de trabajo allí fue corto.

Mi experiencia laboral con trabajos pagados incluye cosechar fresas, frambuesas, ejotes, pepinos, papas y heno; poner conductos de irrigación; procesar guisantes en una fábrica de conservas alimenticias (un trabajo nocturno); y ordeñar una manada de 50 vacas frisonas. Con los años he sido jardinero, camionero, asistente de biblioteca, empleado en una librería, lavaplatos, mesero, preparador de comida, vendedor de revistas, vendedor de productos de Amway, astrólogo, canguro, trabajador en una fábrica de clavos, trabajador en otra fábrica de guantes, pintor de brocha gorda, contable, impresor, actor, crítico teatral, carpintero de escenario teatral, gerente de gira de una compañía teatral, columnista, director editorial de un periódico de la contracultura, músico, maestro de técnica de flauta y teoría de la música, y redactor independiente de libros. En 1980, cuando tenía 38 años y era padre de dos niños hambrientos, empecé a trabajar en IBM como redactor técnico, y me jubilé en 2002. Todavía soy un redactor independiente (visite www.thewordsman.com), y estoy seguro que dirigir mi propia empresa es lo mejor.

Desde que era niño he tenido problemas con la autoridad, y antes de mi trabajo en IBM todos mis puestos fueron de corta duración. ¿Cómo pude durar tanto en IBM? Aprendí a dirigir a mis gerentes: me comportaba como un trabajador por cuenta propia, con el gerente acordábamos las condiciones de la descripción del puesto, y entonces yo satisfacía esas condiciones sin supervisión. Aprendí mucho en IBM. No sólo corregía la información técnica sino también daba clases de escritura técnica (en sucursales de IBM en todo el mundo), presentaba ponencias en congresos técnicos, y creaba videos y animaciones. De esta manera pude encontrar la dignidad en mi trabajo. Sin embargo por fin me harté de la amenaza de despido por causa de «reducción de personal», y opté por la jubilación temprana.

¿Vivir para trabajar?

Tal vez mi larga experiencia laboral me califique para dedicarme a las dos preguntas siguientes: ¿Qué importancia en la vida tiene el trabajo en nuestra sociedad? ¿Qué es más importante: «trabajar para vivir» o «vivir para trabajar»? Obviamente existen otras cosas más esenciales que el trabajo, sobre todo si se trata de un trabajo de callejón sin salida, sin la posibilidad de ascenso. La alegría, el amor, el tiempo con nuestros seres queridos son tres de esas cosas. Pero es verdad que nuestra autoestima sufre si no somos productivos, y—por supuesto—la mayoría de nosotros tiene que trabajar para disfrutar de la comida, el vestido y el sustento. Desgraciadamente demasiada gente se mata trabajando, a veces con dos o más trabajos peor remunerados, para ganar apenas suficientemente por estas necesidades, e irónicamente poca gente recibe autoestima de su trabajo. Hace 50 años que los sindicatos protegían a los trabajadores, pero hoy en día esos sindicatos son débiles.

A los derechistas les gusta quejarse que los izquierdistas quieren redistribuir la riqueza, pero ya hay una redistribución enorme de la riqueza hacia la clase alta. Por ejemplo, ahora el ejecutivo principal típico gana 262 veces más que el trabajador medio, que se preocupa que su trabajo desaparezca o se exporte al extranjero.

Sólo después de una redistribución más justa podrá disfrutar el trabajador medio de un trabajo digno en que su autoestima crecerá. El resultado de las elecciones presidenciales puede ser sólo el primer paso en esa dirección. Habrá que escribir otro ensayo para discutir las fuerzas del presunto «libre mercado» y los problemas atroces del mercado global.             

* Escrito para la clase Español 201, con la Profesora Gabriela Carrión de Bard College

CAMBIO DE FECHA

Oda a las sandalias y otros poemas
Recital de poesía de Allan Edmands
Viernes 8 de mayo, 7pm
En Mezzaluna, 626 Rt. 212, Saugerties,
Telefóno 845-246-5306,
http://www.cafemezzaluna.com/


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