add this print this page

Cuento

Luciérnaga en Rubí

Por Robinson David Martínez
February 2009

Carlos se despertó gritando en la noche. sentía una bola de vidrio incrustada en su pecho, cortándolo. hermelinda, su madre, abrió los ojos y sintió el agua helada de pánico en su espina dorsal. corrió al cuarto de carlitos y lo tomó por los brazos, sobándole la frente desesperadamente.

"¿qué te pasa, mi vida?"

"me duele, mami, me duele." 

la mamá le quitó la camisa y se tapó la boca con la mano, como para aguantar el tremendo grito que iba dar.

"¡el diablo!" 

con movimiento abrupto se arrodilló al frente de la cama, cerró los ojos y con el desespero de alguien ahogándose en la mar, comenzó su suplica repetitiva. 

"padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. llévanos a tu reino. hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo..."

carlitos pasó sus dedos por el perímetro del rubí, donde tocaba su piel. la sangre seca alrededor de todo el borde parecía igual a la gema, como si la sangre del niño fuera del mismo rubí. el niño sentía su piel estirándose, rompiéndose y sangrando con cada aspiración. tocó el centro de la piedra y en ese instante sintió en su estómago un pequeño punto caliente elevarse de súbito desde su vientre hasta su pecho. el rubí se iluminó, como si tuviera una vela adentro, pero el pequeño punto de luz se movía en espirales. era una luciérnaga. carlitos sonrió y el brillo de la luciérnaga aumentó. cuando carlitos dejó de sonreír, el brillo disminuyó. sintió ganas de respirar. se dio cuenta de que si respiraba lentamente su dolor se desvanecía. 

"ya no me duele, mami." 

la mamá lo examinó más de cerca y de nuevo sintió el pánico que no había sentido en 20 años. hermelinda siempre llevaba su cabello recogido, como si tuviera una serpiente durmiendo en su cabeza.

"vírgen santísima. ¡esto es obra de satanás! ¡ay dios mio! ¡ay ay ay!"

hermelinda caminaba de un lado a otro, tocándose las sienes. sus ojos parecían de indigente hablando solo. 

"¿qué vamos a hacer? ¿qué va a pensar la gente? ¿y si se dan cuenta los del noticiero? traerán cámaras y todo el mundo--¡que vergüenza!"

agarró a carlitos por los brazos y lo miró fijamente a los ojos.

"esto no se lo podemos decir a nadie. a NADIE. ¿entendido?"

"se darán cuenta."

 "¿qué dijiste?" 

sintió una ola de vergüenza, luego lástima por si misma. luego le dio rabia. 

"¡nadie se va dar cuenta!' 

"¡escucho la voz de un viejo! mami, y dice que todos se darán cuenta y que si tú sigues preocupándote te vas a morir." 

hermelinda quedó casi congelada de terror. trataba de respirar y no podía. su pecho convulsionado. ni siquiera podía hablar. aunque nunca se lo había dicho a nadie, le tenía pánico a la muerte. se puso la mano en su garganta, como tratando de suavizar el miedo acumulado allí. se quedó muda. entró en un estado de shock. se desmayó y cayó en la cama. 

carlitos tomó el teléfono. ya se sabía el número de su tía lunela. 

lunela hizo un té de ramas de pino con miel de abeja y limón. llevó el pocillo y lo puso en el nochero. acariciaba la frente de hermelinda cuando ella despertó. se sentó en la cama y con un movimiento brusco le destapó la camisa a carlitos nuevamente, vio el rubí y gritó "¡ay ay ay!" sus dientes y sus dedos temblaban.

"santa maría, madre de dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte, amén. santa maría, madre de dios, ruega por nosotros..."

lunela le sobaba la espalda mientras hermelinda rezaba con fervor. eran ya las cuatro de la madrugada. 

"cálmate, hermelinda. respira profundo. toma."   extendió el pocillo caliente. hermelinda sabía que cualquier mejunje raro que le daba lunela siempre la ponía bien. 

"¿cómo te sientes?" 

"¡cómo que cómo me siento! ¡pues mal! ¡no ves que el diablo se le metió a carlitos! ¡mire!" 

hermelinda le desbotonó la camisa al niño. se quedó mirando a lunela.

lunela abrió y cerró los ojos varias veces, enfocándose en el pecho del niño. luego miró a su hermana. lunela estaba completamente confundida.  

"¿por qué te quedas mirando como estúpida?" 

"no veo nada hermelinda." 

hermelinda quedó boquiabierta. ambas sentían que se estaban volviendo locas. hermelinda comenzó a rezar de nuevo, arrodillada, con sus palmas juntas y los ojos cerrados a todo. 

"me está hablando el viejo," dijo el niño. 

"¿de qué estas hablando carlitos?" preguntó lunela.

"hay un viejo en el cristal. me habla y me dice cosas. ¿quieres verlo? vive aquí conmigo."

se levantó la camisa, exponiendo el hermoso rubí incrustado en su pecho. lunela se tapó la boca. se conmovió, sintió una emoción de compasión, de tristeza y al mismo tiempo de gran felicidad. no entendía lo que le ocurría. hace un segundo no había visto nada y ahora, ahí estaba. respiró deliberadamente despacio aunque sus rodillas y todo su cuerpo le temblaban. trató de decirle algo a carlitos pero no le salía nada. tomó el último traguito del té de hermelinda.

"¿quién es este viejo?" preguntó lunela con voz frágil.

"ya se murió y ahora su tarea es vivir en mi pecho. me dice cosas. muchas cosas."

"¿qué te dice?"

"dice que soy el elegido! ¡jajaja!"

lunela se sentía completamente trastornada. tenía ganas de vomitar. sentía miedo. 

"¿y qué tienes que hacer como elegido?"

"cantar y bailar y caminar y curar a mucha gente."

"no entiendo."

"dice el viejito que esto es una escuela y cárcel a la vez--tengo ganas de hacer pipí."

lunela lo llevó al baño. mientras él iba, ella se lavaba la cara con agua fría. 

"¿entonces qué tienes que hacer?"  

 "me está hablando. te conoce. dice que tienes mucha paciencia."

lunela se le rompió la membrana de lágrimas. sus manos temblaban al sonarse la nariz. 

"no lo recuerdas pero él sí a tí."

"¿qué quiere conmigo?"

"su tarea es guiarnos. nos va a enseñar muchííííísimo. ¡ji ji ji ji! a mi mami también, si no se muere de tanto preoc--"

"¡basta! ya no más. ¡me estoy volviendo loca!"

"acéptalo todo y dejarás de sufrir." 

carlitos se empinó estirándose. alcanzó a abrir la llave del lavamanos. mojó su mano y le tiró agua a la cara de su tía. ella se quedó congelada y su rostro parecía de gallina confusa. a carlitos le dio mucha risa y comenzó a bailar alrededor de ella. le agarró la mano. lunela estaba entumecida, como durmiendo, aunque reconocía algo verdaderamente sagrado en el comportamiento de carlitos. la pared del miedo todavía rodeaba su corazón. 

carlitos comenzó a bailar y saltar, cantando un hermoso cantico repetitivo. se veía tan feliz. en un momento lunela vio la luciérnaga en el rubí que volaba, se prendía y se apagaba. la luz salía del rubí como rayos anaranjados y rojos. entre más saltaba y danzaba carlitos, más se iluminaba todo y más se reía. lunela daba vueltas como si ella fuera un carrusel rodeada de colores, mientras que carlitos llenaba todo de luz naranja-rojiza. la luz se acumulaba en el baño hasta que se puso tan brillante y lustroso que lunela se dobló y calló al piso llorando lo que nunca había llorado en su vida.

"quiero cambio en mi vida." dijo ella, zollozando. 

carlitos saltaba alrededor de ella, dando círculos, riéndose.


back to top

COPYRIGHT 2009
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson

 

Comments

Sorry, there are no comments at this time.