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Dancing to the Dominican Blues

Por Yeni Alcantara
February 2009
Hace algunos años, mi mamá por primera vez me contó historias sobre su juventud. Ella vivía en La Costa, un pueblo sumamente aislado, chiquito y pobre situado en la parte noroeste de la República Dominicana. Mi abuelo sembraba tabaco en su rancho y mi abuela se dedicaba a criar chivos y gallinas.

Trabajaban de día a noche sin descanso para poder mantener un hogar y una vida sana para sus ocho hijos. Sin embargo, cada fin de semana mi bisabuela organizaba una fiesta en su patio donde se reunía toda la familia para bailar, beber, comer chivo y gozar. De la bocina de la radio salía la combinación de sonidos de la guitarra, el bongo y la güira, sonidos únicos de la bachata. Mientras la familia bailaba y cantaba  junto con las palabras de amor perdido y de la vida del campo.

La bachata nació en pueblos pobres similares al pueblo donde creció mi mamá y su familia. El hecho de que esta música triste se convirtiera en música de fiesta refleja los valores dominicanos. Esos de valorar las experiencias de día a día, agradeciendo las cosas simples de la vida hasta cuando la vida te da la espalda. Más específicamente, la bachata revela el espíritu de la gente pobre en la República Dominicana. La historia de la bachata es la historia de la gente común.

La bachata originalmente se refería a una fiesta de patio informal como la que mi bisabuela tiraba cada fin de semana. Apenas en los años sesentas fue cuando la definición de bachata pasó a significar un tipo de música de campo. En general, cualquier música de guitarra con temas sentimentales, un estilo tosco de cantar, lenguaje común y asociación con la clase baje cae debajo de la categoría de bachata. No es un término que contiene un específico estilo de música si no es un término que capturaba la esencia de la cultura campesina o de la clase social baja.

En los años setenta, la bachata comenzó a cambiar. El tempo se aceleró y los temas se fueron acomodando para relatar más la dura realidad de la vida rural y de los barrios pobres en las ciudades. Las letras expresaban despreció a las mujeres y glorificaban las borracheras. Fue en este tiempo que la bachata adquirió un valor negativo cultural que implicaba vulgaridad y atraso social.

El que baila su mal espanta

Avanzando al lado de la bachata, la gente rural también atravesó muchos cambios en los años setenta. Después de la muerte del dictador Rafael Trujillo muchas familias se vieron forzadas a mudarse del campo a la ciudad por razones económicas. Llegando ahí, se sentían más marginados que nunca, y creo que el cambio de estilo de bachata fue un producto de la situación nueva en la que se veían los campesinos. El tempo se aceleró reflejando el cambio de la vida lenta del campo a la vida rápida de la ciudad. Las letras se convirtieron más directas y menos románticas porque expresaban la angustia de dejar a un hogar en el campo para llegar a un área desconocida. El desempleo en esta época era alto y muchos de los inmigrantes campesinos se vieron sin trabajo. Para sanar sus amarguras pasaban su tiempo en barras, tocando la guitarra, bebiendo y buscando amor o sexo. Las letras vulgares simplemente expresaban la realidad de la vida.

Pero detrás de la pobreza seguía el mismo espíritu alegre de los campesinos, hecho evidente por el baile de la bachata. Durante las dificultades económicas e emocionales, pudieron mantener una buena actitud sobre la vida. El poder bailar a las amarguras y problemas demuestra la filosofía del dominicano desamparado evidente en la expresión estadounidense: "when life gives you lemons make lemonades" que se traduce a: "cuando la vida te da limones, haz limonada." La bachata es la limonada del dominicano desamparado.

Originalmente presentado a la clase “Español para Bilingües” de la Profesora Nicole Caso de Bard College



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