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Cuento

AMELIA, LA CURANDERA

December 2008

amelia se despertó y sintió que se estaba ahogando. el pecho le dolía y no podía respirar.   hizo fuerza, su cara roja, y vomitó una sangre oscura.  tosía y vomitaba pedazos de sangre podrida coagulada.  no entendía lo que le estaba pasando.  se enjuagó la boca con agua y se acostó de nuevo a dormir.  

amelia soñó que estaba sentada como un yogui, con las piernas cruzadas, flotando en el aire, levitando. era anciana, con arrugas y el cabello blanco y largo.   "estoy soñando," pensó ella y vio un pájaro azul, dando círculos alrededor de ella.   El pájaro azul le decía algo con mucha urgencia, pero amelia no entendía, aunque estaba fascinada con él. 

la siguiente noche tuvo otro sueño.  todo alrededor era demasiado blanco y brillante.  no podía ver nada.  era ella una esfera de luz blanca.   amelia lloró de felicidad.  ¡estaba en el centro del sol!  sentía que esta burbuja de luz era su casa, su hogar, esta es mi esencia de pura vida, de paz.  el sol que la cubría comenzó a girar rápido.  escuchó una voz:

"encuentra tu poder y entrénalo..."

a amelia la despertó su iguana, que de nuevo se había escapado de su vitrina.  la iguana estaba posada en el pecho de la niña. 

"¿que te pasa, merlín?"

la niña se quedó mirando al reptil y sintió un calor, una leve vibración tibia saliendo de él, entrando en su pecho.

"no te sientas triste, merlín, que pronto voy a encontrar la perfecta para ti."

la mamá de amelia, la señorita taylor, entró al cuarto de la niña con su café en la mano y celular en la otra.  puso el pocillo y el teléfono en el peinador de la niña y se frotó las sienes, frunciendo las cejas por su terrible jaqueca, pensando, necesito café.  salió del cuarto y fue a la cocina y trajo un pocillo de leche caliente con miel y se lo dio a la niña rápidamente.  se sentó de nuevo al frente del peinador, mirándose al espejo.   este fue el día en el cual amelia se dio cuenta de su poder y debilidad.   amelia le gustó el calor del pocillo caliente en sus palmas.   la señorita taylor se tomó un sorbo de café y comenzó a depilarse las cejas. 

amelia cerró los ojos y vio la cabeza de su madre como una nube marrón pulsante.  se imaginó que el color marrón que se apoderaba de ella, salía por la nariz y entraba por la suya.  amelia abrió los ojos y se tomó otro trago de leche caliente.  la señorita taylor comenzaba a sentirse aliviada, pensando que su jaqueca era por el hambre o por falta de su café matutino.  dio una casi-imperceptible sonrisa mientras comparaba su ceja izquierda con la derecha.  

amelia bostezó, puso el vaso de leche encima del nochero y le dio un beso a merlín, poniéndolo de nuevo en su jaula.  luego se acercó donde su madre y le masajeó el cuello y la parte posterior de su espalda.  la señorita taylor se aplicaba labial.  sonó el celular. 

"carajo," dijo la señorita taylor, viendo el nombre en la pantalla. 

"aló.  sí... yo le dije a ese imbécil que tenía que encontrarse con el ingeniero el 20, no el 19..."

amelia la siguió masajeando.  cerró los ojos, exhaló todo el aire de sus pulmones y respiró profundamente.  vio el marrón de su mamá de nuevo.  sintió un calambre en sus manos, como si tuviera un pocotón de hormiguitas caminando adentro de sus dedos.  su corazón se agitaba.  vio imágenes de la oficina de su madre:  la señorita taylor gritándole a su asistente por ser inepto e inseguro, hablando por teléfono, gritando, mirándose en el espejo, aplicándose maquillaje, sintiéndose vieja y fea. 

amelia sintió oleadas de ácido en su pecho y su corazón seguía palpitando como si estuviera corriendo.  las fosas nasales de la niña se congestionaron y tenía que respirar por la boca.  comenzó a estornudar, instantáneamente enferma.  

la señorita taylor suspiró, sintiéndose mejor.  se tomó el último trago de café.  se paró, sacó un billete de su cartera y se lo dio a la niña. "llama a los chinos cuando quieras almorzar."  se agachó y le dio un beso en la frente.  salió del cuarto, buscando las llaves del carro en su cartera.


aunque recién se había despertado, amelia estaba completamente exhausta.  se sentó en la cama, mirando a la nada, luego se acostó y quedó inmediatamente dormida. 

amelia soñó que era una ardilla trepada en un árbol muy grande, un sicomoro que tenía manchas negras y estaba enfermo.  la ardilla estaba posada en lo más alto del árbol, comiéndose una rama podrida.  ella sabía que si se comía las partes enfermas lo podía salvar.  aunque estaba ya muy llena, habían demasiadas ramas enfermas.  pero ella sabía su poder y seguía comiendo y comiendo.  su abdomen se estiraba y engrandecía.  el dolor de estómago era insoportable y su vientre había crecido al tamaño de un pavo y seguía creciendo--ella, masticando con amor y dolor.  escuchó el chillido de un águila.  miró hacia el cielo y vio una hermosa águila azul.  vio como el pájaro gigantesco volaba en la altura, dando círculos.  de repente sintió un pánico aterrorizante.  el águila dio su chillido y se empinó, clavándose en el aire directamente hacia ella.  "me voy a morir.  me voy a morir," pensó amelia con pavor y un poco aliviada de no tener que seguir comiendo del sicomoro enfermo. 

el águila la agarró con sus poderosas garras que atravesaron su abdomen y toda la madera podrida explotó de su enorme barriga.  el águila salió volando con la ardilla en sus garras, pedazos de madera podrida cayendo en el aire, mezclados con sangre.   amelia sentía como si tuviera cuatro largos cuchillos clavados en su vientre y en el pecho.  gritaba con dolor, pero sólo se escuchaba el chillido de la poderosa águila.  volaron en la vastedad de la noche, iluminada por el brillo plateado de la inmensa luna llena. 

amelia se sentía más y más débil. 
"me estoy muriendo," pensó amelia, aceptando su destino.

el águila azul voló a su nido en el tope de una montaña más alta que las nubes.  la dejó caer en su enorme nido y la despedazó con su poderoso pico azul.  amelia nunca había tenido un sueño tan dolorosamente real.  sintió sus huesitos partiéndose, sus músculos estirándose hasta que lo arrancaban por completo.  sintió cómo la tibia sangre interna de sus intestinos se derramaba adentro de su cuerpo. 

el águila azul se la tragó toda por pedazos y ella sintió la oscuridad de su esófago caliente.  el pájaro luego regurgitó los pedazos, dándole de comer a sus cuatro crías.  amelia dejó de sentir dolor y algo estremecedor le ocurrió.  comenzó a sentir el hambre y el placer de comer que sentían las pequeñas águilas, la satisfacción de la mamá por haber comido y por haberle dado de comer a sus bebés. 

el viento silbaba en la altura de este pico solitario y la enorme águila azul se tiró al abismo del cielo y voló.  amelia se había fusionado con este pájaro.  se sentía poderosa, liviana, libre, llena de propósito.  el águila se clavó como si fuera a cazar de nuevo, hundiéndose en el aire con velocidad más y más rápida, traspasando las nubes y bajando hasta que vio una casa y una ventana en el techo y allí se veía amelia, durmiendo.  afuera, su mamá entró a su carro y salió acelerada.  el águila azul vio una luz marrón, como sangre podrida en el pecho de la niña y esa era su presa.  el pájaro penetró el pecho de amelia.   amelia se despertó con una increíble presión en su plexo solar.  quería llorar, gritar, pero no podía.  vomitó.  vomitó sangre oscurecida y la sangre le sabía a café.

este sueño le cambió la vida.   amelia sentía la presencia de algo poderoso en todo sitio donde iba.  fue entonces cuando amelia se hizo famosa en la televisión y por todo el mundo, el día que ayudó al famoso don francisco. 

en un paseo de negocios con su mamá, las dos cruzaban la calle tomadas de la mano.  un carro frenó desesperadamente, perdió el control y se volcó.  un hombre encorbatado salió volando por el parabrisas, estrellándose con la señorita taylor--un impacto atónito de carne a carne y hueso a hueso.  amelia gritó del susto, sintiendo en su mano, cómo en un instante, los dedos de su madre se deslizaban de los suyos.  don francisco se quejaba, escupiendo sangre.  el pecho de la señorita taylor subía y bajaba con respiración acelerada.  amelia entró en un estado de pánico.  tenía que escoger a quien atender primero.  miró a su madre y la vio sangrando y pensó que iba a estar bien.   la niña se agachó donde estaba don francisco, adolorido y sangriento.  lo miró con mirada ajena.

"vas a estar bien aunque va a doler un poco." 

su pierna estaba partida en la mitad y su cara estaba cubierta de sangre.  amelia, mirando al hombre como si estuviera poseída, tomó su pierna en sus manos, la partió aún más y luego la enderezó con fuerza sorprendente, diciéndole al hombre que se quedara inmóvil. 

se acercó donde su madre. 

"¿mami?"  amelia la sacudió.  su madre había dejado de respirar.   "no te vayas mamita. no.  no."   amelia miró hacia el cielo y gritó, sus ojos azules y poderosos. 



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