La reciƩn bajada
Participación cívica desde la Torre de Babel
June 2006 ¿Cómo se puede entender ahora la idea de participación ciudadana en un mundo globalizado? ¿Y cómo entender el lenguaje (vehículo de comunicación) en un mundo post moderno en donde los significantes se han liberado de los significados absolutos y todo es posible de ser reinterpretado?El paso de recolectores-cazadores al sedentarismo, o sea del paleolítico al neolítico, ocurrió mucho después de la creación del lenguaje. Humberto Maturana, biólogo del conocimiento, plantea que el lenguaje sólo fue posible al reconocer al interlocutor como un igual. Así, los primeros homínidos en sus grandes manadas establecieron los primeros códigos de comunicación en un respeto por el otro visto como un espejo de sí mismo. Luego en el neolítico apareció la noción de propiedad y la estructura social. Cuanto más pequeña es la comunidad, más fuerte es la idea de participación. De hecho es la participación la que une a la comunidad. Y así lo podemos ver hoy en las comunidades pequeñas de Sudamérica, África o Asia.
Desistí de seguir siendo arqueóloga cuando me di cuenta de que las ciencias sociales no daban cuenta en su interpretación de la sociedad del cambio que estaba ocurriendo en las ciencias llamadas exactas. La teoría del caos y la idea de un crecimiento social entrópico, desordenado, y a la vez autónomo estaban lejos de ser captados por las teorías arqueológicas, interesadas en reconstruir la historia pasada y no en entenderla para poder entender a su vez el futuro que nos depara.
El venir a los Estados Unidos a vivir me hizo comprobar aquello de que vivimos en una época de individualizaciones. El país se percibe así mismo como un individuo aparte del resto de las naciones. Pero esta nación está construida en base a la migración, y sin hacer apología de la Torre de Babel, siento que el gran problema de la poca participación ciudadana es que todos hablamos distintos idiomas literal y literariamente. E insistimos en creer que la idea de comunidad es la preservación de nuestras costumbres. La idea de comunidad para mí está en continua reactualización, igual que el lenguaje, y la participación de los ciudadanos en la construcción de una Nación no puede escapar a subjetividades.
La misma necesidad pero una respuesta diferente
Hace unos días vinieron a casa dos artistas suecas cuyo trabajo era el ser hospedadas por personas desconocidas. El ritual consistía en entrar con un ramo de flores y convivir por un día. Conversando con las artistas caí en la cuenta de que yo también quería conocerlas. Establecer un vínculo. ¿Emocional? Posiblemente sí. Y, al margen de experimentos, si algo hoy está claro es la necesidad de las personas que viven en el mundo globalizado de sentirse identificadas con otros. Por eso el éxito de los reality shows y de las series como “cambiemos de esposas”. La Web da cuenta de esto también en gran medida. Miles de personas en el mundo chatean con desconocidos en la búsqueda de encuentros interpersonales. Creando redes ―¿las nueva idea de comunidad acaso? ― de música, de cine, etc. Compartiendo información en un mundo virtual en donde aparecen nuevamente reminiscencias de lo que Maturana llamaba el reconocimiento del otro como un igual.
Los canales de participación creados por la mayoría de los Estados democráticos son una entelequia. Y nos concierne a nosotros los ciudadanos tender puentes entre la sociedad civil. Solidarizarnos con los otros y empezar a ser tolerantes con las diferencias. Por eso pienso que hablar de participación ciudadana debería comenzar por una voluntad de respeto por aquello que no entendemos. Sólo así podremos salvarnos de la soledad absoluta.
Las ideologías han ayudado en la historia a sostener cambios drásticos y a hacerlos viables. Sin embargo, hoy en día las ideologías nos separan, nos contraponen. Podríamos hablar en tal caso, de diferencias de interés. Pero caer en ideologizaciones y dogmatismos nos ponen en el mismo lugar de quienes acusamos. A pesar de que me considero post estructuralista creo aún en la comunicación. Quizás las palabras ya no sirvan. Pero aun existen los gestos, las sonrisas y la capacidad de reconocerle al otro que vale. Al menos eso es lo que trato de hacer.
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