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El Enemigo Común

Sedillo contra el neoliberalismo

July 2006
Simón Sedillo es un activista y cineasta independiente. Afiliado al Centro de Medios Independientes en Austin, ha dedicado su vida a trabajar tanto en los barrios pobres de Texas, como en comunidades de Latinoamérica, especialmente en el estado de Oaxaca en México. En abril presentó su último documental “El Enemigo Común”, que retrata la resistencia popular contra el neoliberalismo en Norteamérica, de Miami, a Cancún a Oaxaca.
El documental se centra en la lucha contra la subyugación y la violencia hacia los pobres en lo que denomina “el sur global”, y sobre todo en Oaxaca en años recientes. Y es que culpa al neoliberalismo por los problemas en Oaxaca y en todas partes del mundo en desarrollo. En una charla antes de la proyección en Bard College (gracias al Proyecto de Trabajadores Inmigrantes), Sedillo describió a lo que se opone y la ideología con la que trabaja. El neo-liberalismo, dice, es un sistema explotador, impuesto al sur global a través de métodos antidemocráticos. Es instalado por los países poderosos del mundo, las corporaciones multinacionales, las instituciones financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y las minorías ricas de los mismos países explotados. Abarca un imperialismo cultural, espiritual y económico que roba la identidad a los países en vías de desarrollo, diciéndoles lo que quieren y como tienen que vivir.

Sedillo condena los programas de las organizaciones Intercambio Global y de Libre Comercio, que promueven  la “comodificación del desarrollo sustentable”. En vez de enfocarse en las implicaciones psicológicas de un sistema económico que condena a la explotación a los pobres del mundo, estos programas intentan vender sus productos como “chileras” o “cool”, evitando la realidad de que la gente no parece tomar fácilmente el hacer lo que es superior moralmente. También muchos de estos programas se quedan con las ganancias, y mantienen una posición de autoridad en las comunidades rurales en lugar de proveer un programa autónomo y verdaderamente sustentable, que esté a cargo de las personas a las que beneficia.

Mucho más cruciales son los actos de violencia perpetrados por paramilitares contra aquellos pueblos que no son vistos como valor activo en la búsqueda de la liberalización económica. El maltrato e incluso la muerte de campesinos en Oaxaca incitaron a Sedillo a actuar, que literalmente hizo de escudo humano de los campesinos pobres a quienes les anunciaron que debían mudarse, ya que su valiosa tierra podría ser usada para algo más útil económicamente. 

Planteamientos incómodos

Aunque admiro el activismo de Sedillo, y estoy inspirada por su pasión, me siento incómoda con su ideología y su planteamiento. Autoproclamado anarquista y propagandista, él descarga sus argumentos con odio, acusando a la mayoría de formas de gobierno actuales, el ejército, y la economía de estar “llenos de mierda”. En vez de animar a la gente a unirse a su justa causa, Sedillo se está apartando de la mayoría del mundo, cuyo apoyo necesita para poder hacer cualquier cambio significativo.

También falla en la definición del neoliberalisimo. Más que un organismo intrínsicamente maligno que quiere oprimir a la gente del mundo, el neoliberalismo es una teoría económica un poco miope que fomenta el desarrollo de los países pobres a través de la liberalización del comercio, según pautas específicas. Fracasa en que no valora los recursos humanos ni los naturales, y en permitir que aquellos con poder exploten a los que nada tienen.

Al criminalizar a movimientos como Intercambio Mundial, Sedillo está atacando grupos populares con las mismas metas que él tiene. Aunque hay mucho por cambiar en la infraestructura de estos programas, tienen el mérito de haber encontrado una manera de hacer conocer sus productos. Preferiría que nuestra economía funcionara moralmente; pero me alienta saber que hay personas que han aceptado que nuestra meta inmediata tiene que ser invertir en el desarrollo sustentable; después, podemos concentrarnos en el apoyo ideológico.

Mi deseo por un cambio en el mundo me tienta a adoptar métodos muchos más radicales que los de Sedillo mismo. Aunque estamos de acuerdo en muchos aspectos, aunque su enemigo es mi enemigo también, me siento obligada como miembro privilegiada de una sociedad rica a buscar transiciones en las que la mayoría pueda participar. Aunque voces como la de Sedillo valen mucho por la discusión que estimulan, al final podrían causar más daño que ayudar. Para vencer la explotación existente en nuestra estructura económica, tenemos que buscar una transición gradual y profunda, que sea atractiva ideológicamente para los que tienen el poder de cambiar las cosas.

Autoproclamado anarquista y propagandista, Sedillo descarga sus argumentos con odio, acusando a la mayoría de formas de gobierno actuales, el ejército, y la economía de estar “llenos de mierda”. 



 

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