add this print this page

La recién bajada

La educación más allá de las instituciones

August 2006

Provengo de una familia de intelectuales. Mi abuelo, Filósofo e Historiador, tuvo 5 hijas. El, al que algunos califican en Perú como el primer hippy de la historia, decidió no mandar a sus hijas al colegio. Creía que la educación estaba mal enfocada en contenidos y criterios metodológicos. Así que creó su propia escuelita en su casa en donde mi madre y sus hermanas estudiaron la primaria impartida por mi abuela que era maestra. El mecanografió cada uno de los libros para cada curso y pego figuritas recortadas de revistas y otros libros para ilustrarlos. Luego sus 5 hijas, incluida mi madre fueron al colegio en la secundaria.

Esto significó un shock social y educacional para ellas pero finalmente pudieron adaptarse al sistema regular. De las 5, 4 estudiaron Ciencias Sociales y una Artes Plásticas. Todas, una ves terminados sus estudios en Perú, viajaron a Europa a hacer masters y postgrados. Eran los años 60’s y había mucho movimiento migratorio de intelectuales latinoamericanos a Europa.

Mi abuelo era además presidente de Acción Católica de Lima y pertencía al partido Demócrata Cristiano, lo que supuso una visión muy católica de la vida y de la educación en particular. El quería que sus hijas estudiaran en la universidad pero a ciencia cierta creo que su mayor ambición era que ellas se casaran y formaran familias católicas (y cultas). Con esto quiero decir que la educación no se imparte solo en las escuelas sino en todo aquello que nos testimonian quienes están a cargo de nuestra formación: padres, en primer lugar, maestros, instituciones, entorno social.

Yo fui educada por mis padres, ambos sociólogos y católicos, en un colegio de monjas católico de izquierda y luego en la Universidad Católica del Perú. Ciertamente un collage que combinaba lo mejor (y lo peor) de Max Weber, el Doctor Spock y la Izquierda Unida Jamas será vencida. Mis años universitarios transcurrieron en medio del terror de Sendero Luminoso, entre toques de queda y bombas en donde murieron muchos amigos míos. Todo ello forma parte de mi educación, en el sentido amplio de la palabra, es decir, la constitución de mi self como profesional y como persona.

 

Cuando entré a la Universidad tenía 16 años y me sentía empoderizada por caminar en medio de los pabellones y retar a mis profesores con mis preguntas inoportunas. Terminé estudiando una carrera que nunca me gustó y nunca ejercí. En mi abanico de posibilidades nunca estuvo mi verdadera vocación. Tenía que estudiar Humanidades o Ciencias Sociales y eso hice. Muchos años después (de muchas desventuras) me animaría a ejercer lo que yo siempre había querido ser: Artista Visual.

Las expectativas del medio, el mundo patriarcal (sorry de nuevo con mi rollo feminista) y las presiones familiares no dieron cuenta temprano de mis talentos innatos. Y yo no tuve la fuerza para luchar contra esas presiones.

El problema de las vocaciones creo que es un problema neurálgico en el tema de la Educación Hoy. Incluso en los países pobres de Latinoamérica ya se esta hablando de descubrir en el niño sus vocaciones y respetarlas. En la imposibilidad de una educación sana standarizada que no recoja las inquietudes de cada individuo o cada educando.

Si bien es cierto que la educación es hoy igual en oportunidades y exigencia para hombres y mujeres también lo es que una ves convertidas en madres, muchas mujeres tienen que dejar en segundo plano aquellas carreras que tanto les costo ganar. Y este es un problema de educación también. La repartición de los roles familiares en respeto a la carrera profesional de ambos conyugues. Es algo de lo que los Estados aún no dan cuenta en la mayoría de países (Holanda es una excepción). Veo a mi alrededor carreras brillantes truncadas por la maternidad, así como muchas jóvenes profesionales que ya han decidido no tener hijos porque ello supondría una interrupción en su ascenso profesional. Esto da cuenta de una crisis en la educación hacia las mujeres desde pequeñas. Voy al Kinder a recoger a mi hijo y veo como mientras los niños tienen un espacio para armar rompecabezas y jugar a armar estructuras, las niñas juegan con muñecas en pequeñas cocinas y se disfrazan de princesas. Nada más subliminal que este mensaje al futuro. Espero que la generación de mi hijo pueda romper con estas cadenas y que las niñas de hoy y mujeres del mañana se puedan percibir a si mismas como agentes de cambio histórico y no solo como procreadoras y mantenedoras del equilibrio familiar. Pero creo que para eso tendré que esperar algunas generaciones más.



back to top

COPYRIGHT 2006
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson

 

Comments

Sorry, there are no comments at this time.