Casa de Sabana Piedra
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Recuerdos de...

Recuerdos de República Dominicana

September 2006

Hace unos meses mi padre me contó que un amigo de la familia iba a viajar para la Republica Dominicana con un grupo misionero. No me gustaba la idea de hacer trabajo misionero – no soy muy religiosa - pero el grupo había visitado la misma iglesia seis años seguidos, y la mayoría del trabajo que realizaban allí era enseñar a los niños y ayudar a construir edificios para la iglesia. Así que decidí que quería ir con el grupo.

Empezamos nuestro viaje a las ocho de la mañana a fines de junio. Cansados y sudando, llegamos a la pequeña aldea de Guananito en las montañas al oeste de la capital Santo Domigo a las ocho de la noche. Nos habían dicho que los niños siempre venían dar la bienvenida, pero en las calles oscuras no había ningún niño. Un poco tristes, seguimos los líderes para ver la iglesia, un pequeño edeficio blanco sin ventanas, pero con agujeros en las paredes en forma de cruces. Entramos el edificio apagado. En seguida se encendieron las luces y cincuenta caras y cincuenta voces nos salundaron con sonrisas y una canción alegre. Durante la canción, que duró más de diez minutos, la electricidad falló y las luces se apagaron otra vez, pero las voces nunca pararon. Cuando terminaron la canción, nos llevaron al edificio nuevo que estaban construyendo con nuestros donativos y nos dieron jugo fresco de frutas tropicales. Nos dijeron: «Ahora pueden probar los frutos de su trabajo». De este momento, nunca estuvimos sin la compañía de los niños.

Por las mañanas, el grupo enseñaba a los niños un cuento de la Biblia, y después todos hacían alguna actividad como colorear libros o fabricar pulseras de la amistad. El primer día vinieron 60 niños y para el último día teníamos 170 niños. Fue increible. Por las tardes teníamos un grupo más pequeño de jóvenes, a quienes enseñábamos palabras y conversaciones básicas en inglés. Usábamos  la canción «Hokey Pokey» y el juego «Twister» para enseñar partes del cuerpo y los colores.

Por las noches, nosotros éramos los estudiantes. Los líderes de la iglesia – la mayoría tiene menos de 25 años – nos hablaban sobre el estado de la iglesia, la comunidad de Guananito, y el país en general. Todos trabajan para la iglesia, van a la universidad o  al colegio y trabajan al mismo tiempo. Algunos no viven en Guananito, y necesitan conducir mucho para vernos, pero estaban allí cada noche. Otros tenían exámenes, pero siempre se hacían tiempo para venir a hablar con nosotros en «spanglish» o enseñarnos a bailar merengue.

En la Repulica Dominicana, descubrí personas cariñosas y generosas. El grupo fue allí para dar pero siempre recibimos. Espero poder volver pronto porque ya echo de menos a mis amigos buenos de Guananito.




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