Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Tal como anunciamos en la revista del mes pasado, el 3 de octubre hubo en Poughkeepsie una jornada sobre la diversidad cultural en Dutchess y el futuro de nuestro condado. Asistí como participante en dos de las conferencias, y fui invitada a ser panelista en las dos mesas redondas sobre medios de comunicación. Me quedé gratamente impresionada por el nivel de las discusiones, la cantidad de asistentes (lleno completo el auditorio con capacidad para más de 200 personas) y la diversidad de todo tipo que reinó durante ese memorable viernes.
Entre asistentes y panelistas a la conferencia organizada por la sucursal Poughkeepsie de la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias (AAUW, por sus siglas en inglés) había maestros, enfermeras, profesores, asistentes sociales, médicos, abogados, un sin fin de profesionales en áreas como la salud, los medios de comunicación, la educación, los negocios y la competencia cultural. Lo mejor fue encontrar diversidad, o multiculturalismo como parece que algunos prefieren llamarlo, el famoso crisol de razas hecho carne en pleno Poughkeesie, sin caras largas y una apertura sin par “al otro”. Eso sí es inspirador „Ÿa pesar de que algunos, los que no asistieron obviamente, se dedicaron a decir tonterías insultantes en comentarios a diarios locales que no vale la pena reproducir.
Lo que sí quiero reproducir es algo que me dejó pensando de la conferencia de David Tulin, un hombre con una vasta trayectoria en entrenar a altos ejecutivos en competencia cultural (es decir, a que se den cuenta de la importancia de la diversidad en las empresas y cómo comportarse). Tulin habló de la profecía autocumplidora en la educación (¡y en la vida!) y en las empresas donde hispanos, afroamericanos y personas de otras “minorías”, suelen verse afectados por este particular modo de pensar.
Entre asistentes y panelistas a la conferencia organizada por la sucursal Poughkeepsie de la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias (AAUW, por sus siglas en inglés) había maestros, enfermeras, profesores, asistentes sociales, médicos, abogados, un sin fin de profesionales en áreas como la salud, los medios de comunicación, la educación, los negocios y la competencia cultural. Lo mejor fue encontrar diversidad, o multiculturalismo como parece que algunos prefieren llamarlo, el famoso crisol de razas hecho carne en pleno Poughkeesie, sin caras largas y una apertura sin par “al otro”. Eso sí es inspirador „Ÿa pesar de que algunos, los que no asistieron obviamente, se dedicaron a decir tonterías insultantes en comentarios a diarios locales que no vale la pena reproducir.
Lo que sí quiero reproducir es algo que me dejó pensando de la conferencia de David Tulin, un hombre con una vasta trayectoria en entrenar a altos ejecutivos en competencia cultural (es decir, a que se den cuenta de la importancia de la diversidad en las empresas y cómo comportarse). Tulin habló de la profecía autocumplidora en la educación (¡y en la vida!) y en las empresas donde hispanos, afroamericanos y personas de otras “minorías”, suelen verse afectados por este particular modo de pensar.
Conocida como TESA, esta “profecía” dice que si los maestros tienen bajas expectativas sobre el desempeño de sus estudiantes, estos no conseguirán muchos logros al final. ¿Por qué? Porque las expectativas, los pensamientos negativos, los prejuicios que alguien tenga no se quedan en su cabeza nada más. No. Estas opiniones se manifiestan en la forma que los profesores tratan (o directamente no tratan) a sus estudiantes. Se suele decir que a veces de manera inconsciente. Pero el fenómeno existe y ha sido estudiado y al parecer es así como lamentablemente funciona: si pensamos que alguien no puede, pues al final la verdad no podrá, porque nunca intentamos ayudarlo porque desde el principio asumimos que no iba a poder, entonces no puede. ¿Se entiende este círculo vicioso?
Este fenómeno también se puede aplicar de manera positiva. Se ha demostrado que los maestros, y padres, que apoyan, refuerzan, felicitan, animan y alientan el trabajo de sus alumnos e hijos, es decir, tienen altas expectativas y trabajan para ello, hacen que su profecía se cumpla y los niños alcanzan y hasta superan su objetivos.
La profecía autocumplidora también podemos aplicarla a nosotros mismos, obviamente. Ya que nuestros pensamientos dictan nuestras acciones, si decidimos firmemente que queremos un cambio ¿cómo lo lograremos? Evidentemente no tengo todas las respuestas, pero sí sé que todo empieza con un pensamiento. Un pensamiento lúcido, libre de prejuicios --sí, también de los prejuicios contra nosotros mismos, de los más difíciles de librarse, pero necesario-- con altas expectativas y con la segura confianza de que sí es posible.
Como se ve, la conferencia fue muy buena, en varios niveles. Espero que se sigan promoviendo iniciativas similares en nuestro Valle del Hudson. Todos necesitamos una oportunidad de aprender de nuestra gran diversidad.
Mariel Fiori, Directora
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
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