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Mi opinión sobre la Convención Nacional Republicana
October 2008Carta al editor,
Con noviembre cada día mas cerca, la histeria sobre las elecciones satura cada rincón. Pero con toda la cobertura mediática enfocada en los dos candidatos, ¿qué pasa con aquellos que no nos sentimos representados ni por republicanos ni demócratas? ¿Qué pasa con la vida más allá de las elecciones y los problemas que nunca van a tener un resultado positivo para el pueblo con otro hombre poderoso a cargo de nuestras vidas? Hablo con la gente y lo que noto es una desconfianza general hacia el gobierno.
Durante los últimos dos años pensé mucho sobre la política representativa, el gobierno de los Estados Unidos, y donde quedo (o no quedo) yo en relación a todo esto. Cuando por fin entendí que los políticos no existen para representarme ni ayudarme a mí y mis vecinos, mi enojo y decepción fue desde Bush hacia el sistema y la forma de gobierno. No quiero decir que esta elección no presente una situación única y distinta a otras. Eso negaría a toda la gente emocionada por votar por primera vez y el diálogo sobre raza, sexo y la posibilidad de cambio que ocurre cada noche en las mesas familiares de todo el país. ¿Pero qué ganamos cuando la discusión termina en inacción y una mera esperanza de que el político elegido no nos haya mentido con sus promesas?
¿Realmente podríamos estar mejor con un afroamericano o una mujer como presidente si esto todavía significa darle a un elite una cantidad de poder enorme de tomar decisiones cuando sabemos que son comprados por las mismas empresas y personas que militarizan las fronteras, destruyen el medio ambiente, llenan las cárceles y sacan ganancias de seguir en guerra?
No veo la posibilidad de cambio en ninguno de los candidatos porque no dejan espacio para la autodeterminación y consistentemente a lo largo de la historia han tomado decisiones en contra de los intereses del electorado. Pero esto no significa que no vea cambio y posibilidades. Me siento movilizada e inspirada y quiero retomar mi futuro sin darle poder a alguien desconocido y lejos de mis comunidades para que me represente. Veo el lugar para el cambio en las acciones e interacciones de cada persona cada día, no en la 'acción' de votar y 'esperar' a que alguien te escuche. Para mí la política no tiene que ver solamente con los políticos y el poder, sino con escuchar las voces del barrio, la familia, o la ciudad y encontrar las herramientas para lograr lo que necesitan. Política puede ser gente hablando, compartiendo y finalmente tomando colectivamente las decisiones que influyen en nuestras vidas.
Este año decidí que era importante para mi abrir este dialogo y expresar mi descontento con la política electoral de otra forma. Una posibilidad se presentó en asistir a la Convención Nacional de Republicanos en Saint Paul y Minneapolis, Minnesota. La convención republicana es un espectáculo y fiesta que cuesta 50 millones de dólares, dinero que viene de los impuestos, para celebrar una estructura política fundamentalmente desigual. No iba a sentarme quieta mientras pisan el mundo y festejan su poder de hacerlo. Quería manifestarme en contra de esto no para influenciar a los políticos sino para mostrar que hay muchas más voces que las que ellos pretenden representar y para mostrar que hay poder en la gente cuando actua junta de forma directa en las calles. No había un mensaje uniforme y este es justamente el chiste: porque hay tantas voces, tantas visiones y tantas soluciones no cabemos en un presidente.
Muchos hablan de que estamos cada vez más cerca de vivir bajo un estado policial donde la libertad de expresión está encerrada en zonas y la policía actúa por encima de la ley, pero nunca había sentido esto tan fuertemente como cuando llegué a las Ciudades Gemelas.
Faltaban tres días para el comienzo de la convención y una paranoia total había penetrado las psiques de los residentes. La noche anterior la policía había allanado a punta de pistola el espacio de convergencia donde los manifestantes se reunían, discutían y comían. También entraron a las casas de otros organizadores y a varios los llevaron presos con la acusación de conspiración de fomento del terrorismo. Estacionados en las autopistas, había coches patrullas y remolques esperando en cada salida para llevar al depósito municipal a cualquier auto que pudiera representar una amenaza terrorista, como llamaban a los manifestantes. Se contrató a 3000 policías para trabajar durante la semana de la convención y no había una sola calle sin una patrulla. Caminar en un grupo de más de tres personas era razón para ser detenido y reunirse en un parque para hablar de planes resultó en múltiples arrestos. No nos sentimos libre de hacer nada, ni comer en público o vestirnos con ropa habitual.
Antes en el verano, el "RNC Welcoming Commitee", un grupo de organizadores que facilitaba la discusión y la logística sobre los temas de las protestas, ofreció a la ciudad una propuesta. Propusieron que si en vez de gastar todo ese dinero en la convención, y si la ciudad lo invertía en escuelas locales y programas de salud, cancelarían todas las protestas. Obviamente la ciudad no dio a esta propuesta ninguna consideración seria pero como metáfora de la situación del país, habla de temas importantes. En el Valle del Hudson se están cerrando escuelas mientras se abren más cárceles. Protestar no es simplemente para manifestar y hacer caos en las calles porque sea divertido o porque nunca vamos a estar contentos sino porque vivimos en un país donde es más importante seguir con un espectáculo que habla de promesas de cambio que realmente invertir en programas sociales.
Y entonces, ¿donde me llevó todo esto? A la cárcel.
Una cárcel llena con más de 300 manifestantes en un solo día obviamente no es la experiencia típica de la cárcel pero sin dudas fue una experiencia impresionante. Tuve la suerte de saber, antes de estar esposada, que era probable que me fueran a arrestar y estaba con gente en quien confiaba pero la mayoría de gente que encontré no estuvo preparada en esta manera y su experiencia fue mucho más traumática. Muchos ni sabían por qué los habían arrestados y les informaron que estaban acusados de conspiración de instigar disturbios, que es una felonía. En general, la acusación no tenía nada que ver con lo que estaban haciendo en realidad. Había gente llorando por estar sola, cuerpos cubiertos en gases lacrimógenos y heridas causadas por la policía en arrestos violentos, pero sobre todo esto había abrazos, canciones y corazones grandes buscando justicia. Al lado de cada mentira o palabra de intimidación que nos contó la policía, había un abogado trabajando gratis para ayudar con nuestra liberación o un grito general para pedir asistencia médica para alguien sufriendo dolor. Nunca había visto una solidaridad más linda de la que vi en la celda de mujeres en esa cárcel. Afuera, la gente nos esperaba las 24 horas con asistencia legal, los vecinos nos traían comida y bebida, y nos hacían recordar que no estamos solos.
En esta elección, si votan o no, espero que tomen en cuenta que el poder de cada uno es mucho más fuerte que simplemente nuestro voto y si todo termina peor de lo que prometieron los candidatos, no hay que esperar cuatro años más para creer otra vez en la posibilidad de cambio porque juntos con nuestros vecinos y conocidos podemos pensar en soluciones y hacer que el cambio llegue a nuestras casas. Todo consiste en creer que tenemos el poder de crear el cambio sin esperar que nadie nos de nada.
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
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