La industria de las remesas
Lucha de El Salvador después de la guerra, primera parte
August 2008La guerra civil de El Salvador que duró doce años (1980-1992) facilitó el éxodo del país. Como parte de su política exterior de la guerra fría, los Estados Unidos jugaron un papel clave en prolongar la guerra al apoyar a los militares salvadoreños en la década de los 80, durante las extensas persecuciones y ejecuciones de campesinos, izquierdista y cualquiera en campaña por el cambio social. Una cultura galopante de impunidad, combinada con pobreza y desesperación después de la guerra llevó a altos niveles de emigración.
Las leyes estrictas de inmigración en los Estados Unidos castigan a aquellos que buscan mejorar sus vidas y las deportaciones han generado un problema serio de pandillas en El Salvador, atrapando más al país en un ciclo de violencia, pobreza y más emigración. Clave en este ciclo son las remesas: el dinero que envían los inmigrantes.
Leonora Hernández entrecierra los ojos para ver a través del banco de niebla que no nos deja avanzar en el camino a las montañas del Departamento de Morazán, en el rincón noreste de El Salvador. Guía de Prodetour, una asociación turística comunitaria, Leonora nos da un paseo por la historia de la guerra civil del país. Vamos de un antiguo campamento del FMLN, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (el grupo de la resistencia y ahora el partido político de la oposición), al remoto pueblo de El Mozoto, donde en 1981 más de 800 personas fueron masacradas por el Ejército Nacional salvadoreño apoyado por los Estados Unidos por ser sospechosas de ser simpatizantes del FMLN. Hoy un monumento conmovedor marca el sitio. Leonora nació en 1972 en un pueblo cercano y comparte su propia historia.
“Dejé la escuela después del 6to grado a los 15 años para unirme al FMLN. No sabía qué más podía hacer, la gente tenía hambre, yo tenía hambre. Abracé a mi mamá antes de internarme en las montañas y le dije “hasta luego”. No la vi por cinco años”. Leonora aprendió comunicación con el FMLN, cómo hacer programas de radio y trabajó con la radio clandestina Venceremos que informaba a la población civil sobre las intenciones y acciones de la guerrilla. Creía que la revolución iba a mejorar las cosas, pero ahora enfrenta una crisis económica global fuera de su control. A medida que aumenta el precio el petróleo, el costo de la canasta básica familiar de El Salvador también aumenta. El año pasado Leonora comenzó a tener electricidad en su casa, quince años después de que los tratados de paz fueran firmados en 1992, y décadas desde que la guerrilla se alzara para protestar contra la condiciones de vida de los pobres. A pesar que trabaja como guía con una paga razonable, trabajo en el que comparte su experiencia con los internacionales curiosos, los beneficios de la revolución no llegaron a gente como Leonora de la manera en que se prometió.
Donde falló la revolución, triunfaron las remesas
Las remesas de los salvadoreños intervinieron para cubrir las necesidades diarias que ni el gobierno ni la comunidad internacional lograron satisfacer en el proceso de reconstrucción después de la guerra. En 2006, 2500 millones de dólares, o alrededor del 17% del producto bruto interno, fue enviado al Salvador por inmigrantes en forma de remesas, y tres cuartos de este dinero fue usado en gastos directos de los consumidores. Al año siguiente, El Salvador recibió más de 3600 millones de dólares en remesas. Además de complementar los gastos básicos del hogar como comida, electricidad y agua, gran parte del dinero de las remesas lo gastan los consumidores en importaciones. El país con mayor densidad de población y menor territorio de América Central, El Salvador no es para nada autosuficiente en alimentos. Las crecientes importaciones de alimentos de Guatemala, Honduras y Costa Rica han consumido parte del dinero de las remesas, pero las importaciones de los Estados Unidos también se llevan una parte sustancial. De hecho, El Salvador gastó más de un cuarto de sus $7600 millones de importaciones en productos de EEUU, mientras que El Salvador sólo exporta $4000 millones. Considerando que más de 2,5 millones de salvadoreños viven actualmente en EEUU en busca de un mayor poder adquisitivo, es problemática la naturaleza cíclica de sus remesas que regresan a los EEUU a través de las compras de bienes importados.
Si bien algunas familias ahorran el dinero de las remesas para la construcción de una casa o un pequeño emprendimiento comercial, la mayoría no lo hace. Según explicó Leonora: “muchas familias reciben $500 de su familia en los Estados Unidos el jueves, y el viernes están comiendo en Pizza Hut. Para el fin de semana ya no queda más dinero”. Todo este gasto en bienes importados o en compañías internacionales hace que el dinero de las remesas dejen El Salvador muy pronto, sin circular en la economía local. No es sólo el éxito de las campañas publicitarias que hacen creer a los que viven en el sur global que deben comprar los bienes del norte para demostrar su prosperidad y ganar estatus social. Muy común en los países después de una guerra es la falta de una cultura del ahorro ─cuando la gente ha visto todo lo que ha trabajado destruido por la guerra, a veces repetidamente, es más fácil usar los recursos para el corto plazo, o la gratificación inmediata que da estatus más que planificar para la seguridad a largo plazo. El futuro inmediato, ni qué decir cinco años más, puede aparecer demasiado incierto.
Sin embargo, el uso de las remesas para el gasto privado de los consumidores también indica que la pobreza está a la vuelta de la esquina, y por eso aumenta la motivación de inmigrar para más miembros de la familia para mantener las remesas. Aunque es difícil conocer las cifras, los consultados dijeron que entre 400 y 750 salvadoreños dejan el país cada día (con o sin documentación adecuada) en busca de una mejor seguridad económica.
*Traducción por Mariel Fiori
Lea el artículo completo en inglés en: http://upsidedownworld.org/main/content/view/1319/1/
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