Comida y cultura: la historia del maíz y su modificación genética en México
July 2008 Lorenzo Miguel Ramírez ha sido un agricultor de subsistencia en las montañas oaxaqueñas de Sierra Juárez en México toda su vida. Su piel vencida por el sol y sus manos con callos hablan del trabajo arduo. Al sentarme en un banco frente a su milpa, o campo de maíz, y oliendo la pila de abono, Ramírez me cuenta cómo la agricultura ha cambiado para él en los últimos treinta años.Tiene casi cincuenta y recuerda cuando se labraba la tierra a mano o con una mula, cultivada con lo suficiente para mantener a cada familia hasta el año siguiente. Ahora el municipio donde Ramírez vive tiene un tractor comunitario y las familias lo alquilan para arar sus campos. Ramírez es sólo uno de los muchos agricultores indígenas en el área cuya milpa es analizada por un laboratorio local para ver si contiene organismos genéticamente modificados, ó OGM. Consciente de que ha aparecido una nueva variedad de maíz en Sierra Juárez y que pudo haberse polinizado con sus plantas, Ramírez no sabe a ciencia cierta qué es este nuevo maíz pero le tiene miedo. Abundan los rumores en la comunidad de que puede enfermar a los insectos, causar cáncer o crear súper pestes invencibles a los insecticidas. Ramírez escuchó que el maíz OGM contamina los campos a través de la polinización cruzada causada por el viento, también sabe que algunos agricultores plantaron semillas compradas a descuento en las tiendas del gobierno, que las importa baratas de los Estados Unidos. Lo único que puede hacer es esperar los resultados.
Los transgénicos en escena
En este momento poco se sabe sobre los efectos a largo plazo de los organismos modificados genéticamente en humanos, animales o la salud ambiental. A pesar de ello, tanto en EEUU como en México, y de hecho en gran parte del mundo, los alimentos GM o transgénicos han sido insertados en nuestra dieta. Si un producto no tiene una etiqueta con algún tipo de certificación orgánica, lo más probable es que contenga algún nivel de infiltración de OGM ─el maíz y los derivados de la soja son los culpables más comunes. A pesar de la gran demanda de productos libres de OGM, los alimentos orgánicos certificados siguen siendo muy caros para muchos consumidores, y la red del comercio globalizado asegura que los cultivos OGM terminen en los platos de comida de las personas con bajos recursos, y sin saberlo.
La contaminación genética en México salió a la luz por primera vez con el trabajo de campo del profesor de biología molecular de la Universidad de Berkeley. El Dr. Ignacio Chapela examinó el germinoplasma de varias plantas de maíz en la región de la Sierra Juárez y publicó sus resultados en el número de noviembre de 2001 de la revista de ciencia Nature. El Dr. Chapela informó que una parte considerable del maíz analizado en la región contenía el gen BT (Bacillus thuringiensis), una bacteria que impide que los gusanos se coman las mazorcas. La manipulación de esta bacteria y su inserción en las semillas de maíz ha sido muy recomendada públicamente por la empresa biotecnológica Monsanto, basada en Missouri. El Dr. Chapela, en medio de críticas tremendas, confirmó que la variedad de maíz BT encontrado en la Sierra Juárez de Oaxaca era el mismo tipo de maíz producido por Monsanto.
El criollo zapoteca en peligro
La composición genética del criollo, o maíz nativo, es un cultivo adaptado a su ecosistema específico a través del arte de la agricultura natural de hibridación.
Antes fuente de orgullo para el pueblo Zapoteca, hoy la diversidad biológica de su maíz se ve amenazada por una tecnología inventada para recoger ganancias a través de los derechos de autoría biotecnológica. Las políticas de “libre comercio” amenazan a los agricultores indígenas mexicanos en pro de la creciente clase media mexicana y las ganancias de Monsanto, que llegaron a casi $700 millones en 2007.
El maíz fue cultivado por primera vez hace más de 7000 años, probablemente cerca del Valle de Tehuacan de Puebla, al sur de la Ciudad de México. Las mazorcas de maíz fosilizadas que fueron encontradas en ese sitio son pequeñitas, menos de una pulgada; incluso el tipo encontrado y fechado en 2000AC, cuando ya se habían desarrollado tipos de mayor rendimiento, era una fracción del tamaño del maíz que vemos en la actualidad.
Pero el maíz no llegó a su forma actual sin ayuda. Mejor dicho, la intervención humana en la colección, protección y cultivo de las especies jugó un papel vital, al igual que la plasticidad genética del maíz, es decir, su habilidad de cambiar su composición genética, y por lo tanto color, tamaño y sabor. Así, a través de la manipulación humana de los patrones de reproducción, los agricultores han logrado convertir los cascos de frutos duros sujetos al centro espigado de la planta en múltiples filas de granos sujetos en cascos suaves y apetecibles.
El significado del maíz en la cultura mexicana es enorme. En todo el país es el alimento básico junto con los frijoles, que combinados son la proteína de consumo diario. En México y América Central, aproximadamente el 75 por ciento del consumo calórico de los campesinos viene de las tortillas.
La Revolución Verde que era negra
El cultivo de maíz no es sólo una necesidad nutritiva, sino que además encarna una rica tradición cultural celebrada en toda Latino América con festivales, trabajos artísticos y leyendas sobre la creación. La filosofía detrás de las técnicas agrícolas de los zapotecas revela una comprensión sofisticada del balance del ecosistema, las necesidades humanas y la mitología. En la agricultura zapoteca, el cuidado de la materia viva, “humanos, animales, plantas, la tierra y el agua, es un medio de alcanzar el mantenimiento de las personas, familias, pueblos y tierras”, explica Roberto González en su libro “Zapotec Science: Farming and Food in the Northern Sierra of Oaxaca” (Austin, University of Texas Press, 2001). En la historia maya, los humanos llegaron al mundo a través de la planta del maíz. Este contexto hace el drama de la contaminación de los OGM más desconcertante, y a la vez prolonga la evolución de la agricultura insostenible promovida por los gobiernos estadounidense y mexicano y los negocios a expensas de sus conciudadanos.
Se han implementado muchos programas de asistencia rural en Oaxaca, desde fertilizantes inicialmente gratuitos y semillas híbridas a préstamos bancarios para seguir comprando esos insumos, así como una línea entera de manipulaciones agrícolas llamadas “Revolución Verde”. Estas han sido dirigidas principalmente a los agricultores de subsistencia y pequeños productores que luego se endeudan o agotan sus recursos naturales iniciales. Los agricultores están dispuestos a probar nuevos métodos de cultivo si creen que esos métodos pueden mejorar la cosecha. Esto llevó al gran uso de fertilizantes químicos, insecticidas y fungicidas, así como variedades de “semillas mejoradas” y variaciones tecnológicas del arado.
Sin embargo, los beneficios del cultivo intensivo nunca han superado los costos por más de unos cuantos años. Las modas pasan y los agricultores se quedan con un suelo agotado y sin ahorros.
Algunos reconocen la espiral descendente y están tratando de volver a los médicos de cultivo más orgánicos. Otros nunca se creyeron lo de la tecnología de la Revolución Verde en primer lugar. Pero para esos que sí, el futuro, aunque bien desafiante, guarda cierta esperanza. A través de una cuidadosa rotación de cultivos y una vuelta a métodos más tradicionales en equilibrio con el ecosistema, algunas personas han logrado mantener un sustento viable. Pero el agua contaminada y las tierras nitrificadas son el testimonio de los experimentos agrícolas del pasado fracasados. El agotamiento de la tierra sumado a los agricultores mexicanos que tienen que competir con las importaciones agrícolas de Estados Unidos bajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA según sus siglas en inglés) ha sido una agresión muy grande.
La inmigración desde Oaxaca a EEUU ha crecido, con ex agricultores en busca de nuevos tipos de trabajos para mantener a sus familias. Ramírez recalca su conexión a la tierra y a su comunidad, y su determinación de quedarse, pero si su milpa resulta contaminada, ¿cómo va a continuar como un agricultor de maíz de subsistencia? A medida que la tecnología con fines de lucro domina el mercado global ¿sobrevirán la cultura y la comida? ¿y qué podemos hacer para fortalecerlas?
Mnessha Gellman recibió su BA en Ciencias Políticas de Bard College en 2003, y su MA en Estudios Internacionales de la Universidad de Queensland, Australia, en 2007.
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
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Comentario: Excelente el artículo. Yo
pensaba que solo mi país
(Argentina)es la víctima de
Monsanto y la avaricia de los
agricultores, en nuestro caso
a través de la soja. Veo, con
pena e impotencia, como el
mal es de muchos. Hay un
libro negro de Monsanto, los
capítulos son Transgénicos de
soja, Transgénicos de maiz,
Glifosato, y vaya a saber que
cantidad de pestes más. Posted: 6/23/2008 |