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Oh Princesa Maria Elena es un precio muy alto
November 2006 Querida Maria Elena Alvarado:Hoy fuí a mi doctor y mientras esperaba en la salita, me encontré con una publicación en español. ¡Era La Voz! y decía gratis. Con mucho agrado la recogí y la leí. Uno de los artículos en particular me llamó la atención, pues mencionaba a nombres y lugares que me eran familiares: Sendero Luminoso, Universidad Católica, bombas y muertes de amigos. Pero lo que más me intrigó era verme descrita por otra persona. Sí, yo también vengo de las mismas raíces Maria Elena, limeña y formada a lo tradicional, estudié una carrera por estatus intelectual y porque la tradición en mi familia no toleraba la idea de ser artista. Entiendo tu punto de vista hasta el momento en que me convertí en madre.
El hecho que reclames lugar en la sociedad para la mujer no significa a mi parecer “un rollo feminista”. A quién no le gusta sentirse completa, aportando a la sociedad ideas, sentirse inteligente y desmoronar a pocos las injusticias sociales. ¿Traer “la lana” y ayudar a nuestros compañeros no es acaso el propósito de un matrimonio?
La gran encrucijada empieza cuando te conviertes en madre. Y pensar que nadie te dijo en Perú el precio que tendrías que pagar con la maternidad, quizás al igual que yo asumiste que ibas a poder trabajar mientras la nanny te cuidaría los hijos.
Este país me ha enseñado que hay un precio muy alto por todo, me escapé del riesgo inevitable de envolverme en la guerrilla, de morir como rata acribillada en un callejón o de ser chaveteada en un micro de Lima. Me salvé de apagones, de cortes de agua y de una inflación ridícula (3000% 1988) que nuestro esperado compañero Alan nos regaló, de presión familiar y las vanas expectativas. Aquí a pesar de mis sacrificios, tristezas y reverses en mi vida, me encontré, pude estirar mis alas muy anchas y apreciar la PAZ, LA TRANQUILIDAD Y LA SEGURIDAD que desconocía allá en mi querido Perú.
Hoy he encontrado gracias a Dios a un compañero que me permite ser yo misma: sin celos, sin expectativas, sin reproches por el pasado. Siempre junto a mi, sosteniendo mis manos en el hospital o mientras miramos la televisión. Tengo dos hermosas niñas que son mi ancla y mi realidad. Sí entiendo a esas mujeres que prefieren no tener hijos porque están tan enfocadas en sus profesiones que tenerlos les estorbaría. Sí entiendo a esas madres atormentadas por buscar el equilibrio entre el trabajo y la familia. Si las entiendo porque secretamente llegué a pensar que mi vida sería diferente si no tuviera hijos, ya estuviera de abogada, iría a Pace o a Albany University a hacer mi master en Derecho Comparado y presentarme para dar el examen habilitante. Y que...llegaría a una casa vacía, sin butterfly kisses o rezar al Ángel de la Guarda.
Hoy que estoy sentada escribiendo oigo en el monitor sus susurros y suspiros y lo único que se me ocurre es sentir la paz y el orgullo de ser yo la que los escucha y no una nanny. Cuando veo que mis hijas traen 100 en sus spelling tests, están cuidadas, tienen buenas maneras o son sensibles a gente de color, o en situación de desventaja social y económica, y cuidan a la naturaleza; siento que yo he hecho eso, estoy creando vidas sensibles, buenas e inteligentes. Nunca les doro la píldora, saben que la universidad no es opción, (para ellas es vital conseguir una carrera superior, sea universidad, college o instituto técnico) y saben que ser madre no es f’ácil.
He visitado Europa y tengo muchas amigas que son madres allá. Créeme que es éste sistema el que trata a la mujer/trabajadora como uno más del montón. ¡¡¡En dónde se ha visto que el embarazo sea tratado como una invalidez, no pierdes tu trabajo, pero tampoco te pagan!!!
Los roles aún siguen muy marcados, pero empezarán a cambiar cuando enseñemos a nuestros hijos varones a ser respetuosos y considerados por las responsabilidades del matrimonio. Cuando ellos validen nuestro trabajo y lo compartan habrá más entendimiento y menos frustración de la mujer. El matrimonio es como un equipo de deportes, todos deben ayudarse, no competir uno en contra del otro.
Cualquiera sea tu posición en la vida, no hay que avergonzarse de ser “ama de casa” o “ama de tu casa” como quieras llamarlo. Tal vez no contribuimos con dinero, pero trabajamos hasta la hora de dormir, mantenemos el equilibrio de nuestro hogar. ¿Qué pasa cuando todos trabajan, los niños se la pasan en guarderías, cansados, irritables y malcriados? Los padres agotados dejan sentir sus frustraciones y los llenan de hot dogs y pizzas.
La vida está llena de elecciones Maria Elena, aún para aquellas mujeres que abandonaron sus carreras al convertirse en madres. ¿Quizás porque no hubo competencia entre un diploma y una vida? Nuestro espíritu nunca va a morir, hay un tiempo para todo. Ya cuando ves que tus retoños están encaminados como que retomas tu camino.
Somos AGENTES DE CAMBIO HISTORICO, siempre lo hemos sido. Las mujeres educadas toman decisiones educadas, somos fuertes y buscamos la manera de retomarnos. Lo peor que nos puede pasar es ser totalmente dependientes de nuestros esposos, por no tener educación, sin armas con que ganarnos la vida.
Es un privilegio ser “procreadoras y mantenedoras del equilibrio familiar”, no una vergüenza. ¿Qué sería de los hombres sin nosotras? ¿No haz oído el dicho “los hombres son la cabeza, pero las mujeres son el cuello, sin él, la cabeza no puede hacer nada”? ■
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
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