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La reciƩn bajada

Que nadie me detenga

El feminismo no es cosa del pasado

March 2007
Decir “el problema que no tiene nombre” es una forma más de hablar de lo que las mujeres sacrifican por continuar la sociedad tal como la conocemos hasta el momento. Desde Betty Friedan hasta La recién bajada, las mujeres siguen intentando tener una vida verdaderamente propia.

Hace algunos años leí un libro que me cambió la vida. Era un libro muy popular y por eso siempre lo dejaba de lado, “La mística de la Feminidad” de Betty Friedan. Además, muy prejuiciosa en esas épocas, le tenía un poco de tirria a las feministas norteamericanas. Había leído a Simone de Beauvoir, a Luce Irigaray, a Sarah Koffman y a historiadoras del arte feministas como Chadwick y Nochlin y a bell hooks, que me encanta. Así que tenía el librito este ahí en la repisa, durmiendo.

Cuando lo empecé quedé prendada al instante. Betty Friedan había sido durante muchos años columnista de la revista femenina Red Book, así que sabía llegar a las masas. Con una escritura ágil y una investigación sorprendente Friedan logró hacerme llorar en la página número veinte y para la cincuenta ya me estaba dando contra la pared ¿Cómo podía esta mujer saber de mi vida si cuando escribió el libro yo no había nacido siquiera? Y es que sí, sentía que escribía sobre mí.

Betty Friedan es madre del feminismo norteamericano pero, aunque muchos no lo crean (como yo no creía) es de una ecuanimidad muy lejana a la de Koffman, por ejemplo. Friedan hizo arqueología en las hemerotecas revisando cada revista femenina desde los años 40s hasta los 60s en que publica el libro. Ella descubrió con esta investigación cómo la imagen de la mujer norteamericana de los años 40 ( años de la guerra) que se retrataba en las revistas femeninas, que era una mujer que iba a las fábricas –los esposos estaban peleando- que estudiaba y que se preocupaba por la política de su país se fue transformando –cuando los maridos volvieron de la guerra y se da el llamado baby boom- en la ama de casa perfecta encerrada en su sarcófago lleno de electrodomésticos y con una furgoneta estacionada afuera para llevar a los niños a todas las actividades posibles que hicieran de sus vidas, una vida.

Friedan tuvo acceso a los archivos de las técnicas de venta basadas en la ideología femenina de esos años, ideología que fue complotada y esparcida por una alianza entre las publicaciones femeninas, las agencias de publicidad y el Estado norteamericano. Las novelitas que siempre están detrás de estas revistas fueron su punto de investigación. Friedan además hizo miles de encuestas a mujeres, psicólogos, psiquiatras y consejeros matrimoniales para llegar a lo que ella llamó “el problema que no tiene nombre”.

Las mujeres se sentían deprimidas, sin futuro, ahogadas en sus rutinas diarias, inconformes con sus matrimonios y su maternidad, llegando a constituirse en problema nacional. El problema que no tiene nombre, sin embargo, subsiste hoy en día. Miles de mujeres en el mundo se ven obligadas a abandonar sus carreras y su individualidad al convertirse en madres. La maternidad es el gran tabú de estos tiempos. La brecha a través de la cual el patriarcalismo subsiste. Si sólo nos ponemos a pensar que la mujer empezó a votar en España en 1931, en Francia en 1944, en Suiza en 1971 y en Kuwait en el 2005 las cosas quedan un poco más que obvias. Desprenderse de la mística de la feminidad no es fácil, es una tarea ardua, supone romper con algunas cadenas de la esclavitud, esa subliminal, invisible y cancerígena. Estoy en ello y que nadie me detenga.

 


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