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Buen Gusto

Buenos Aires a través del arte

June 2007
Hay tantas maneras de llegar a conocer una ciudad. Probablemente los turistas empiezan por visitar los lugares de referencia; las personas que no tienen la posibilidad de visitar una determinada ciudad quizás lo hacen a través de un documental o de un álbum con fotografías o pinturas, a través de un libro o una película cuyos personajes difunden ese lugar. De todas maneras, uno puede familiarizarse con lugares desconocidos a través del arte.           

Buenos Aires Tour es un proyecto de arte sincrético que combina varios modos de expresión para crear una imagen bastante auténtica de la capital argentina. El artista Jorge Macchi creó una guía turística muy original en la que la ruta está determinada por el azar. Los itinerarios no son los lugares históricos, ni los museos, sino los lugares que cualquier persona andando sin un destino preciso por Buenos Aires podría encontrar en su camino. Pero claro, si el autor hubiera escogido esta ruta, no hubiera sido determinada por el azar... Así que Macchi tuvo la ingeniosa idea de romper un vidrio sobre el mapa de Buenos Aires y siguió las líneas de la quebradura para construir su ruta.

Macchi dice: “El azar entonces determina el origen del proyecto y no su desarrollo, como ocurre en la deriva situacionista de fines de los años ’50 y ’60”. Eso quiere decir que el desarrollo del proyecto de aquí en adelante no va ser determinado por el azar, sino que el autor decide qué objetos de la ruta quiere incluir. Los materiales son textos, fotografías, sonidos y objetos recolectados de la ruta determinada por el vidrio roto. Macchi dice que quiso enfatizar lo provisorio, lo que describe ese momento particular en que él visitó cada lugar.

La ciudad ausente

También se puede tener un contacto abstracto con una ciudad a través del personaje de un libro. Otro ejemplo de una presentación de Buenos Aires en el arte es la novela de Ricardo Piglia “La ciudad ausente”. El personaje principal, Junior, atraviesa experiencias que describen la ciudad como muy impersonal y con una identidad muy obscura. El símbolo central en la novela es “la máquina” que cuenta extrañas historias.

La dificultad en el lenguaje es definitivamente un motivo predominante a lo largo de la historia. La máquina tenía el fin de conservar los pensamientos de una persona. Pero desgraciadamente sólo puede reproducir y combinar historias que ya han sido contadas, y todo se convierte en una repetición de la misma cosa. Así se sugiere la monotonía del mundo y de los eventos, la falta de identidad de las experiencias, porque al fin y al cabo todo es una perpetua repetición.

El lenguaje es insuficiente para captar las experiencias, es inestable, pero también su cambio es parte de un círculo del que nunca se sale. Esta idea está expresada explícitamente en la presentación de la “isla”, que es una metáfora del mundo, y en la cual las lenguas cambian cada día y la gente tiene que someterse y aunque trata no puede adivinar cuál será el próximo cambio. Esto podría representar los regímenes políticos de Argentina que cambiaban y eran impuestos a los ciudadanos. Hasta la rotura entre las generaciones, y el caos que parece gobernar la novela puede ser en verdad el orden superior que gobierna la gente aunque sea difícil de entender a veces. Todo esto está simbolizado en la naturaleza del lenguaje en la isla, Piglia dice: “Añoramos un lenguaje más primitivo que el nuestro”.

Volviendo a la idea de que todo está pensado en términos de Buenos Aires, la trama de la novela puede ser interpretada como las calles de la ciudad. Las historias contadas por la máquina, exactamente como la ruta de Macchi, parecen ser escogidas por el azar y no parecen tener una conexión muy obvia. La ciudad concreta se pierde en abstracto, en el arte de expresar lo provisorio y lo que se le ocurre a uno en cierto momento sin tomar en cuenta una trama predeterminada. Macchi y Piglia presentan un Buenos Aires original, la experiencia de conocerlo podría ser la de cualquiera que lo visitara y caminara por sus calles. Por lo menos, así es como me sentí yo.

 
 

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