Calentamiento Global: Primer Informe

Muchas blanden el término “calentamiento global” y aparece en muchas revistas. Cada año asume un pedazo de atención más grande. Vemos el premio de 25 millones de dólares ofrecido por Al Gore para el que pueda reducir las emisiones de carbono. Vemos aparecer estrategias ecológicas nuevas en los discursos de “Estado de la Unión” del presidente Bush. Vemos la promoción que rodea a las organizaciones de científicos, como el informe “Cambio de Clima 2007” publicado por las Naciones Unidas. 

Muchos de tales informes convergen en una conclusión única: la temperatura del planeta está subiendo más rápido que nunca y este aumento es casi sin duda el resultado de las actividades humanas. Los humanos hacen mucho de todos lados para contribuir al calentamiento global. Queman combustibles fósiles como carbón y gas natural para producir electricidad. Cada año talan una región de bosques que absorbe emisiones igual a Carolina del Norte. Conducen vehículos que generan emisiones para ir y volver del trabajo o para trabajar. Las empresas producen derivados químicos gaseosos durante la producción industrial. Los humos emitidos de estas fuentes, incluyendo especialmente el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, y los compuestos fluóricos se combinan en la troposfera, la porción más bajo de la atmósfera. Algunos de esos químicos llueven a la superficie, pero la mayor parte persiste en el aire. Allá, le bloquean el egreso de la energía de la luz. Una energía que debe flotar inocentemente hacía el espacio queda atrapada en la atmósfera, causando la acumulación de calor.    

Este fenómeno supuestamente ha resultado y va a resultar en efectos negativos. Pero muchas veces la prensa popular ignora el lado menos apocalíptico del calentamiento global. Aun el reporte “Cambio de Clima 2007” concede que los cambios difieren en cuanto a su efecto a los humanos. A saber, habrá probablemente inviernos más tibios, plantas más verdes, una expansión de varios ecosistemas apropiadas para bosques templados, y un aumento en el hábitat de varios especies, tal como la trucha. 

Efectos negativos

La lista de los efectos potencialmente malos, desafortunadamente, es infinitivamente más larga. Incluye, según las Naciones Unidas, un aumento en las temperaturas máximas y la humedad, la desaparición de hielo y un aumento correspondiente en el nivel del mar, huracanes más frecuentes y más poderosas, lluvias más poderosas pero insuficientes para evitar más sequías y cambios extensivos en climas locales con efectos inciertos para los animales. Designan una tasa alta de probabilidad —más de 60%— a cada una. 

Curiosamente, casi cada cosa que hace contribuye a la aceleración del calentamiento global: encender un interruptor, usar la refrigeradora, el microondas, la televisión, la calefacción, y cualquier otro electrodoméstico. Abrir una bolsa de tortillas y tirarla en la basura —termina en un vertedero de relleno sanitario de donde resulta la producción de metano. Bien obvio, poner en marcha un coche. Aun respirar contribuye a la emisión de dióxido de carbono. De hecho, no hay libertad en esta circunstancia: su existencia como ser biológico viene con el requisito que produce derivados. Aunque no puede evitar lo inevitable, posee la libertad de escoger reducir el impacto de sus derivados. 

Ya sé que no es agradable pensar en cambios de vida, por pequeños que sean, así que ese tema lo voy a dejar para el próximo informe de calentamiento global en el número de junio de La Voz. Hasta entonces, respire profundamente. 

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