Pachuco, ser naco es chido

Hace muchos años leí en el libro de Octavio Paz, El laberinto de la soledad, acerca de los Pachuchos. Más tarde el grupo Maldita Vecindad tr aería de vuelta a mi generación este término, resignificándolo.

El Pachuco era el inmigrante mexicano de los años 50´s que, dentro de su propio gueto, se caracterizaba por una manera especial de vestir (ternos muy holgados, tirantes, camisas impolutas, sombreros), eran una especie de hippies chic seductores. El caso del Pachuco es interesante porque se refiere a una cultura juvenil (que implica slang, moda y manifestaciones culturales) de inmigrantes latinos de segunda generación.

El proceso de posicionamiento social de un migrante latinoamericano en este país, específicamente en el Upstate de NY, es muy diferente al californiano de antaño. La mayoría de los inmigrantes son personas muy pobres que arriesgaron todo (sobre todo la vida) para conseguir maneras más dignas de vivir. Sin embargo existe un grueso de latinos inmigrantes legales que también sufren discriminaciones. En uno de los países con la deuda externa más alta del mundo y una parte de la población legal en estado grave de pobreza, a veces llama la atención que gente del sur quiera venir a buscar una esperanza y apueste por manifestaciones culturales endógenas y a la vez simbióticas.

Pero es que este país basa su reaccionarismo en su discriminación solapada. Discriminación a los trabajadores llamados red necks, a los latinos, a los obesos, a los indígenas. La propaganda televisiva es escandalosamente cínica al ahondar en estas diferencias (sin hablar de las de género). Un trabajador jornalero es un hombre que se mata (literalmente) trabajando horas a la intemperie para darle “una vida mejor a su familia”. Una fuerza que cruza fronteras se afianza y genera productos culturales y respuestas sociales. Casi como los primeros pioneros ingleses y holandeses de esta zona.

todo por un dólar

Cuando escucho a gente “culta” criticar a la gente “de inculta” por ir a hacer sus compras a walmart me indigno. Me indigno por dos razones (y quiero aclarar que no soy accionista de walmart ni me hacen descuentos). La primera por que walmart es la única tienda de estos lares en donde los que atienden son personas pobres, muchos con discapacidades, gente real (de esa que sale quejándose en las pelis de Michael Moore) no son “la beautiful people” que nos atiende en Target pero son puestos de trabajo y eso tiene mérito. La segunda razón que me indigna es que mucha gente tiene la posibilidad de desclazarse. Vivir su época hippy en comunas y volverse de izquierdas, es decir bajar de rango social. Sin embargo los pobres no tienen la opción de subir a su antojo de escalafón, con un tronar de dedos. Y si el mismo producto es un dólar más barato en una tienda a esa tienda irán e iré.

Pero las diferencias existen y mucho más hondas en este país que se dice emblemático de la democracia. Ok, los pachuchos de ayer y de hoy marcan sus diferencias, menos mal digo yo. Porque las diferencias existen por derecho propio y no constitucional. Aunque a veces parezca y sea lo contrario. Y no seré “polite” al decir nada de esto, soy peruana y pachuca porque nunca seré norteamericana (gringa para que se entienda) porque dios bendice a todo el mundo y nadie me quita lo bailado.

“Hey pa fuiste pachuco, a ti tambien……”

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