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Cuento

LA MAMÁ DE ESTELA

April 2008

querido diario, te cuento que como la canción, tengo el corazón partió. pero no por amor, sino por todos los problemas que se me tiran encima como hienas desquiciadas y me despedazan el alma. me estoy muriendo. tuve una cita con el médico... un pocotón de exámenes—pero no quiero hablar de esto ahora. ¿por qué me tiene que pasar esto a mí?

está nevando. recuerdo que recién llegado a este país vi nieve por primera vez. pensé que pedacitos del cielo se estaban cayendo y todo lo cubría esta hermosa capa de blanco y frío. algo siempre se nos cae inesperadamente en la vida. recuerdo que estelita un día me dijo que le encantaba ver caer la nieve. estela. ¿a dónde estarás? los dos teníamos 12 años.

a estela la vi por primera vez un domingo de otoño. yo estaba bien limpiecito, bien preparado con vestimenta dominguera para la santísima misa con la abuelita. ese domingo nos recogió delia, una de sus únicas amigas aquí en connecticut. en el carro estaba solamente estelita. abrió la puerta. sus ojos eran de un café dulce-triste. su cabello le llegaba a los hombros: un castaño delicado, finito, finito, suave y brillante.

en la misa estaba nervioso. en las manos ya tenía la sensación incómoda de darle mi mano a los demás cuando se da la paz. me sudaban porque esperaba con ansiedad el momento de encontrarme con estelita. me volteé a la derecha y le di la mano. "paz",  le dije. "paz", me respondió. me sonrió. sabía que ella percibía el sudor en mis manos.  quería abrazarla, ahí mismo en la misa.

después de la misa nos fuimos a la casa de delia a almorzar. como estela iba a estar todo el invierno en connecticut, ella le compró una bicicleta, porque todavía no hacía tanto frío. después del almuerzo, delia nos dijo que era bueno descansar o hacer algo activo después del almuerzo. nos dijo que saliéramos a montar en bicicleta o que fuéramos al parque. hace tiempos que no pienso en esto. estelita andaba en su bicicleta adelante de
mí. recuerdo el viento traspasando su pelo que reflejaba los rayos del sol. la brisa era una brisita calida.

fuimos al parque y tomamos agua de la fuente. la fuente era una hermosa sirena de cobre con dos hermosos peces uno a cada lado. el agua salía de su boca y caía en sus dos manos. parecía como si te estuviera mandando un beso o soplando brisa.

"¿me prometes que siempre me vas a querer?"

"siempre te voy a querer, estela. pero ¿por qué siempre estás como tan triste?"

"extraño a mi mamá."

"¿a dónde está?"

"en el cielo."
la abracé.

diario, que interesante es la vida. ahora que me muero, quiero vivir. antes me mantenía confundido y no sabía lo que quería. ahora todo es simple y disfruto las cosas como si el momento fuera mi último. estela, donde quiera que estés, espero que a través de estas palabras o el viento, recibas este abrazo que tantas ganas tengo de darte.



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