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Prosa y verso

Prosa y verso

June 2008

Poema
Por Robinson David Martínez

LYING SICK IN BED

here in the vastness
of my nap
you are a horse
and you are licking my arm.
i gasp and awaken
holding my arm
still feeling
the warm humidity
from your tongue.
you are like this fever.
i am tired
and my body aches
and i want to sleep
and see you there.
i open my eyes and now
you are a bright
blue unicorn and
you're looking at me.


ENFERMO EN CAMA


aquí en la vastedad
de mi siesta
eres un caballo
y me estas lamiendo
el brazo.
me asusto y despierto
tocándome el brazo,
todavía sintiendo
la tibia humedad
de tu lengua.
eres como esta fiebre.
estoy cansado
y me duele el cuerpo
y quiero dormir
y verte allá.
abro los ojos y ahora
eres un brillante
unicornio azul
y me estas mirando.

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POR LAS TECLAS

Por Nina Zhu (John Jay High School)

 

Sentada en el banco del piano, la muchacha entornó los ojos a la luz del sol que brillaba en la ventana. La casa estaba vacía, y no había ningún ruido.

Limpiando una lágrima de su mejilla, posó los dedos en las suaves teclas. La textura suave ya empezó a calmarla.

Ojeó al sol que se ponía detrás de los árboles desnudos en el bosque. Las ramas de los árboles filtraban la luz roja del sol, creando un estampado en las teclas del piano.

La muchacha empezó a tocar. Las melodías, sus emociones, fluían de su corazón por sus dedos a las teclas del piano. Tocó, tocó y tocó.

La luz del sol sangró en las teclas, manchando el marfil y los dedos, mezclando los dos como si fueran uno. Juntos, la muchacha y su música, lucharon contra todo el dolor de la vida.

Tocó, toco y tocó. Por fin, la muchacha se sintió que había terminado. Ya no sentía el dolor, el estrés, la tristeza. Todo había salido de ella por las melodías que acababa de tocar.

Era la tarde siguiente. Sentada en el banco del piano, la muchacha entornó los ojos a la luz del sol que brillaba en la ventana. La casa estaba vacía, y no había ningún ruido...


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UNA ÚLTIMA LAGRIMA
En memoria del holocausto judío
 

Por Nina Zhu (John Jay High School)

 

El viento helado azota mi cuerpo roto como el látigo del policía.

Todavía no siento nada, nada salvo esa última lágrima,

cargada pesadamente con agotamiento,

con las memorias de mi pasado olvidado,

lentamente cortando un sendero limpio por mi cara manchada

con la suciedad, la sangre y el semen.

 

Esta lagrima, lo que queda de mi humanidad, corre poco a poco, agarrando

mi piel todo el tiempo que pueda,
como mi hija.
Ella agarra mi brazo gritándome que no suelte su mano
y el policía tira a mi hija a las llamas enfadadas
mi hija
esta lágrima agarra a mi cara

y está cortada de mi alma mientras cae

en este cementerio viviente de las almas olvidadas
siento la última gota de mi humanidad

escapándose de mí

no lloro
no pienso
no entiendo
no creo
no soy humana
no tengo
un alma.
 


 

 

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