verónica, mi esposa, murió de cáncer el 9 de octubre. el día de su muerte, me dijo, "tu no te preocupes que yo regreso a ti".
más de una década después de su muerte conocí a lucero, una niña de 11 años. era la sobrina de un buen amigo de mi hermano. mi hermano y su esposa me invitaron a la casa, a una cena pequeña para celebrar el décimo aniversario de su matrimonio. su amigo estaba allí, con su hija lucero y mientras yo disfrutaba de la ensalada, lo primero que noté de la niña fueron sus ojos verdes que me recordaban a los ojos de verónica. la niña me miraba con dulzura y ví que también tenía el mismo lunar de mi difunta esposa.
allí, sentado en la mesa, se me salían las lágrimas y sentía algo increíble. ¡era mi esposa! y ni si quiera podía hablarle de esto porque era muy niña. me sentía mágico. quería saltar y gritar de felicidad, pero tuve que contenerme ─no me entenderían. esa fue la cena más feliz de mi vida y la más cohibida.
después de la comida fui a la cocina a preparar un té de manzanilla. la pequeña lucero estaba al lado de la estufa. me miró directamente a los ojos sin pestañar y me dijo, "yo te dije que iba a regresar. ahora tenemos que esperar a que me vuelva grande como tú". le dio risa apenada y salió corriendo y riendo.
eso fue lo que me dijo, señora juez.
"señorita lucero, ¿cuántos años tiene usted?"
"18".
"y usted a los 11 años de edad ¿entendía completamente el significado de lo que le dijo a este hombre?".
"sí, lo entendía perfectamente".
"¿comprende que cuando él tenga 70 años usted va a tener 40? ¿qué piensa de esto?".
"todos nos vamos a morir y yo sé que voy a morir a su lado. tengo el mismo lunar de su esposa. soy ella. yo nací el 9 de octubre, el día que ella murió. todo es claro, señora juez, él y yo nos amamos y eso es todo".
"¿usted cree en la reencarnación, señorita?".
"sí".
"¿y qué me puede decir sobre el tema?".
"sé muy poco. solo sé del tema por mi propia experiencia, que es la mejor ciencia. yo lo amo y sin saber cómo lo sabía, supe justo en el momento de mi muerte que yo aquí no había terminado. fue más que intuición, fue…"
".. Pero ¿cómo es eso que usted ahora, como una joven de 18 años, pueda recordar algo así ─la experiencia de haber muerto en un hospital─ para luego regresar? no entiendo cómo uno puede recordar algo así".
"yo tampoco lo entiendo, señora juez. solo sé lo que recuerdo, lo que ví durante mi muerte".
"¿qué vio?"
"muchas luces hermosas. ví a hombres y mujeres, todos muy bellos. sentí que me querían mucho. eran muy suaves y gentiles. al estar con ellos, recordé todo lo que en la vida cotidiana se nos olvida. somos inmortales. hemos vivido aquí antes, moriremos y algunos regresaremos, como lo hice yo, y otros irán a otro nivel de existencia. estas personas me decían que todos estamos aquí desenvolviéndonos en una evolución espiritual, un gran despertar colectivo. estamos aquí para aprender a amar, a aprender a sentir amor en cada momento posible del día, todos los días. me decían que el amor es como una vela. al sentir amor en conversación con alguien, la vela interna de esa persona se prende. luego esa persona prende la vela de algún otro ser con quien se tropieza de casualidad. y así todas las velas de todas las personas a nuestro alrededor se prenden. eso, me dijeron, es nuestra tarea".
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
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