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Niñez y emociones: sembrar salud emocional desde pequeños, desde una visión psicológica y con el poder del amor

Por Mariel Fiori
July 2025
En cada Ser al nacer habita una semilla de inmenso potencial, y lo que sembremos en sus primeros años determinará la calidad del fruto que florecerá en su vida emocional, mental y espiritual. La infancia no es solo una etapa de desarrollo físico y cognitivo: es el terreno fértil donde se cultivan el autoconcepto, la confianza básica, la capacidad de amar y de ser amados, entre otras potencialidades humanas.

Desde la psicología holística, entendemos que las emociones no son obstáculos para controlar, sino mensajes profundos que buscan ser escuchados, expresados, nombrados y sostenidos con amor. Un niño que aprende a identificar sus sentimientos, como la alegría y la tristeza, a expresar su rabia de forma segura o pedir consuelo cuando siente miedo, es un ser que está aprendiendo a habitarse con honestidad, a vivir auténticamente, a ser libre y a reconocerse como parte de un entorno y un sistema.

La salud emocional y psíquica del recién nacido y a través de su vida, se siembra en el vínculo con los padres, cuidadores, maestros y comunidad. Somos jardineros de estas semillas.

¿Sabías que desde que nacemos sabemos si nuestro entorno es seguro para expresar lo que sentimos?

Desde el vientre de la madre ya estamos preparándonos para la llegada a este mundo.

Cada gesto que tenemos con este Ser, cuando lo escuchamos, lo miramos, lo tocamos, o lo reconocemos; cada abrazo que acoge una emoción difícil, cada caricia, cada límite puesto con ternura, con amor, con compasión, es una forma de decir: estamos aquí para ti, nos importas, te amamos como eres, dinos que te afecta, qué sientes, qué deseas, gracias por venir a este mundo.

Esto es lo que llamamos amor consciente, ese que no juzga, que no exige perfección, que acompaña en el error, es quizás el mayor agente terapéutico en la infancia. Desde esta perspectiva, el amor no es solo afecto, es también presencia, coherencia, y disposición para crecer junto a las niñas y niños.

También amar es ser quién soy, mostrarme ante las niñas y niños como una persona vulnerable, con mis aciertos y desaciertos, pedirles disculpas si nos equivocamos. Es necesario reconocernos con ternura y amor compasivo, recordemos que el ejemplo vibra más que las normas.

Es indispensable capturar la atención de los más pequeños. Volver a lo esencial es un acto revolucionario: crear espacios de conexión real, juego libre, expresión creativa, y conversación emocional, expresar afecto, escuchar los reclamos y aceptar las pataletas o fugas de rabia o frustración de las niñas y niños. Así prevenimos muchas heridas invisibles que de adultos se manifiestan en ansiedad, desconexión, adicciones o vínculos rotos.  

Sembrar salud emocional desde pequeños es una necesidad prioritaria. Es una inversión en humanidad, en paz interior, en familias más sanas y en comunidades más empáticas. 

El poder del amor es una forma evolutiva de desarrollo integral, fortalece la espiritualidad y el sentido de vida de estos pequeños, que empiezan a sentir que son amados incondicionalmente, que sienten fuerza y seguridad de estar en este planeta permitiéndose experimentar la vida y creando un futuro donde explorar sus talentos, sus sueños, su Ser. No importa lo que guíe su ser interior, podrá desarrollarlo y cambiarlo cuando ya no sea efectivo. La capacidad de cambio y deseo de crecer y superar sus limitaciones viene del amor. 

Amar es compasión a los demás, aceptarse y aceptar a nuestros descendientes como son.

Gracias por seguir cultivando el poder del amor y hacer de este mundo un lugar seguro.

*Dora Inés Grosso García es psicóloga holística, [email protected] 

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